LOS ÁNGELES -- México desdeñó la victoria. El empate sabe a hiel, a derrota. 2-2 con Alemania. 'Chucky' Lozano y Marco Bueno indultan al sentenciado.
No rescata los dos puntos que dejó el Tri olímpico en la cancha, pero anestesia la amargura de los mexicanos saber que ante el rival coloso del grupo fueron mejores. Sí, cierto, un consuelo que conforta, pero insulta.
Irónico: una jornada en la que Talavera es también responsable del marcador. Fue un blindaje ante la artillería alemana, pero debe recordar que es el líder que acomoda, ordena y recupera las observaciones tácticas de la semana. Se olvidó de ello. Y su corte de guaruras en pantaloncillos se distrajo otorgando licencia para remates impunes a sus adversarios.
México sufrió. Era de esperarse. Aquella presunción pueril de algunos de que Alemania no quiere ganar los JJOO, sino educar y formar talentos ya se vistió de absurdo. La incoherencia amadrina la ignorancia. Basta revisar su embajada futbolera.
Un encuentro emotivo. La intensidad es el primer requisito. Y ambas legiones cumplieron ahí. Tras el 1-0, a México le rompieron el equilibrio cuando quiso jugar al desequilibrio del contragolpe. Un error: funciona mejor este equipo cuando asume la responsabilidad. Le incomoda replegarse. Le incomodan la piedad y la clemencia.
Más allá de insistir en la noche cumplidora de Talavera, México fue un equipo que supo terminar el partido ronroneándole a la victoria. Sociedades para el crimen, tiene y jugadores capaces de copar al adversario con varias rutas, le sobran.
Agradable fue ver cómo, cuando la urgencia y la desesperación -ambas malas consejeras, sin embargo- le dictaron órdenes a los mexicanos de desvalijar al adversario de ese punto que les estafaba, merced a dos jugadas de distracción del Tri olímpico. Alemania tragaba bilis entonces.
Además, aprovecharon los pulmones poderosos de la generalidad del jugador mexicano. Terminaron anticipando y, con serenidad mental, ajustando los espacios de Alemania, teniendo en Pizarro, otra vez a un genial líder, que ratifica, como con Pachuca, que él es descarado en el arte de atacar y que refunfuña, aunque cumple, cuando tiene que perder tiempo en apagar incendios de sus compañeros.
'Chucky' Lozano sigue siendo un prospecto maravilloso de jugador. Espectacular al originar la jugada del primer gol, pero en dos ocasiones, esa petulancia o ese corazón trémulo, que ya preocupan al cuerpo técnico del Pachuca, arruinan dos posiciones inmejorables de gol.
Por eso, ante la dimensión del rival, y por la forma en que jugó por momentos, el Tri olímpico puede sostener aún la sonrisa de oro de los JJOO de Londres. Sin embargo, Talavera deberá entender que su convocatoria no ha sido sólo para atajar lo atajable, sino para quitarles las telarañas de la cabeza a su trinchera.
Y claro, el Tri olímpico madurará. El primer examen, ante los herederos de los conquistadores de Brasil hace dos años, deja deudas aritméticas, pero deja pocas dudas sobre el potencial del equipo.
Con Oribe Peralta entre algodones, el Tri olímpico deberá amarrar el boleto ante Fiji y Corea del Sur. El primero, sigue siendo un codiciado destino turístico, el segundo sigue siendo una potencia física de ingenuidad absoluta.
Tal vez, el abono generoso para una jornada sin carnaval, como es el empate ante Alemania, es que no hay riesgos de que el grupo del Potro Gutiérrez llegue entre los vapores de la displicencia a los dos juegos restantes.
Más preocupado, por ejemplo, debe estar el anfitrión con ese 0-0 que rascó Brasil ante los sudafricanos, que son toda una potencia... en rugby.