LOS ÁNGELES -- Contrataron en México a Juan Carlos Osorio para consumar una hazaña: el 'quinto partido'. Convertido en el azote conkakafkiano, que es como el sarampión tundiéndole a púberes tragaldabas, con los adultos, desfallece como ninfa de fábula.
En tres encuentros oficiales ante adversarios clasificados entre los mejores 15 del mundo en el termómetro promiscuo de FIFA (Chile, Alemania y Portugal), ha recibido 13 goles y marcado tres. El sendero al 'quinto partido' tiene ese tipo de emboscadas.
Más allá de la farsa farandulera del juego por el tercer lugar, que a Portugal le importa tanto como el precio del kilo de chinicuiles en el Mercado de La Merced, México es vapuleado por Alemania por 4-1. Después del 2-0, los teutones se dedicaron a juguetear.
Campeón de las rotaciones demenciales y estrafalarias, Juan Carlos Osorio se convirtió también en el predicador supremo de los pretextos, dando, de esa manera, argumentos, o sofismas, para que los ciegos que lo siguen como su lazarillo, como mocosos bobalicones al Flautista de Hamelín, se sumaran al apostolado de los embaucadores.
Osorio ha hecho del "hubiera" la conjugación huidiza y perfecta del cómo culpar al universo, excepto a sus alineaciones excéntricas, alucinógenas, además claro de sus rotaciones, sus cambios y, claro, hasta de su manera de trabajar.
Y claro, los vocingleros -incondicionales y condicionados--, de sus metidas de pata, cauterizan sus propias llagas con los subterfugios de su profeta.
"Fuimos eficientes, más no efectivos". "Si hubiéramos metido todas las que tuvimos". "El marcador no es justo". "Fuimos mejores, pero ellos nos golearon".
Y sin duda, la homilía del fracaso se frota consoladoramente con el autoengaño.
México fue rebasado. Desde el vestuario. Desde la charla técnica. Desde la alocución fantasiosa de Imanol Ibarrondo: "Tú eres mejor que cualquier alemán", debió decir a cada uno de los verdes escolapios del fracaso. Y seguro tiene razón, a pesar de que ese 4-1 tiene mejor verborrea que la de este "gerenciador" español, del que puntualmente Javier Aguirre dijo que "nunca supe de él en mis 14 años dirigiendo en España".
¿Giovani dos Santos dentro? ¿Chicharito en la cancha? Y dejar a Oribe Peralta y a Carlos Vela fuera. ¿Oswaldo Alanís en lugar de Luis Reyes? "Metí a dos centros delanteros altos para buscar remates por arriba", explicó en su auto abogacía Osorio. Y ambos tiraron más centros que conectar remates.
Pero, recordemos que antes y después de ese 7-0 ante Chile y este 4-1 ante Alemania, Juan Carlos Osorio jamás se ha equivocado, según él, en su toma de decisiones. Al final, las circunstancias, el rival y los pecados de sus jugadores, son las explicaciones puntuales del holocausto mexicano.
Este moderno Poncio Pilatos se lava las manos con los jirones tricolores.
Y ojo: a pesar de que muchas pilmamas de Osorio, y otros emisarios advenedizos del #MeMetoEnLoQueNoMeImporta, aseguran que los jugadores mexicanos tienen un nivel paupérrimo para competir con los 15 primeros de esa clasificación caprichosamente montada por FIFA, lo cierto es que en grupo, en conjunto, bajo un genuino liderazgo, estos mismos futbolistas son capaces de mucho más de lo que los miedos, los atavismos, y los prejuicios egoístamente soberbios de Osorio les permiten.
Lo preguntábamos hace tiempo en Raza Deportiva de ESPNDeportes: ¿Ha entregado Osorio un rendimiento embelesador de al menos 70 u 80 minutos en su proceso? Jamás. Al menos, eso, con Javier Aguirre, Miguel Herrera, Mejía Barón, Manuel Lapuente y Ricardo LaVolpe llegó a consumarse porque con el colombiano, lo que se consigue, es consumirse.
Después de esta nueva debacle competitiva del Tri, ¿creerán en la bufonada de las rotaciones y de somos una familia, jugadores como Carlos Vela y Oribe Peralta?
¿O hasta el mismo Andrés Guardado, quien hasta parece ingeniárselas para ganarse la suspensión en juegos clave?
¿Con que estatura moral, puede armar Osorio una comedia, un sainete verborreico para convencer a sus engatusados jugadores de que el indulto los espera con la guirnalda de cobre del tercer lugar? Hoy, Juan Carlos Osorio reedita aquello de Los Once del Patíbulo.
Hoy, el ambiente del vestuario hacia Juan Carlos Osorio, debe estar tan saludablemente solidario, fraternal, unido, blindado, como aquella época de absoluta mentira cuando comenzó el proceso degenerativo de José Manuel Chepo de la Torre con el Tri.
Hoy, a los ojos de los jugadores mexicanos, los sermones exitistas de Osorio e Ibarrondo deben tener la misma contextura y credibilidad que fotografías de vedettes en Instagram. Más silicón que consistencia.
¿Debe seguir Osorio? Es mucho pedirle valentía a Decio de María. Debe estar trémulo, titiritando y más asustado que el colombiano. Su teléfono está esperando la llamada de su jefe supremo desde el Salón Oval de Televisa. Si se va Osorio, Decio debería cerrar la puerta detrás de él.
¿Los 18 dueños de equipos, y por lo tanto dueños de la selección mexicana? Han demostrado ser tan abúlicos, timoratos, cobardicas, irresponsables y agachones que se convierten en cómplices pasivos, pero no inocentes, de este nuevo descalabro.
Mientras tanto, usted decida si se trepa cómoda y furtivamente a la caravana ilusionista del autoengaño: "Es que si hubiéramos...".