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Chivas, Pachuca, Atlas, y los trompicones de la 10/8

LOS ÁNGELES -- Ejemplos extremos. Porque calibrando situaciones drásticas, puede encontrarse el punto medio. El equilibrio es el arte del celibato en el radicalismo.

1.- En el derby regiomontano, participaron 18 no nacidos en México. ¿Emotividad? Pobre. ¿Espectacularidad? Paupérrima. ¿Nivel de futbol? Bajo.

2.- Chivas-Pachuca. 18 jugadores mexicanos participaron. Uno de los encuentros más intensos, emotivos, espectaculares y bien jugados del actual torneo.

3.- Pachuca-Atlas. 16 jugadores nacidos en México. Sin el nivel del Chivas contra Tuzos, el encuentro fue al final agradable, intenso y con momentos de buen futbol.

Las tres referencias ridiculizan puntualmente las declaraciones de directores deportivos o presidentes de equipos, que se originaron puntual, y aborrecida y aberrantemente, tras la proclamación de la Regla 10/8.

Recordemos que como común denominador, Luis Miguel Salvador (Monterrey), López Chargoy (Puebla), Alejandro Rodríguez (Tigres) y Alejandro Irarragorri (Santos), palabras más, palabras menos, coincidieron en el concepto, en Raza Deportiva de ESPN Deportes, aduciendo que "los jugadores mexicanos no tenían la capacidad para mantener el nivel deseado ni la espectacularidad que necesita la Liga".

De hecho, irónicamente, termina siendo también un brutal desmentido hasta para el mismo Pachuca, pues aunque sus verborreicos Jesús Martínez y Andrés Fassi juraban defender al futbolista de la tierra, pero, al final, perjuros, terminaron por ser quienes propusieron y defendieron la mismísima Regla 10/8.

Partidos como los referidos establecen contrastes. Las exacerbadas y dilapidadoras nóminas de los burgueses clubes millonarios, a pesar de rodearse de la parafernalia de un derby regiomontano, no alcanzaron a rozar los niveles de expectación, con lo que hicieron en la cancha, a no ser desnudar al extraviado Gignac, quien no aparece desde la Final de la Libertadores que perdieron los Tigres, y tal vez aún traumatizado por esa opción inmejorable de gol que desperdicia con Francia ante Portugal en la Final de la Eurocopa.

Cierto: en el juego entre Pachuca y Chivas, lo resuelve un extranjero, Urretaviscaya, en una jugada en la que deja como pasmados y pasmarotes a los zagueros de tibios de Chivas.

Apostaba yo que con Héctor Reynoso, o hasta el Pikolín de Pumas, lo hubieran detenido antes de pisar el área, pero Salcido... sólo contempló, solaz y solapadamente, a Urretavizcaya como dicen lo hizo con Yamilé en aquel nefasto bacanal en Monterrey con el Tri.

Pero, al final, el sustento del juego agradable y de buen nivel con Pachuca, Chivas y Atlas de contendientes, fue el futbolista mexicano, ese que, públicamente despreciaron Luis Miguel Salvador (Monterrey), López Chargoy (Puebla), Alejandro Rodríguez (Tigres) y Alejandro Irarragorri (Santos) en ESPN Deportes.

Podría revisarse el perfil de los entrenadores: el uruguayo Diego Alonso, el argentino Matías Almeyda y el mexicano José Guadalupe Cruz, pero no podemos olvidar cómo, luego de la derrota ante Xolos, el entrenador de Chivas esgrimió -y por segunda vez,-- un lamentable "es que yo dirijo un equipo sólo con mexicanos".

Debe agradecerse, sin embargo a Cruz, Alonso y Almeyda, que han elegido propuestas ofensivas para sus equipos, y que en esas necesidades de jugar con dinámica, velocidad y vistosidad, consolidan un grupo de jugadores mexicanos, mientras que los otros dos, del otro ejemplo, Mohamed y Ferretti, Turco y Tuca, eligen conciencias ratoneras.

Cierto, el trasfondo de la Regla 10/8 no es la mejoría del futbol mexicano, es el pacto delictivo entre "criminales de cuello blanco". Algo así como "tú te quedas con el 10 % y yo me quedo con el 8 %".

Y directivos y promotores oligárquicamente felices en el cuerno de la abundancia.