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José Fernández nos recordó todo lo bueno que hay en el béisbol

La temporada comenzó temprano en marzo, con una historia en portada en ESPN The Magazine en la que Bryce Harper, el reinante JMV de 23 años perteneciente a los Nacionales de Washington, declaró que el béisbol es "un deporte cansado".

Y terminará con la coronación de un campeón en la Serie Mundial.

En medio de esas cosas, la temporada se ha jugado teniendo en el fondo una contienda presidencial en la que la inmigración se ha convertido en uno de los temas centrales.

José Fernández fue un inmigrante. Él intentó y falló tres veces en salir de Cuba antes de que su madre y él tuvieran éxito en un cuarto intento. El año pasado, se convirtió en ciudadano de EEUU. Y en el terreno de juego, siempre lució cualquier cosa menos cansado.

El argumento de Harper fue sobre los códigos no escritos en el deporte que limitan la auto expresión. "No puedes hacer lo que la gente hace en otros deportes", dijo. "Yo no estoy diciendo que el béisbol sea, tu sabes, aburrido o cualquier cosa, pero es la emoción de los chicos jóvenes que están entrando en el juego ahora quienes tienen un estilo llamativo".

Y Harper mencionó específicamente a Fernández. "José Fernández es un gran ejemplo. José Fernández te ponchará y se te quedará mirando mientras camina al dugout y agitará su puño al aire. ¿Y si le conectas un cuadrangular y lo celebras? A él no le va a importar. Porque lo venciste. Eso es parte del juego. No es como el viejo sentimiento de... si celebras un cuadrangular, te voy a golpear en los dientes. No. Si un chico celebra un cuadrangular para ganar el partido... quiero decir - lo siento".

Fernández no solo tenía ese estilo llamativo que Harper admiraba sino también un gozo sin límites por el juego. A medida que sus compañeros, sus rivales y los reporteros han hablado sobre Fernández en los últimos dos días, todo el mundo ha mencionado que él simplemente amaba jugar al béisbol, siempre jugaba con una sonrisa tan contagiosa, que hasta podía hacer reir a Barry Bonds en el dugout:

En Twitter, dos momentos de su temporada de novato fueron mencionados constantemente como una forma de terapia ante la tristeza. El primero fue cuando Fernández logró atrapar de forma improbable un lineazo que salió del bate de Troy Tulowitzki:

"¿Tú atrapaste eso?", fue lo que le preguntó Tulowitzki al lanzador, algo que lograron captar las cámaras. Fernández contestó con una mueca. "Sí". Por supuesto que lo hizo.

El segundo fue su reacción luego que Giancarlo Stanton conectara un cuadrangular para empatar el juego en la novena entrada en un partido que nadie recordaba, pero que ahora todo el mundo menciona por esto:

Los Marlins anunciaron que van a retirar el No. 16 de Fernández. Hubo varios reclamos en las redes sociales de que se le permita entrar al Salón de la Fama o que se cree un premio con su nombre. Pero el legado más duradero que nos puede dejar Fernández debe ser este: Mantener la diversión en el béisbol.

Esa es una idea importante que debemos entender en este año que ha sido tan polémico. Observando la ceremonia pre juego en el Marlins Park antes del partido del lunes, pude ver a Giancarlo Stanton y a Christian Yelich, un negro y un blanco, haciendo sus calentamientos prejuego juntos, ambos con ojos llorosos. Ví a compañeros de EEUU, de Cuba, de Taiwán, de Japón, de República Dominicana, de Venezuela, todos portando la camiseta con el nombre de Fernándezy el No. 16 en sus espaldas. Vi a Bonds, el hijo de un ligamayorista, un hombre con su propia gran huella en el deporte, llorando a lágrima tendida mientras un coro de escuela secundaria cantaba el himno nacional. Vi a Dee Gordon, otro hijo de un ligamayorista, llorar mientras recorría las bases luego que, de forma improbable, abriera el partido con su primer cuadrangular de la temporada. Vi a los Marlins colocar sus gorras en el montículo luego de haber vencido a los Mets.

Era un equipo vitoreando a un chico que había nacido en Cuba, que se escapó a México en un bote, que logró llegar a la Florida y se convirtió en estrella en el béisbol con una sonrisa que le hacía parecer un artista de cine. Todo eso sirvió como recordatorio de que este deporte logra unir a jugadores de todas partes del planeta. Todos traen sus propios códigos, su propio estilo de juego, su propio estilo llamativo. Pero queda en nosotros - jugadores y fanáticos - el entender nuestras diferencias, el entender que existen maneras diferentes de jugar este deporte. Que lanzar un bate algunas veces es simplemente el lance de un bate. Que podemos tener a un Mark Fidrych hablándole a la pelota, a un Rickey Henderson haciendo atrapadas con una sola mano, a un Dennis Eckersley señalando a los bateadores luego de poncharlos, a unos "Idiotas" de los Medias Rojas quebrando una maldición y un Asdrúbal Cabrera conectando un cuadrangular para dejar en el terreno al rival y lanzando su bate como si estuviera compitiendo en el lance olímpico del martillo. Todo eso es el béisbol.

Leí en alguna parte - lo siento, olvidé quién lo escribió, pero era una buena línea - que Fernández era uno de esos jugadores que saltando y gritando estaba llevando al béisbol al siglo 21. Hay algo de eso, aunque como Jeff Passan de Yahoo escribió, Fernández tenía "una capacidad de felicidad para no tomarse demasiado en serio ni él mismo ni lo que estaba haciendo."

En otras palabras: Hay que divertirse. Después de todo, esto es solo un juego.