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Derrota ante Israel desnuda miserias del béisbol cubano

Israel continuó su paso sorprendente por el Clásico Mundial de Béisbol y tras concluir invicto la primera ronda, arrancó la segunda fase con un triunfo frente a Cuba.

Hasta hace una semana, cualquier persona que se atreviera a pronosticar una victoria del debutante cuadro israelí sobre escuadras con la tradición de Cuba, Sudcorea y Taiwán y con el poderío ascendente de Holanda, habría sido ingresado de inmediato en un hospital psiquiátrico.

Algunos dirán que se trata de un equipo formado por peloteros judíos estadounidenses en su gran mayoría (lo cual es real), pero también es cierto que son hombres o muy veteranos, con experiencia de Grandes Ligas, o jóvenes con pocas millas en las Menores.

Y no es que estamos hablando de estrellas pasadas en las Mayores, pues ni el lanzador derecho Jason Marquis, ni el cátcher Ryan Lavarnway, ni el primera base Ike Davis tuvieron carreras gloriosas ni mucho menos.

Pero tanto los veteranos, como los noveles, conocen los fundamentos del juego y cómo ejecutarlos, sin aspavientos, ni espectacularidades, pero con eficacia.

El resultado ante Cuba, independientemente de la grata sorpresa que sigue representando este equipo israelí, desnuda las miserias del béisbol de la isla en la actualidad.

Si los cubanos están hoy en la segunda ronda se debió a un solo swing de Alfredo Despaigne que encontró la casa llena ante Australia en un partido de vida o muerte y no a un desempeño constante que significara una superioridad evidente sobre los rivales.

Y contra Israel, nuevamente un swing de Despaigne, aunque con la casa limpia, fue la causa de la única carrera de los antillanos en el encuentro.

Los lanzadores cubanos han sido mediocres, demasiado nobles y faltos de recursos, y si han sobrevivido hasta ahora es, en gran medida, al desnivel de calidad entre los dos grupos de la zona asiática, en comparación con las dos llaves de este lado del planeta.

Al mismo tiempo, la mayoría de los bateadores de la isla, acostumbrados a enfrentar a esos mismos pitchers endebles, se ven desconcertados ante serpentineros con mejores herramientas.

La diferencia más palpable la pone Despaigne, que ha crecido como bateador por su roce con lo mejor de la liga profesional japonesa.

Y mientras las autoridades cubanas continúen en su atrincheramiento ideológico, renuentes a convocar a los mejores peloteros que juegan en las Grandes Ligas, la otrora poderosísima selección se acerca más al fondo de su calidad y amenaza con convertirse en uno de los equipos más débiles en próximos Clásicos Mundiales.

Esta es la dolorosa realidad de un país que en algún punto de la historia, varias décadas atrás, le seguía los pasos a las Grandes Ligas en poderío, dominaba a su antojo las entonces muy exigentes Series del Caribe, era el máximo exportador de peloteros extranjeros al béisbol profesional de Estados Unidos y dominaba también la esfera internacional a nivel de selecciones amateurs.