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El boxeo y la "felicidad perfecta"...

Anoche la tuvo o quizás se acercó a ella, pero hubo quienes decidieron tomar otro camino y buscar vacío, duda, incertidumbre, cuando en realidad lo que sobró fue valentía y condiciones boxísticas de dos auténticos "guerreros" del ring. Golovkin y "El Canelo" nos brindaron 36 minutos de una batalla fragorosa y memorable. Hubo muchas personas que, al final, se concentraron en lo más importante de lo menos importante. Qué pena, porque yo, por primera vez en 35 años cubriendo boxeo en Las Vegas, al sonido de la campana final, me levanté a aplaudirle a los dos boxeadores. Había presenciado una gran exhibición y un empate perfecto.

LAS VEGAS, Nevada.- Mi mujer dice que en la vida siempre hay dos opciones: la más fácil es amargarse y quejarse de todo. La más compleja y espinosa es atesorar y disfrutar lo que tienes.

El boxeo pudo haber conocido su "felicidad" plena el sábado por la noche en Las Vegas. Una pelea a sangre y fuego entre dos guerreros del cuadrilátero. Al final, en lugar de pararse y aplaudir (yo lo hice por primera vez en mi carrera de más de 30 años de periodista) hubo quienes abuchearon, lamentaron y criticaron la decisión. La mayor parte de los expertos, boxeadores, ex boxeadores y aficionados se concentraron en la tarjeta de una juez que evidentemente estaba equivocada y en preguntarse si en realidad un pugilista u otro merecían más la victoria. Casi nadie reparo o se detuvo a pensar que habíamos sido testigos de uno de los combates más emocionantes en la historia de la división mediana, una tremenda exhibición de 12 rounds donde Gennady Golovkin y Saúl "El Canelo" Alvarez habían dejado sobre el ring hasta la última gota de sudor, de clase y de capacidad boxística y mental que tenían. Una demostración impresionante, que nos tuvo a todos al borde de la butaca y con las pulsaciones aceleradas. El kazajo fiel a su estilo de ir al frente, de conectar el jab una y otra vez y de sacudir la mano derecha como un poderoso "pistón" que hace daño. Y "El Canelo", también, en lo suyo: contragolpeando, mostrando destreza e inteligencia para quitarse golpes, para no detenerse en una zona que prácticamente significaría un "suicidio" y pegando con gran fortaleza a las zonas "blandas" de su rival.

No tengo nada que reclamarle a ninguno de los dos boxeadores. Fueron un ejemplo de entrega absoluta de acuerdo con las grandes virtudes y también con los defectos que cada uno de ellos posee. Golovkin y "El Canelo" no se guardaron nada. Los dos entendieron eso y saltaron a los brazos de sus manejadores festejando el triunfo cuando la campana (tristemente) detuvo el gran espectáculo que estábamos disfrutando. Y todo ello para que, al final, un grupo de "ignorantes" boxísticos (es la forma más decente de llamarles) abucheara al "Canelo" o reclamara algún tipo de despojo en la decisión de la pelea.

Nunca, en muchos años de cubrir boxeo en Las Vegas, había presenciado una pelea que en realidad mereciera un empate. Los empates en el boxeo son complicados porque al ser un deporte de apreciación requiere de un equilibrio casi perfecto, exacto y esta pelea la tuvo. Nombrar a un ganador corría el riesgo de cometer una injusticia. Esta vez no la hubo. Fue un empate perfecto.

El boxeo ha visto como su credibilidad ha descendido dramáticamente en los últimos años. Esta pelea había cumplido con creces, sobre el ring, para volver a creer en el deporte. La reacción en las graderías de la T-Mobile Arena y en las redes sociales me parece totalmente inapropiada y ajena a lo que vimos y disfrutamos plenamente sobre el cuadrilátero de Las Vegas.

¿Quién me puede asegurar plenamente que Golovkin ganó la pelea? ¿Quién me puede afirmar que "El Canelo" mereció el triunfo? Las estadísticas indican que el mexicano aterrizó más golpes de poder. ¿Por qué la mayor parte de los boxeadores activos y retirados creen que Golovkin fue despojado de una clara victoria?

Todos perdimos el tiempo en ello en lugar de apreciar las grandes condiciones del combate y la entrega absoluta de los dos boxeadores. Lo único que en verdad lamenté fue el final de la maravillosa exhibición y que no hubo más rounds para seguir disfrutando del gran boxeo y de la valentía incondicional de GGG y del "Canelo".

Después de tanto buscarlo en la última época, el boxeo pudo haber conocido una "felicidad" casi perfecta, pero hubo quien decidió elegir otro camino: el amargo, el que indicaba despojo, vacío, duda e incertidumbre...El camino más fácil de tomar.

@Faitelson_ESPN