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Cuestionable manejo de pitcheo por ambos equipos

Los Cachorros de Chicago forzaron el séptimo juego de la Serie Mundial al vencer por paliza a los Indios de Cleveland, que soñaban con festejar este martes su primera corona desde 1948.

Pero los Cachorros atacaron temprano al abridor Josh Tomlin y después de dos outs le fabricaron tres carreras en el primer episodio, con la ayuda de una inexplicable falta de comunicación entre los jardineros derecho y central, Lonnie Chisenhall y Tyler Naquin, respectivamente.

Tomlin, que en su salida anterior había permitido apenas dos hits en 4.2 innings, fue duramente castigado esta vez con seis limpias en los dos episodios y un tercio que pudo mantenerse en el montículo.

Esta pobre salida del derecho de Cleveland, unida a la derrota sufrida el domingo por el abridor Trevor Bauer ponen en tela de juicio la estrategia del manager Terry Francona de usar una rotación de tres lanzadores, pues solamente Corey Kluber, quien lanzará en el séptimo encuentro, ha sido capaz de responder con tres días de descanso.

Depende ahora de Kluber comprobar si el plan de Francona era el acertado o si fue lo que terminó costándole a los Indios su primer título en 68 años.
Pero si de manejar mal el pitcheo se trata, el director de Chicago, Joe Maddon, hoy se pasó de la línea.

Con el juego en ventaja cómoda de 7-2, a la altura del séptimo innings y dos outs en la pizarra, llamó del bullpen sin siquiera situación de salvamento al lanzallamas cubano Aroldis Chapman, quien dos días antes había hecho el relevo más largo de su carrera.

No había necesidad. O al menos, no había la urgencia. Chapman sacó el tercer out del séptimo y retiró el octavo.

En el principio del noveno, Anthony Rizzo amplió la pizarra a 9-2 con bambinazo con uno a bordo y aun así, Maddon lo mandó a iniciar el último inning, en lugar de darle un merecido descanso.

Los sacó luego de transferir al primer bateador del inning y con una ventaja ya de siete anotaciones.

Pero con esa decisión a todas luces de pánico, Maddon envía en primer lugar un mensaje de desconfianza al resto de los relevistas, quienes ayudaron a llegar hasta este punto antes de que el cerrador cubano fuera transferido desde los Yankees a mitad de campaña.

Y en segundo lugar, somete a su relevista estrella a un trabajo excesivo e innecesario, cuyas consecuencias pueden salir a relucir cuando requiera sus servicios en el juego decisivo.

En la base por bolas que le concedió a Brandon Guyer, el único bateador que enfrentó en el noveno, ninguno de los pitcheos de Chapman sobrepasaron las 99 millas por hora, presunta prueba de que el cansancio haya comenzado a hacer mella en el hombre que más duro lanza una pelota de béisbol.

Este miércoles sabremos a quien le salió bien o mal la manera de manejar su pitcheo, tanto a corto, como a largo plazos.