Buster Posey ha sido incluido en par de ocasiones en la lista de incapacitados durante su carrera en Grandes Ligas, y ambas han dejado huella.
En mayo de 2011, Posey sufrió una devastadora lesión en su pierna izquierda en una colisión en la goma con el outfielder de los Marlins de Miami Scott Cousins. Posey regresó para aparecer cuatro veces en el Juego de Estrellas, llevar a los Gigantes de San Francisco a alzarse con títulos en 2012 y 2014 y evitar la lista de lesionados hasta este mes, cuando fue impactado en su casco con una recta de 94 millas por hora del lanzador de Arizona Taijuan Walker, pasando una semana recuperándose de la contusión.
En la mayoría de sus días tras el plato, Posey está sujeto a la misma letanía predecible de peligros. Es un imán para los foul tips en la máscara o sus nudillos, sin mencionar un bate que pueda golpearlo en la cabeza. Y si no está esparcido en el terreno tomando una slider errante, sus rodillas y espalda sienten el dolor de todas esas horas agachado. Ha aprendido de su propia experiencia que la vida peligrosa al estilo Salvador Pérez puede llevarlo a probar los límites de su tolerancia al dolor.
No obstante, Posey tiene aguante. Cuando se le sugiere que cambiarse a una posición distinta podría ayudar a su carrera de forma exponencial, se mantiene firme.
"Si llego al punto en el cual me dicen, 'Oye, sentimos que esto es mejor para el equipo', no voy a ser un hombre egoísta y decir que no", afirma Posey. "Hasta que me digan eso, mi valía está detrás del plato. Por más cliché que suene, se trata de ganar los partidos".
El Gerente General de los Gigantes Bobby Evans confirma que el equipo no tiene planes de cambiar a Posey en el horizonte. Los Gigantes firmaron al veterano agente libre Nick Hundley con la expectativa que Posey pudiese iniciar de 115 a 120 juegos detrás del plato. Sumen las 15 o 20 apariciones de Brandon Belt en primera base y otras como bateador designado, y Posey podría tener una expectativa de aproximadamente 145 cotejos esta temporada.
"Cuando tienes a un hombre que nos ha conducido a ganar tres títulos, mucho de ello se debe a su preparación y su guía de la rotación abridora y el bullpen", dice Evans. "Creo que lo distingue de otras posiciones... y otros hombres. Mi mentalidad es que somos mejor equipo con Buster presente, y mientras podamos mantenerlo allí, lo queremos hacer".
Es dificil imaginar a Posey manteniendo su calendario actual a largo plazo. Su contrato de nueve años y $167 millones expira en 2021, y si los Gigantes ejercen su opción por $22 millones para 2022, Posey tendría 35 años al final del pacto. El también receptor A.J. Pierzynski fue titular en 104 juegos con los Bravos a los 38 años, y Yadier Molina de los Cardenales acaba de acordar una extensión contractual por tres años a la edad de 34. Sin embargo, son notables excepciones que confirman la regla.
La mayoría de los catchers de primer orden deben lidiar con una realidad alterna: Más allá de la carga diaria inherente a su puesto, el paso del tiempo es la mayor amenaza que tienen en contra de mantenerse por mucho tiempo detrás del plato.
Mientras los Gigantes evalúan las consecuencias de la lesión de Madison Bumgarner corriendo bicicleta y con un arranque tan pobre que ha puesto toda la temporada en peligro, el rol de Posey con la organización se hace cada vez más complejo de definir debido a circunstancias cambiantes.
Defensivamente, se encuentra a su mejor nivel. Posey terminó con una carrera de ocho años por parte de Molina, alzándose con su primer Guante de Oro en 2016, y las estadísticas reflejan su excelencia a todo aspecto.
A la vez, los números de poder han declinado para Posey. Desde 2014, su total de jonrones ha decaído, de 22 a 19 y de ahí, a 14, con su correspondiente declive en el porcentaje de slugging, de .490 a .470 y luego .434. Aunque es difícil tomar conclusiones a partir de la presente temporada por la cantidad tan pequeña de juegos transcurridos y la temprana visita de Posey a la lista de incapacitados, apenas ha conectado un cuadrangular e impulsado tres anotaciones en 61 apariciones al plato.
Los estándares de la industria con respecto a la receptoría indican que es poco probable que esta tendencia se revierta mientras Posey, de 30 años, continúa haciéndose mayor. De acuerdo a John Fisher de ESPN Stats & Information, 104 catchers han mostrado un OPS por encima de .800 durante los últimos 10 años. De ese grupo, apenas 16 (o el 15 por ciento) eran mayores de 32 años.
Esa tendencia es aún más importante si consideramos las posiciones a las cuales los catchers tienden a trasladarse. De los 203 antesalistas que han tenido un OPS mayor a .800 durante las últimas 10 campañas, 27 por ciento eran mayores de 32 años. Esta cifra se incrementa al 28 por ciento para los 165 jardineros izquierdos, y 29 por ciento de los 215 tercera bases.
"Si llego al punto en el cual me dicen, 'Oye, sentimos que esto es mejor para el equipo', no voy a ser un hombre egoísta y decir que no. Hasta que me digan eso, mi valía está detrás del plato. Por más cliché que suene, se trata de ganar los partidos." Buster Posey
Aparte de todo lo anterior, el valor de una serie de números varía de una posición a la próxima: Un catcher con OPS de .800 es 14 por ciento mejor que el receptor promedio, pero un jardinero izquierdo con OPS de .800 es apenas 8 por ciento mejor que el jardinero izquierdo promedio.
Cuando las gerencias consideran cambiar a los catchers a otros puestos, hay dos interrogantes predominantes: (1) ¿Ayudará un cambio de posición a que el receptor se mantenga saludable y mejore su longevidad como pelotero activo? y (2) Si un catcher es un fuerte productor detrás del plato pero con números promedio en otra posición, ¿tiene acaso sentido el cambio?
Al igual que Posey, el receptor de los Rangers de Texas Jonathan Lucroy tiene 30 años, con cerca de 700 aperturas de por vida detrás del plato y una contusión en su hoja de vida (consecuencia de un foul tip en la máscara en septiembre de 2015). Al contrario de Posey, Lucroy es elegible para ser agente libre en noviembre. Entiende que su valor en el mercado abierto es mayor porque produce en una posición en la cual la ofensiva es dificil de conseguir.
"Primero, soy receptor", dice Lucroy. "Es mi mejor posición, y me enorgullece mucho eso. Lo he dicho en el pasado cuando se me hace la pregunta: pasaría de ser un receptor por encima del promedio a un primera base por debajo del promedio. Sería distinto si bateara 30 jonrones por año, pero no es así".
A través de los años, algunos catchers de categoría se han cambiado de puesto por varias razones. En 1992, los Astros cambiaron a Craig Biggio a la segunda base ya que pesaba 75 kilos y temían no sobreviviese a una colisión violenta en el plato. Biggio, entonces de 26 años, terminó conectando 3.000 imparables y llegó al Salón de la Fama. Joe Torre igualmente experimentó una resurrección de su carrera luego que los Cardenales de San Luis lo pasaran de la receptoría a la inicial a los 28 años de edad. Dos temporadas después, se alzó con un título de bateo (.363) y el premio al Más Valioso de la Liga Nacional.
En 2014, los Mellizos de Minnesota colocaron a Joe Mauer en la inicial debido a crecientes preocupaciones con su salud. Mauer se recuperaba de una contusión, sin mencionar que cargaba problemas con su rodilla, espalda, caderas, hombros y piernas, siendo la mejor opción para los Mellizos tratar de maximizar los cinco años que le quedaban en su extensión contractual por $184 millones.
"La mayoría de los receptores querrían jugar esa posición mientras puedan", dijo Mauer. "Realmente disfruté esa posición y la extraño. Obviamente, lo mío fue más una necesidad. Traté de conseguir la mayor cantidad de médicos que me dijeran que estaba bien, pero no fue así".
Si bien Mauer lo ha hecho mejor quedándose como primera base, sus números no son los mejores en su nueva posición. En 2016, el porcentaje de slugging de .389 de Mauer estuvo en el puesto 22 entre los inicialistas de las Grandes Ligas con al menos 400 apariciones al plato.
Para Posey y otros receptores que eventualmete consideran un cambio, las repercusiones emocionales son difíciles de ignorar. De las ocho posiciones en el terreno distintas a la de pitcher, los catchers y campocortos son los más celosos cuando se trata de conceder su feudo.
Johnny Bench expresó este sentimiento en una entrevista de 1981 con el diario The New York Times, y es aún vigente para este selecto club. Al lamentarse por un codo resentido, uñas de dedos de pie rotas y espasmos persistentes en su espalda, Bench describió el encanto de la posición de catcher.
"No hay nada igual", dijo Bench. "Tienes una sensación de control. Tu tiempo siempre está ocupado. Y cuando las cosas van bien, estás en sincronía con el pitcher, se siente como un conductor de una orquesta sinfónica. Puedes batear de 4-0, pero si conduces un buen partido, haces out a un corredor en intento de robo o bloqueas una anotación, sientes que has colaborado".
En 1982, Bench se cambió de catcher a tercera base esperando agregar un brillo final a una carrera digna del Salón de la Fama. Cometió 19 errores en 103 apariciones como titular en la tercera base y se retiró a la temporada siguiente, con 35 años de edad.
Lucroy, dos veces miembro del roster del Juego de Estrellas, comenzó como catcher a los 12 años en Pequeñas Ligas e inmediatamente se adaptó. En los 18 años desde entonces, ha encontrado que la aceleración, la adrenalina y el sentido de gratificación que obtiene de esta posición superan a sus instintos de conservación.
"Nosotros, los catchers, cuando nos reunimos, entendemos las dificultades del puesto", dice Lucroy. "Otros dicen, 'sopórtenlo'. Pero no entienden lo que se siente el recibir un foul tip en la garganta. Tienes que ser tonto o loco para intentarlo atrapar. No hay forma que una persona en su sano juicio se pondría ahí a soportar semejante cosa todo el tiempo".
"Salgo al terreno a diario, sabiendo que probablemente sufriré de artritis por el resto de mi vida, y eso se sabrá cuando tenga 60 años, aparecerán cosas que serán consecuencia de todo esto. Pero, ¿saben qué? Eso está bien. Estoy dispuesto a hacer ese sacrificio aquí y ahora, porque amo lo que hago".
Posey tiene la misma sensación de logro cuando revisa los reportes de scouting y ayuda a que los lanzadores obtengan un triunfo con baja anotación en contra. En sus esfuerzos para prolongar esta experiencia, está pensando constantemente en formas de mantenerse fresco y superar los problemas que vienen con la edad. Quizás significa pasar un poco menos de tiempo en la jaula de bateo, o pasar algo más en el cuarto del trainer.
"Puedo ver las curvas de edad y tratar de aprender de ello, diciendo 'Muy bien, quizás necesito ajustar algunos entrenamientos o pasar más tiempo en la tina helada'", dice Posey. "Hay cosas que hacer hoy que serán distintas a lo que hacía cuando tenía 23, 24 o 25 años".
Al transcurrir su novena temporada en las Mayores, el compromiso emocional de Posey le dificulta el imaginar ver el partido transcurrir en otro lado que no sea las barras de la máscara.
"No digo esto de forma egoísta, pero creo que hay un buen valor al tener un buen bateador detrás del plato y tener la capacidad de poner un buen bateador en la primera base también", dijo. "Quizás mi carrera se acorte por tres años si sigo así. Pero sé que estoy haciendo el máximo posible".