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México Vs. "sus fantasmas"

No hay nada insuperable en Columbus. Ni el clima ambiental, ni el estadio, ni el equipo de enfrente, ni los aficionados rivales, sólo existe una mente perturbada de aficionados y futbolistas que creen que es imposible ganar en este escenario. México tiene el futbol, los futbolistas y la mentalidad para superar este momento. Debe hacerlo.

COLUMBUS, OHIO.- He caminado por los alrededores del Estadio Mapfre. No hay nada. Un escenario -pequeño- para 25 mil espectadores, una cancha reducida en tamaño pero dentro del reglamento de FIFA, un césped en perfectas condiciones, algo de frío que ayudará a los futbolistas a rendir mejor y el grito de unos cuantos miles de aficionados que están lejos de ser la porra de animación del Boca Juniors. No hay nada. Lo único que hay son "fantasmas" en la cabeza de los aficionados y de los jugadores mexicanos.

La maldición del "2-0" no existe.

Si acaso, persiste un extraño y al mismo tiempo enturbiado ambiente político y social que envuelve a esta nación y que promete no estar ajeno a lo que suceda en el Estadio del Columbus Crew, pero antes que nada debemos entender que este es un juego de futbol, tan sólo eso y que nada, ningún resultado esta noche será capaz de modificar lo que sucedió el martes y se consumó en la madrugada del miércoles.

Entiendo que parece imposible separar futbol, historia, sociedad y política, sobre todo política cuando se habla de un México-Estados Unidos, y muchos menos hoy, en el estado anímico en el que hemos amanecido muchos hispanos que viven o vivimos en este país. Pero lo del viernes es un partido de futbol y nada más. En los botines y en la capacidad o incapacidad de los futbolistas mexicanos está un resultado. No hay porque confundir ninguna esencia. El futbol es futbol, la política es política y la vida es la vida. Punto. Separemos una propiedad de la otra porque, al final del día, ni un triunfo en la cancha, ni un par de goles del "Chicharito" o una gran atajada de Ochoa servirán demasiado para esclarecer el turbio y comprometido horizonte que el futuro inmediato parece depararnos.

No hay manera de que el futbol recupere algo de lo mucho que se perdió en el desarrollo del martes 8 de noviembre y la subsecuente madrugada del día 9.

El futbol es un pasatiempo. Nada más. La cancha puede y debe generar expectativas, crear una animadversión y una "batalla" siempre marcada y remarcada dentro de un contexto deportivo. Nada grave pasa si Estados Unidos vuelve a ganar 2-0 y nada extraordinario sucederá, tampoco, si México golea y revierte la historia que ha tenido en la cancha del Columbus Crew.

No confundamos futbol con política porque lo único que lograremos es sufrir más. El futbol puede ser un paliativo, un atenuante y hasta un sedante, pero su resultado y su desarrolló no resuelve nada.

BAJO EL ESTIGMA DEL "2-0"

Aún con lo mejor que tiene disponible, no hay garantía de nada. La noche en Columbus promete ser intensa, competitiva y al mismo tiempo desafiante para el futbol mexicano.

El Estados Unidos-México ha atravesado ya ese umbral que separa a un simple o gran partido de futbol con un "Clásico" y en un "Clásico" hay otros muchos factores que deberán ser tomados en cuenta. Uno de ellos, en anímico, el mental, donde a lo largo de su historial futbolístico, México jamás ha tenido un nivel y una regularidad. En el grupo que ha llamado Juan Carlos Osorio hay 14 futbolistas que proceden de Ligas extranjeras y por ende, de categorías más desarrolladas del juego. En ellos, y en futbolistas veteranos como Rafael Márquez y oribe Peralta recaerá el peso emocional del equipo mexicano.

Futbolísticamente hablando, México podría tener algunas ventajas: Jugadores como Carlos Vela, Marco Fabián de la Mora, Giovanni Dos Santos y Javier "El Chicharito" Hernandez atraviesan por un momento de gracia, la mayor parte de ellos, en un nivel de competencia elevado.

Estados Unidos, por su parte, parece seguir ocupado en una "mudanza generacional". Por temas médicos, la gran figura de este equipo y el referente de una generación, Clint Dempsey, está fuera de la convocatoria. Con Michael Bradley, Tim Howard y Jozy Altidore al frente, Klinsman ha llamado también a futbolistas jóvenes, la mayor parte de ellos inmersos en la liga alemana: Julian Green (Bayern Munich), Aron Johannsson (Werder Bremen), Bobby Wood (Hamburgo) y hasta la joven sensación de 18 años del Borussia Dortmund, Christian Pulisic. Futbolistas jóvenes que deben garantizarle un futuro promisorio a esta selección y que pueden traducirse también en un arma de doble filo para la noche del viernes en el Estadio del Columbus Crew.

México podría estar mejor que Estados Unidos en términos estrictamente futbolísticos, pero se trata de un partido "Clásico", y entonces se involucran otro tipo de cuestiones que pueden afectar o encaminar el rumbo de la noche.

Aún con lo mejor que tiene, México no tiene garantías. El juego requiere de carácter y de personalidad y la última vez que la selección fue llevada y forzada a una escenario en el que se requerían ese tipo de condiciones, el marcador, frío y contundente en Santa Clara indicaba: "México 0, Chile 7...".

El juego promete ser cerrado, disputado y muy competido. México puede ganar, también perder. Yo creo que al final será un empate que no perjudicará a ninguno de los dos. Cualquiera cosa puede suceder.

Termino con otra frase de Churchill, aún más apropiada para la ocasión: "Soy optimista. No parece muy útil ser otra cosa...".

@Faitelson_ESPN