Sin mucho ruido y con pocos focos sobre sí, el cubano José Abreu ha sido, indiscutiblemente, uno de los mejores bateadores que ha habido en las Grandes Ligas por los últimos cuatro años.
Desde que debutó en el 2014 y ganó de manera unánime el Novato del Año de la Liga Americana, Abreu ha sido un modelo de consistencia, promediando average de .301, con 31 jonrones y 102.5 carreras impulsadas por campaña.
Además, tiene una media de 181.5 imparables y 36 dobletes en 154 juegos por año, prueba también de que ha sido un jugador saludable, que apenas se ha perdido 34 partidos desde que debutó en las Mayores.
Su promedio de embasamiento a lo largo de su carrera es de .359 y su slugging anda por .524, pero tanto talento es un verdadero desperdicio en los Medias Blancas de Chicago, cuyo estadio, el Guaranteed Rate Field, antiguo Cellular Field, es el número 27 en asistencia entre las 30 franquicias de Grandes Ligas.
No nos engañemos. De la misma manera que los Mets son "el otro equipo" de Nueva York, los Medias Blancas son los hermanos pobres de los Cachorros en Chicago.
Mientras en Wrigley Field se juega a estadio repleto, con una entrada promedio de 34,460 fanáticos por día, al parque del "otro equipo" de la Ciudad de los Vientos asisten como media poco más de 20 mil aficionados, contando los boletos de temporada completa que se cuentan aunque no estén ocupados los asientos.
Abreu es una superestrella callada, con una ética de trabajo envidiable, que sería de gran ayuda para algún equipo con aspiraciones reales y que de seguir en Chicago, difícilmente llegue a probar alguna vez las mieles del triunfo.
Entre los rumores que circulan en este mercado que se mueve a ritmo lento, su habla de que los Medias Rojas de Boston estarían interesados en el cubano, ante la necesidad de un hombre realmente poderoso en la parte gruesa de la alineación.
Su primera base de las dos últimas temporadas, el dominicano Hanley Ramírez, va en la curva de descenso y próximo a cumplir 34 años, cada vez se acerca más al posible rol de bateador designado, pues sus constantes problemas de lesiones han limitado su tiempo de juego y ya en el 2017 compartió funciones con Mitch Moreland, quien se fue a la agencia libre.
En la campaña regular, los Medias Rojas quedaron en el lugar 27 entre todos los equipos en cantidad de jonrones conectados, con 168.
Asimismo, en un año en que se rompió el récord colectivo de más vuelacercas y en el que 41 bateadores dispararon 30 o más, nadie de Boston logró llegar a esa cifra y el máximo jonronero del equipo fue Mookie Betts con 24.
Boston ha estado indagando por el dominicano Carlos Santana y Logan Morrison en el mercado de agentes libres, pero la opción de conseguir a Abreu puede resultar económicamente más viable para la franquicia con la tercera nómina más alta de todo el béisbol, más allá de tratarse de un bateador muy superior a los dos mencionados.
Ya los Medias Rojas estuvieron interesados en contratar sus servicios cuando este escapó de la isla y vino a probar suerte en las Mayores, aunque al final fue Chicago quien se lo llevó con un contrato de 68.5 millones de dólares por seis campañas.
Abreu, con más de 100 remolcadas y 25 jonrones en cada una de sus primeras cuatro campañas, podría ser el hombre que realmente llene el hueco dejado tras el retiro de David Ortiz, a quien tanto echaron de menos en el 2017 unos Medias Rojas anémicos de poder.
Y no es que en Boston tenga garantizado ganar, pero al menos tendrá la esperanza de competir, algo que con los Medias Blancas parece cosa de ciencia ficción.