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¿Tendrá Juan Carlos Osorio en la cancha guerreros o porcelanas?

LOS ÁNGELES -- Pura vida, eso espera Juan Carlos Osorio al enfrentar a Costa Rica este viernes en el Estadio Azteca.

Precipitadamente, Osorio incubó ilusiones en la afición mexicana, que aún siente resquemor por los Aztecazos.

En charla con José Ramón Fernández, Osorio asegura que "jugador por jugador", de club a club, y "de Liga a Liga", México es superior al futbol de Costa Rica.

Difícil rebatirle. Innecesario cuestionarle. Ocioso desmentirlo. México es favorito sobre Costa Rica además con el amparo del Estadio Azteca.

Pero Osorio olvidó uno de los principios que tanto defiende: "Los partidos hay que jugarlos". Y en efecto, porque desde ese primor soberbio y altanero del autoengaño, lo cierto es que el futbol mexicano ha desfallecido hasta el estado catatónico en las dos eliminatorias anteriores.

Sufrió en la ruta a Sudáfrica 2010, hasta casi rozar la eliminación, y para Brasil 2014 debió ir a la repesca ante Nueva Zelanda, principalmente por un acto de generosidad de EE.UU. al quitarle ese privilegio a Panamá en su propia casa.

Entonces, los antecedentes no pueden ser usados cínicamente cuando convienen, para, después ser desdeñados, cínicamente, cuando no nos convienen.

La historia reciente en eliminatorias debe despertar zozobra y cautela. Y la historia reciente de Costa Rica también debe provocar respeto y prudencia.

Los ticos llegaron a instancias deseadas por el futbol mexicano antes que éste. Llegaron a semifinales de la Copa Mundial de Clubes con el Saprissa, mientras los equipos mexicanos seguía y siguen, como los leprosos del banquete.

Además, su impresionante irrupción en la Copa del Mundo de Brasil, con un protagonismo absoluto, rebasando los estándares de la zona tercermundista de Concacaf, reclama que se le contemple con deferencia y aclamación.

Renegar de la historia, es exponerse a repetir esos mismos errores. La desgracia de la reincidencia es un pecado de arrogancia. Y Costa Rica se ha empeñado en enviar notificaciones constantes al Tri.

Incluso, en la Copa Oro anterior, la eliminación de Costa Rica, y después de Panamá, a manos de México, ocurrió como efecto de una balandronada arbitral para escoltar de manera aviesa, a que el Tri de Miguel Herrera ganara el otro medio boleto para jugar la repesca a la Copa Confederaciones de Rusia.

Y, lo cierto, es que ya entonces, ya por la época del primer Aztecazo, hasta las referencias recientes, las palabras de Osorio respaldaban el regocijo prepotente de la generalidad de los mexicanos, porque ya entonces, la Liga, los clubes y de jugador a jugador, México era superior, pero, entonces como ahora, el juez supremo, al final, es la cancha de futbol...

Tras el desborde emocionado de Osorio sobre la superioridad de México, enseguida, el técnico colombiano sacó el paragua: "Caminando no (pasará al Mundial de Rusia)", subrayando que será complicada la batalla.

Partiendo del principio de Osorio, si fuera por medir el poderío de Liga a Liga, Inglaterra dejaría de ser el hazmerreír de los Mundiales, y si fuera de hombre por hombre, Argentina y Brasil llevarían el privilegio, y si fuera de club a club, España montaría su señoría, y si fuera de afición por afición, China o la India, por número, se apoderarían de la Copa FIFA.

Lo único cierto, irrefutable e incuestionable, es que México sólo necesita la devoción, la pasión, la entereza, la adrenalina, la testosterona y la rabia de cada uno de los jugadores, con la que enfrentaron a Estados Unidos en Columbus.

Con eso, con, sin y a pesar de Osorio, México, genuinamente, estaría en la Copa del Mundo... caminando.

Pero, los hombres que sometieron a EE.UU. a veces dejan la piel de guerrero en la casa del burgués, y salen a la cancha con epidermis de porcelana...