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Layún: Me equivoqué y aprendí de ti...

El futbol es como la vida: nos envía constantes mensajes para que aprendamos y crezcamos a partir de ellos. He aquí la carrera de un jugador al que hoy podemos y debemos llamar “futbolista”. Un futbolista que abandonó su “zona de confort” en el América, con enormes criticas encima, con puntos de vista diversos a su alrededor. Tomó el brazo de su mujer, Ana Laura y subió a un avión para cruzar el Atlántico lleno de dudas y desconcierto para jugar en un equipo de la segunda división de Inglaterra. Hoy, algunos meses después, Layún está transformado en un baluarte del Porto y en un futbolista que compite entre los mejores de su posición en el máximo nivel del juego. Yo no sé si es más un ejemplo de vida que de futbol.

LOS ANGELES, CA.- En el futbol, en la vida y en el periodismo, obviamente también, siempre tiene que existir un margen para el error, para la confusión, para un punto de vista que además de convertirse en un desliz puede traducirse en una injusticia. Yo lo he hecho, muchas veces, una de ellas ocurrió hace algunos años cuando dije que un jugador del América no parecía reunir las condiciones para poder llevar su talento ++vaya que lo tiene++ hasta los niveles más desarrollados del juego.

Me equivoqué con Miguel Layún, de manera contundente. Mi experiencia y aparente habilidad periodística no fue capaz de identificar a un jugador que más que un jugador es un futbolista desde la primera y hasta la última célula de su cuerpo. En poco tiempo, Layún me ha, nos ha demostrado, y lo más importante, se ha demostrado asimismo que eso de las habilidades innatas es un tabú, es una mentira rotunda y contundente. Todos los humanos nacemos con destrezas y condiciones para hacer lo que queramos hacer, incluyendo el nivel que pretendamos o soñemos. Se trata de la mente, ahí está todo, no en quien corre más rápido, salta más alto o desarrolla más o menos musculatura. Esta aquí, arriba, ahí está el secreto de todo.

Los impresionantes avances de Layún en el futbol europeo son una muestra también de que el futbolista mexicano no tiene por qué tener un freno de mano atado a su historia. No se nace con las cualidades de un jugador europeo, se llega a este mundo con ciertas insinuaciones para jugar al futbol, y luego, se hace justamente lo que hizo Layún: correr, sufrir, trabajar, cerrar la boca y perseguir una ilusión.

Y he ahí los resultados.

Aquellos que decían que cometía un error en dejar la comodidad del América e irse al futbol europeo a través de un equipo de la segunda división inglesa están hoy escondidos y asombrados por lo que este futbolista ha logrado. Aquellos que decíamos ++y yo pongo la cara llena de vergüenza++ que no tenía las cualidades propias de un futbolista técnico, aparecemos cada vez más impresionados y más avergonzados cuando lo vemos correr tras el balón, levantar la mirada y meter un zapatazo en el ángulo en el fría noche belga de octubre y en un partido decisivo para el Porto en su intento por mantenerse en la lucha por la siguiente ronda de la Liga de Campeones de Europa. Despacio, en su ritmo, sin muchos reflectores, alejado de los escándalos, Layún ha hecho una carrera europea que hoy le coloca en la elite del futbol mundial y entre los mejores jugadores que cubren su posición.

Layún, su mujer, Ana Laura, su pequeño hijo, Mateo, los tres, nos demostraron que en el futbol y en la vida se puede y se debe perseguir siempre un sueño, que el trabajo, la dedicación y el amor están por encima de cualquier otra fuerza maligna o una inseguridad. Layún nos ensenó que muchos nacen como jugadores pero que pocos son, realmente, futbolistas.

Una disculpa, Miguel... Me equivoqué y aprendí de ti.

@Faitelson_ESPN