<
>

Ante Tigres, Chivas muere jugando al 'muertito'

Imago7

LOS ÁNGELES --El aspecto de espectro de Matías Almeyda era la síntesis perfecta. Así murió Chivas. 0-1 ante Tigres. Murió jugando al 'muertito'. El espejismo del Clásico.

Impávido. Estupefacto. Patidifuso. Turulato. Su conferencia de prensa era obsoleta. Almeyda denunciaba que Chivas había muerto de nada. La desesperación lo paralizó.

Y el rictus en la máscara penosamente apenada de Almeyda, se matizaban la impotencia, la esterilidad futbolística de su Rebaño y, claro, las suyas también. El pastor guió al Rebaño a un estado de catalepsia.

Tigres le pasó por encima. Como lo hizo Toluca unos días antes. Este martes, unos primeros minutos, de un primer tiempo, permitieron a Chivas ilusionar a su afición. Atención, disciplina, devoción, vértigo, concentración.

Amo y señor de su estadio, Chivas insinuaba que podía pasar por las armas de manera ominosa la parsimoniosa actitud de Tigres. Fue un espejismo. Acaso un par de sustos al 'Patón' Guzmán. Golondrinas sin verano.

Incluso en el escueto horizonte de la TV, podía apreciarse la fascinante pasión y el gallardo compromiso de los rojiblancos. Uno conducía, dos desbordaban y uno se ofrecía de relevo, mientras por el costado opuesto había movilidad.

Sí, un primer tiempo en que Chivas sobrepoblaba la cancha con la continua movilidad, para despojar y responder. Embeleso de Cenicienta: la medianoche llegó en el medio tiempo.

Más allá, claro, de que en el cierre del primer tiempo, Tigres empezó a hacerse más compacto, adelantando sus líneas, pero regresando el balón hacia atrás, para hacer más congestionada y compacta la zona de disputa de balón, y de esa manera confundió a los jugadores de Chivas... y a su entrenador.

En el segundo tiempo, Chivas dejó de ser y de parecer el amo del vecindario. Le hurtaron la pelota, le impusieron el ritmo y lo mantuvieron bajo confusión. En la cancha y en la banca.

Almeyda nunca supo reaccionar. Hizo cambios por impulsos. Por hábito, pero sin encontrarles una ruta de solución.

Lo más dañino de Chivas eran las jugadas a balón parado, pero no por su creatividad e impronta, sino porque debieron provocar migraña en los jugadores de Tigres, quienes ganaban todo por arriba.

El mismo 'Pelado' se engañó: todavía hoy no se ha dado cuenta, seguramente, que Alan Pulido se fundió en el partido desde el primer tiempo. Quiso ser el héroe vengador de los insultos del 'Tuca' Ferretti y del ingeniero Rodríguez. Al final, pretendiendo abofetearlos, terminó dándoles la razón. De víctima a villano.

Hoy, en este momento, Pulido dio muestras de lo que NO está hecho. En una exhibición de desafío absoluto para él, para consagrarse y vengarse, demostró que no está ni a la altura de sus propios retos y exigencias personales. Su autoestima no sale a la cancha.

Con un golazo de Sosa, Tigres sabía que el partido era suyo. Manipulando esa ventaja, Ferretti hizo más sólidas y cortas en distancias y en recorridos sus dos líneas, y les dio la bendición del latigazo en un contragolpe a sus atacantes.

Y aún más obtuso, cegado, confundido, Chivas parecía que tenía en el pizarrón del 'Tuca' el Teorema de Wiles. Y evidentemente Almeyda pareció, al menos ante Tigres y ante Toluca, que la tabla de sumar del uno ya le es indigesta.

Sin soslayar el anodino, práctico, ordenado, puntilloso y efectivo futbol de los Tigres con Ferretti, Chivas debe lamentar que, por segundo partido consecutivo, su mejor consejera es la que sólo puede ser la peor consejera: la desesperación.

Por eso, el Guadalajara terminó muriéndose de nada. Con la daga hundida en el pecho, no buscó auxilio, sino sólo someterse a la eutanasia del 0-1 para no sucumbir con cifras del ridículo.

Por eso, ese elegante, trajeado, melenudo y ojeroso símil del Pensador de Rodin, que parecía Almeyda en una de las tomas finales del partido, es la reflexión perfectamente perfeccionada de lo que fue el juego: Chivas se murió resignado, sin capacidad de respuesta y sin capacidad para responder; la primera, responsabilidad del técnico y la segunda, culpa del analfabetismo táctico de sus propios jugadores.

Y así fenece Chivas. Como ante Toluca: como un convidado de piedra para jugar al muertito en su propia muerte.