<
>

Toronto apuesta al talento cubano

Kendrys Morales jugó las últimas dos campañas con los Reales de Kansas City. En la primera ganó el anillo de campeón de la Serie Mundial. En esas campañas conectó 52 y remolcó 199 carreras. Jamie Squire/Getty Images

En menos de 12 horas, los Azulejos de Toronto invirtieron 55 millones de dólares en dos jugadores cubanos, uno que les resolverá de inmediato la necesidad de bateo de fuerza y otro que apunta a ser su campocorto del futuro.

El bateador designado y primera base Kendrys Morales acordó un pacto por tres campañas y 33 millones de dólares con la franquicia canadiense, que está a punto de perder para siempre a los dominicanos Edwin Encarnación y José Bautista, sus dos puntales ofensivos por excelencia en los últimos años.

Con una accidentada carrera, Morales ha demostrado de lo que es capaz cuando la salud lo acompaña.

En sus dos campañas con los Reales de Kansas City, el cubano despachó 52 jonrones y remolcó 199 carreras, en tanto fue pieza clave en la conquista de la Serie Mundial del 2015.

Unas horas antes, los Azulejos habían anunciado la firma del jovencito Lourdes Gurriel Junior por 22 millones y siete campañas.

Se supone que Gurriel, de 23 años de edad, comience su carrera profesional en Doble A, donde se enfocará en defender las paradas cortas.

De esta manera se termina el sueño de jugar junto a su hermano Yulieski, firmado por los Astros de Houston.

Los Gurriel, integrantes de una de las más ilustres familias beisboleras cubanas, han jugado juntos siempre, primero en el equipo de Sancti Spíritus, luego con los Industriales de La Habana y en la selección cubana que participó en la Serie del Caribe de Santo Domingo, donde ambos desertaron.

Pero bienvenidos a la realidad. Por encima de sentimentalismos familiares, esto es un negocio y para volver a estar juntos en un mismo terreno deberán esperar que los Astros y los Azulejos se enfrenten dentro de la temporada regular.

En julio, Yulieski firmó con Houston por cinco años y 47.5 millones de dólares, en el que fue, quizás, el último gran pacto de un pelotero cubano.

El contrato que acaba de conseguir su hermano, por menos de la mitad de ese dinero y dos temporadas más, le dará un promedio de unos tres millones por año y mantendrá atado al equipo hasta el 2023.

¿Qué significa esto? Que el mercado empieza a ser más exigente con el talento cubano y que ya se acabó la época de las vacas gordas, en que la mayoría de los equipos abrían sus chequeras de par en par a cualquier jugador nacido en la Mayor de las Antillas.

Todo fue producto de una ola de exitosos contratos que comenzaron con Alexei Ramírez y Aroldis Chapman y siguió con Yoenis Céspedes, Yasiel Puig y José Abreu.

Pero todo lo que sube tiene que bajar y los fracasos de Erisbel Arrebarruena, Alexander Guerrero, Pablo Millán Fernández, Héctor Olivera y Yaisel Sierra, firmados todos por Dodgers de Los Ángeles por exhorbitantes e injustificadas cifras millonarias, y el estrepitoso fiasco de Rusney Castillo, a quien los Medias Rojas de Boston le dieron 72.5 millones, ha hecho que el mercado se auto corrija.

Al mayor de los Gurriel le dieron una buena cifra, aunque por debajo de las expectativas que hablaban de 100 millones, gracias a que es un pelotero más que probado, que por una década tuvo salivando a todos los cazatalentos de las Grandes Ligas.

Del menor se hablan maravillas, que aún están por probarse con las exigencias del profesionalismo. A su favor tiene todo el tiempo del mundo, algo que su hermano dejó pasar y ahora trata de recuperar.