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Faitelson: La tragedia...

La tragedia...

LOS ANGELES, CA.- Ninguna tragedia es peor que la otra, pero el avión, ese avión iba lleno de alegría, de emoción, de pasión, de vida, de esperanza...

Era un equipo de futbol.

Más que de luto, el Real Chapecoense ha llenado de dolor y de un vacío inconmensurable al futbol y a la sociedad en general.

Y aunque es imposible hacer una diferenciación entre una desdicha y otra, porque al final del día se trata siempre de seres humanos, inocentes, víctimas de un accidente o del destino, como dirían otro, aquí, había una historia de un equipo modesto, pequeño, que no tenía tantos reflectores, que vivía, como la mayor parte de los clubes brasileños y sudamericanos, bajo el velo de penumbra económica, de no saber si mañana habrá para pagar los sueldos, los viajes, las concentraciones. El Real Chapecoense tenía una realidad, pero vivía un sueño, porque una campaña deportiva, basada más en el orgullo, en la ambición, en la entrega, le había dado la posibilidad de acceder a una impensada final de la Copa Sudamericana. El Real Chapecoense no existía para muchos antes de este suceso deportivo. Hoy, paradojicamente, y aún sin jugar la final del evento, es el club de futbol más famoso del mundo.

Casi un milagro, un milagro futbolístico que no pudo ocurrir en la húmeda y tormentosa noche de Antioquia, cuando el aeropuerto quedaba a 5 minutos y cuando en el corazón de los futbolistas convertidos en pasajeros de su destino latía de manera acelerada, no porque presentían el peligro, sino porque llegaban a la tierra de una final, de su gran final, de su gran sueño. El final ocurrió mucho antes del silbatazo inicial en Atanasio Girardout.

La vida suele ser así. Es tal y como fueron esos últimos minutos en avión.

Tiene risas, tiene esperanza, tiene sueños...

Y al final, no tiene nada...

El ruido, el estruendo, la explosión, algún grito y ya está...

La vida se fue.

El sueño del Real Chapecoense se mantendrá...

@Faitelson_ESPN