Cuando parecía que ya las cosas no podían salirle peor a los Mets de Nueva York, el venezolano Asdrúbal Cabrera lanzó una bomba que desnudó la fragilidad de un clubhouse al borde del colapso.
Cabrera regresó de la lista de lesionados y el manager Terry Collins lo recibió con la noticia de que ya no sería el campocorto titular del equipo, sino que sería movido a la segunda base.
El veterano dominicano José Reyes, quien ocupó la posición del torpedero durante la ausencia del venezolano, sería quien jugaría a tiempo completo en las paradas cortas, al menos, hasta que el prospecto Ahmed Rosario esté listo.
La respuesta del venezolano fue pedir a la gerencia que lo cambien a otro equipo, lo cual crispó más los ánimos dentro del vestidor.
Aquí cada parte tiene su poco de razón. A sus 31 años, Cabrera está en una de las peores campañas de su carrera, no se sabe si debido a una mala racha prolongada o al inicio ya de la curva descendente en su rendimiento.
Defensivamente hablando, los números del venezolano lo ponen entre los peores campocortos de toda la actualidad, con 11 errores en 171 lances, para un horrible promedio de fildeo de .936.
De todos los torpederos de las Grandes Ligas, sólo los jovencitos e inexpertos Dansby Swanson (12), de los Bravos de Atlanta, y Tim Anderson (16), de los Medias Blancas de Chicago, han cometido más pifias que Cabrera, aunque en muchas más oportunidades que el venezolano, por lo que sus promedios de fildeo son mejores, .961 y .936, respectivamente.
En las estadísticas sabermétricas, el venezolano tiene -9 carreras salvadas a la defensa, para engordar más el caso en su contra y a favor de la decisión del equipo.
Ya por ahí Cabrera lleva las de perder, pues la llave del infield requiere de defensa excelsa, aquella que él mostraba hace ya varios años atrás, cuando jugaba para los Indios de Cleveland.
Con el madero tiene una campaña promedio, acorde con sus cifras habituales, que no son para nada extraordinarias.
Y con esas condiciones, no será fácil encontrar un equipo que lo reciba y le garantice un puesto como campocorto titular.
Ahora bien, en defensa del jugador hay que decir que el método del equipo no fue el correcto.
Según declaró el propio Cabrera, Collins le informó del cambio de posición apenas se reintegró de la lista de lesionados, sin previo aviso.
El pelotero parece haber tomado esto como una señal de que el equipo no lo tiene en sus planes a futuro y no ejercerá la opción de más de ocho millones por un año en el 2018.
Cabrera no será ni el primero, ni el último que se incomode al ser movido de la posición que más tiempo ha defendido en su carrera.
Desconozco las interioridades de su contrato, si existe alguna cláusula que le permita bloquear ciertas acciones y decisiones, pero no es que lo están relegando a la banca.
Va a seguir jugando todos los días, algo con lo que sueñan cientos de jóvenes que cada año ingresan al sistema de ligas menores.
Una decisión tan drástica y radical como pedir cambio a otro equipo no es algo que debe tomarse en caliente, a la ligera.
Esa es algo que se hace con la cabeza fría, luego de una charla con el agente, con un estudio del mercado que muestre las posibilidades reales, si existen, de encontrar el trabajo que uno quiere.
Pero ahora el mal ya está hecho y la relación entre el pelotero y el equipo está fracturada, quizás para siempre.