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Al Mundial, Rafa Márquez y 22 más

LOS ÁNGELES -- Más allá del pelotón de carne de cañón citado ante Bosnia en San Antonio, del cual no más de seis o siete en verdad pueden ir al Mundial de Rusia, se roba la ceremonia chilaquilera un mea culpa de Juan Carlos Osorio.

"Una de las áreas que debo mejorar es el liderazgo", reconoció el técnico colombiano en la tertulia premundialista.

Podría agregarse la falta de autocrítica y la falta de coherencia en sus ideas. Cito ejemplos, un par de ellos bastan...

1.- "Tengo jugadores de primer nivel para hacer un papel histórico en el Mundial", dijo. "Con estos jugadores, el entrenador debe hacer milagros", se culipandeó en Futbol Picante de ESPN.

2.- "El futbol mexicano es respetado en todo el mundo, no sólo su Liga sino su selección. Por eso muchos países en Europa quieren jugar con nosotros", declaró. "El futbol mexicano está sobrevalorado", reculó de nuevo en Futbol Picante de ESPN.

Pero, la enciclopedia de contradicciones necesitaría de varios blogs y mucha paciencia de los tres o cuatro pelagatos que se asoman a esta tribuna.

Le falta liderazgo, confiesa Osorio. Sin duda. No ha sido capaz de encontrar el lenguaje ni la actitud para conmover a sus seleccionados nacionales.

Cito una reflexión histórica, siempre vigente, nunca obsoleta, de Manuel Lapuente: "Con el jugador mexicano hay que hablar cada día, todo el día, todos los días, para que comprenda el gran privilegio y la gran responsabilidad de ser seleccionado mexicano".

No es culpa de Osorio. Él asume que el futbolista mexicano comprende el magnífico entorno que se le ofrece al jugar un Mundial. Pero se equivoca.

Pasó lo mismo con Sven Goran Eriksson. Daba indicaciones puntuales, pero él creía que como los jugadores británicos en particular, o los europeos en general, se sublevarían ante la condecoración de ser seleccionados nacionales. Y se equivocó. Y fracasó.

Insisto, no es culpa de Osorio si no puede hurgar bajo la piel del jugador mexicano, para encontrar esas fibras sensibles que le sacudan la testosterona, las gónadas, y que ponga espíritu absoluto al servicio del equipo.

Y por eso he insistido: el 7-0 no es culpa total de Juan Carlos Osorio, hay una responsabilidad mayoritaria del jugador.

Y por eso, también he subrayado: la victoria de México en Columbus ante Estados Unidos, el peor EEUU de los últimos 30 años, es más mérito de la devoción y pasión de los jugadores que de las indicaciones de Osorio.

Seamos justos: ni el peor holocausto del Tri es pecado capital de Osorio, ni la épica en Columbus es su condecoración absoluta.

Liderazgo. Y tiene razón. Por eso le trajeron a Imanol Ibarrondo, el fecundo hortelano de las bellotas, quien asegura que dentro de cada una, hay un poderoso roble.

Ibarrondo fracasó con los jugadores. Vamos, sus mejores analogías y arengas, tuvieron menos impacto que las que alguna vez usó Hugo Sánchez en su sesión narcisista de motivarlos con videos suyos durante su gloriosa etapa como Pichichi en el Real Madrid.

Liderazgo. Osorio no puede. Ibarrondo fracasa. Y llaman a Gerardo Torrado. Un jugador de tuétano explosivo. Un hombre que desafío y venció el sistema y al Pacto de Caballeros. Y que incluso fue uno de los líderes (Perea, Chaco y Corona) en aquel Cruz Azul subcampeón, sí... subcampeón.

Liderazgo. Aquí sustento mí tesis: al Mundial, Osorio debe llevar a Rafa Márquez y a 22 más.

El aparentemente sempiterno capitán del Tri es el mejor socio en el vestuario. Vamos, tiene una ascendencia sobre el grupo muy superior a cualquier otro en la historia de la selección mexicana, incluso muy superior a la de Hugo Sánchez en el México de 1986, cuando el Pentapichichi era visto con recelo por casi todos.

Rafa Márquez ha empezado a colaborar con Osorio y tal vez sin que éste lo sepa. El defensa del Atlas está convencido que más allá de la pretensión táctica de Osorio, lo más relevante es la devoción absoluta en la cancha.

Ojo: Márquez ni remotamente pretende sabotear la jefatura del colombiano. Por el contrario, pretende respaldarlo para que se consume ese liderazgo que él no tiene, que Ibarrondo no pudo conseguir, y que dudo, en lo personal, que Torrado pueda imponer.

Saltarán los atarantados que vendrán a sacar los cadáveres de Márquez. Cierto se equivocó en el Mundial 2002, y su cabeza se desubica cuando encara a EEUU.

Habrá, los más torpes, que insistirán en seguir considerándolo totalmente culpable de ese conflicto con la Tesorería de Estados Unidos.

Lo cierto es que Rafa Márquez es el futbolista mexicano más ganador de títulos en Europa, y por encima de su lamentable pasaje por la MLS, regresó a ser Bicampeón con el León y a ser el punto de apoyo para la selección de Miguel Herrera.

Es encomiable la confesión de Osorio: debe preocuparse por el liderazgo, pero, para su fortuna, podría entender que apoyándose en Rafa Márquez, tendría más tiempo para elucubrar sobre las rotaciones y los aberrantes cambios de posición de sus jugadores.