LOS ÁNGELES -- Bajo el amparo comodino, huidizo, temeroso, de los timoratos, con la execrable letanía mediocre del "pero ganamos" y "somos líderes por encima del Campeón de Europa", se comienza otro tétrico camino de ocultismo.
El balance es breve, en este 2-1 de México sobre una Nueva Zelanda a la que el Tri del Piojo Herrera le hizo nueve goles en dos juegos, con una selección al vapor, sin europeos, y con León y América como base emergente.
1.- Alfredo Talavera fue el jugador más valioso de México. Rescató el pellejo de una selección que fue dando facilidades asombrosas, entre el desconcierto de sus zagueros.
2.- Javier Aquino fue el futbolista más determinante de México, pero sobre todo expuso la ñoñez del cuerpo técnico de Nueva Zelanda, que jamás reaccionó a poner una garita en la autopista que había por su lado derecho. En ese paraíso, Aquino dio el catálogo de virtudes para que un astuto agente haga su chanchullo y lo coloque en la élite europea.
3.- Estoico Oribe Peralta. Más allá del gol de la victoria, la devoción para hacer las tareas incluso de sus fantasmales compañeros. En esa combatividad se agrega Raúl Jiménez, aunque en dos ocasiones desperdició generación de gol por esos desplantes petulantes que le invaden.
4.- Carlos Salcedo y Héctor Moreno bajo observación médica. 72 horas, el lapso hasta la cita con Rusia. Parece imposible que se recuperen.
5.- Técnicamente, Juan Carlos Osorio hizo ocho movimientos, en su plan demencial de rotaciones, respecto al 2-2 con Portugal. "Se trata de que todos jueguen, de que todos en la familia del vestidor estén contentos", explicó una vez. Ocho, sí, ocho modificaciones.
6.- Y mientras la afición mexicana decide portarse bien y omitir el grito que FIFA considera homofóbico, el entrenador Juan Carlos Osorio es captado en HD y para la inmortalidad de las redes sociales, dedicándole envenenada, soberana, iracunda, sentida, profunda, rotunda, obscena, procaz y políglotamente una mentada de madre que se trepó al #TrendTopic de las redes sociales con su #MotherFucker.
7.- Un arbitraje, espantoso de nuevo, permisivo al equipo mexicano, que tiene su hecatombe con una zacapela en el desenlace, y que a pesar del auxilio del temible y cuestionable VAR, no expulsa a Héctor Herrera ni a dos de sus agresores. Dicho está: el VAR es perfecto, los que los manejan son perfectamente imperfectos.
8.- Ese primer tiempo de México: confuso, confundido, errático, con jugadores mal posicionados, sin entendimiento, dubitativos, tibios hasta en la disputa de la pelota y como un montón de mocosos a quienes sólo les dijeron que hicieran lo que pudieran. La legión #SálveseQuienPueda.
9.- México mejoró en el segundo tiempo. Nueva Zelanda le entregó la cancha y la pelota. Se dedicó a resistir con el 1-0 de ventaja. En ese acoso, en ese dominio, México acusó la bobalicona estrategia de no saber definir a pesar de pasear el balón en el área. Fue superior porque Aquino marcó diferencia, mientras que Jürgen Damm es sólo un correloncito de vecindario, porque cuando urge apelar a las neuronas, para centrar o disparar, la azotea la tiene vacía.
10.- En ese escandaloso recurso y discurso de que es líder "encima del Campeón de Europa" por diferencia de goles, se viene la pregunta venenosamente urgente: ¿permitirá Vladimir Putin que se termine la fiesta en casa? ¿Y Osorio hará ocho nuevas rotaciones en su equipo, incluso, siendo capaz de dejar fuera a Javier Aquino y a Alfredo Talavera?
Y ahora, en estas 72 horas, escuchar los cánticos de los conformistas, de los sumisos, con esos estribillos recurrentes para tratar de transfigurar el caos en esperanza: "pero ganamos" y "somos líderes por encima del Campeón de Europa".
Decía el francés Delavigne que "desde los tiempos de Adán los necios están en mayoría", y su paisano Boileau que "un necio encuentra siempre otro aún más necio que le admira".