La Selección Mexicana de futbol está en una encrucijada. Su actuación en la Copa Confederaciones puede resultar determinante para un proceso que con apenas una derrota en partidos oficiales, ya estaba en el ojo del huracán. Por eso el partido de este sábado ante Rusia, anfitrión del torneo, resulta más importante de lo que parece.
Un empate ante Portugal y una victoria ante Nueva Zelanda lo hubiera firmado casi cualquier aficionado antes de empezar la Confederaciones, el problema está en el cómo se consiguieron esos resultados. Contra Portugal, el Tri fue el México clásico de Juan Carlos Osorio: de a ratos muy bueno, de a ratos perdido en el partido y sin saber qué hacer con el balón. Ante Nueva Zelanda se combinaron varios factores para dar paso a una decepción, casi a un drama. El Tri se imaginó a un rival y se encontró a otro muy distinto. Osorio hizo ocho cambios a su alineación titular y México le faltó el respeto a su contrincante y también a su propio futbol.
Osorio podrá tener su estilo y la FMF lo conocía cuando lo contrató, pero una cosa es ser fiel a tus principios y otra muy distinta ir por la vida sin la capacidad (o la voluntad) de adaptarte a las circunstancias. El susto ante Nueva Zelanda tiene que ser la última llamada de atención para el técnico colombiano, que a esta altura debe entender que en un torneo corto (siempre son así los de selecciones) se vale dosificar pero no poner literalmente a otro equipo sobre la cancha.
Este sábado a México le bastaría con un empate para llegar a semifinales de la Copa Confederaciones. Si eso es lo que consigue ante Rusia, e incluso si gana, es muy probable que su próximo partido sea ante Chile y todos sabemos lo que eso significa: enfrentar los fantasmas del 7-0. Se acabó el tiempo de los experimentos para Juan Carlos Osorio. Si las formas no acompañan a los resultados es probable que incluso los jugadores comiencen a mostrarle su descontento. En el fútbol toda la vida ha habido titulares y suplentes, y ninguno lo es por casualidad.
Este sábado deberá regresar Ochoa, Rafa Márquez tendría que tomar el lugar de Moreno si el central de la Roma no se recupera, Luis Reyes y Miguel Layún repartirse los laterales porque son los únicos naturales para esas posiciones, Jonathan Dos Santos volver a controlar el mediocampo y Chicharito aparecer como lo que es, el nueve con más jerarquía del futbol mexicano. Ese es el primer paso. Si México lo da con firmeza el siguiente objetivo debe ser reafirmar ese mismo once cuando en semifinales llegue el ansiado duelo ante Chile, o quizás, Alemania.