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Imagínese, sólo imagínese que usted es, hoy, La Volpe

LOS ÁNGELES -- Ayúdeme. Por unos segundos. Y hasta que usted quiera. Una misión imposible. De empatía. De ponerse en los zapatos de alguien más.

Imagínese, pues, sólo imagínese, que se pone usted los zapatos... o mejor, la corbata encantada y metafísicamente conjurada de Ricardo La Volpe.

Imagínese, sólo imagínese...

1. Que regresa del exilio, del destierro, del infierno de lustros de fracasos acumulados, y que hoy es finalista del futbol mexicano con América ante Tigres...

2. Que -como dijo a Reforma- se sentía marginado, desdeñado, segregado, desechado del futbol mexicano y encuentra, súbitamente, la magnífica redención...

3. Que además, se mete a la Final con esa parchada -al ser eliminado por Chivas en Copa MX-- banderola del invicto, y dejando en el camino al Guadalajara y al Necaxa...

4. Que de las dudas, los cuestionamientos, los reproches, los abucheos, tras tomar un equipo en ruinas, hoy da, al menos, de momento, una ilusión a una afición carcomida de crisis por las calamidades en el Año del Centenario, en el Año del IndeCentenario...

5. Que le pone una pausa al suspenso y al misterio de la Final de la Liga, que le dice a Tigres, espérame, que voy al Mundial de Clubes y regreso a atenderte, con la promesa de "darle tiki-tiki al Real Madrid"...

Imagínese, sólo imagínese, las embestidas de sentidos y sentimientos en este entrenador que es hoy, en México, odiado por el 50 por ciento más uno, porque ha puesto de pie, en posición de combate, con sangre de guerrero, a un América que estaba sentenciado a la muerte más deshonrosa hace unas semanas.

El 22 de septiembre, Ricardo La Volpe recibía el mando envenenado de un América que podía ser su tumba o su resurrección. Era así, vida y muerte. El futuro sin brújula y el destino de tahúr.

Cierto: el América no juega como lo prometió La Volpe: "Ofensivo, espectacular, que proponga, que domine", pero, en tiempos en que, insisto, el fin justifica miedos y medios, ha ajustado su apetito personal al hambre, a la vorágine de una directiva y de una afición que quiere rescatar este caótico 2016 del Centenario.

Ante Necaxa puso e impuso orden, nuevamente, dejando a la aventura a sus asesinos del área. Sus bayonetas preferidas, los carrileros, se quedaron quietas, romas, sin filo. Alguna vez, esas posiciones eran ganzúas que abrían cualquier cerrojo. Hoy guarnecen sus temores en lugar de desguarnecer los ajenos.

Imagínese. Sí, imagínese el tsunami de ideas, de emociones, de sensaciones, dentro de esa cabeza siempre saturada de demonios, de dudas, de persecuciones, de supersticiones, de inseguridades, de sabiduría táctica.

Y encima, la amenaza que llega desde la Fiscalía de Jalisco. Si un día, porque así se legisla en México, si al juez asignado al caso "Podóloga versus La Volpe", le sale su sentimiento infantil de ser Chiva, o simplemente de antiamericanismo, o la suegra le alza la voz, le puede girar una orden de aprehensión, con el más preclaro e irrefutable argumento del mexicano: "Pos nomás porque sí".

Ayúdeme. Por unos segundos. Póngase en los zapatos de Ricardo La Volpe. Y ayúdeme y explíqueme, si puede, como debe sentirse un demonio saliendo con sus demonios del infierno, para que ese mismo demonio de los mil demonios, se instale en el cielo mediático del futbol mexicano.

Porque es así: hoy, en México, para muchos americanistas, LaVolpe es más adorado y venerado con José Alfredo y Juan Gabriel en una borrachera y es, sin duda, más odiado y despreciado que Donald Trump por la bulliciosa corriente antiamericanista.

Sólo puedo, personalmente, estar seguro de la felicidad extrema de La Volpe en medio de tantas convulsiones.

Porque, usted bien lo sabe, él es así, amante de sembrar vientos para cosechar tormentas.