ORLANDO, Florida -- "Algo huele mal en Dinamarca" es una expresión en República Dominicana que usamos cuando ocurre una situación rara o inexplicable. La frase original es un poco más expresiva ("Algo huele a podrido en Dinamarca") y se encuentra en uno de los diálogos de la tragedia "Hamlet" del gran William Shakespeare.
En el caso del estado actual de las Grandes Ligas, no sabemos exactamente en donde está el "ratón muerto", pero el mal olor indica que algo no está bien, ya que a dos semanas de que arranquen los campos de entrenamientos, cerca de dos centenares de jugadores, incluyendo los mejores agentes libres de este invierno, no saben donde jugarán en el 2018, si es que finalmente juegan en algún lugar. Vamos por partes.
Los bateadores J.D. Martínez, Eric Hosmer, Mike Moustakas, Carlos González, Todd Frazier, J.J. Hardy, Eduardo Núñez, Carlos Gómez, Logan Morrison, Yunel Escobar, José Bautista, Melky Cabrera y Jonathan Lucroy y los lanzadores Yu Darvish, Jake Arrieta, Lance Lynn, Alex Cobb, Greg Holland, Jaime García, Francisco Liriano y Jason Vargas son solamente algunos de los desempleados más llamativos del béisbol.
La semana pasada, Scott Boras, el agente más importante de la industria, dijo que el béisbol necesita eliminar "el cáncer de la falta de competitividad". Simultáneamente, la Asociación de Peloteros (MLBPA) se quejó formalmente ante la oficina del comisionado (MLB) por el comportamiento de los Marlins de Miami y Piratas de Pittsburgh, que han reducido sus nóminas salariales de manera alarmante al punto de, posiblemente, entrar en violación del acuerdo laboral colectivo.
Y todo eso ocurre cuando las ligas mayores vienen de un año en el que superaron sus ingresos brutos por 15ta. temporada consecutiva y superaron los $10 mil millones de dólares por primera vez en su historia, de acuerdo a lo que dijeron fuentes de la industria a la revista Forbes en noviembre.
¿Cómo es que un negocio que pasa por el mejor momento económico de su historia enfrenta la recesión de firmas importantes más grave de su existencia?
Las Grandes Ligas tienen un sistema de agencia libre que favorece a los clubes por los primeros seis años de servicio del pelotero y posteriormente recompensa al jugador con una proporción "X" de las ganancias de la industria. Desde el nacimiento de la agencia libre en 1976, los salarios de los peloteros han crecido exponencialnente hasta alcanzar un promedio récord de $4 millones de dólares en 2017.
El salario mínimo de MLB en 2017 fue de $535 mil dólares y subirá a $545 mil en el 2018. El ingreso promedio del resto de los trabajadores de Estados Unidos fue de $51 mil dólares en el 2017. La gran diferencia no es casualidad.
Mientras Estados Unidos apenas se está recuperando de la Gran Recesión de 18 meses de 2008-09, la más larga desde la II Guerra Mundial (una crisis que comenzó en el sector inmobiliario, llevó bancos a la quiebra, redujo la economía nacional en un 4,4% y aumentó el desempleo a cerca del 10%), los ingresos del béisbol han crecido en un 325% en los últimos 25 años.
Las Grandes Ligas tienen sus reglas para determinar quien puede optar por la agencia libre y como puede firmar nuevos contratos. Es un mercado de oferta y demanda. La primera ley en los mercados financieros establece que el precio de un bien es aquél para el que se igualan la oferta y la demanda. Los precios subirán si la demanda es mayor que la oferta y bajarán si la oferta es mayor que la demanda.
Ya sea por la oferta calificada, que aún modificada sigue castigando a los clubes por firmar nuevos agentes libres; la calidad de la actual clase de agentes libres, la necesidad de guardar dinero para la clase superior del próximo año, el impuesto a las nóminas que superen los $197 millones o lo que sea, el mercado está frizado y eso no es normal. Cuando algo parecido ocurrió en el pasado (más recientemente entre 1985-88), los jugadores acusaron a los equipos de colusión, que es lo mismo que confabulación, para bajar los precios.
El reclamo de los jugadores por las colusiones de finales de los 80 concluyó en noviembre de 1990 con un acuerdo donde los dueños de equipos aceptaron pagar $280 millones de dólares en compensaciones por los daños causados a los agentes y la MLBPA se encargó de repartir el dinero entre los afectados.
En lo que se refiere a la situación actual, no sé si los propietarios de equipos se pusieron de acuerdo para controlar los precios de los agentes libres, pero sí sé que entrando al mes de febrero, JD Martínez, Eric Hosmer, Yu Darvish, Jake Arrieta y otros 180 tipos están sin trabajo. De nuevo, no sé lo que es, pero "Algo huele mal en Dinamarca".
Ahora vamos con Boras, quien le dijo a Ken Rosenthal (del portal "The Athletic"): "Tenemos que eliminar el cáncer de la falta de competitividad. No podemos dirigirnos a nuestra afición vendiendo la promesa de perder para ganar después. Eso es destructivo para nuestro deporte porque ha eliminado un tercio de la competitividad".
Es posible que Boras esté molesto porque la inactividad de este invierno ha sido más cruel para él que para muchos otros agentes de jugadores. Boras representa a Martínez, Hosmer, Moustakas, Arrieta, Holland, Carlos González y Carlos Gómez, por mencionar algunos desempleados.
Es posible que Boras esté exigiendo contratos exagerados para sus representados o que simplemente algunos dueños se estén cobrando viejas cuentas. No sé. Pero lo que nadie puede negar es el hecho de que cerca de 200 peloteros, de Boras y otros agentes, no tienen empleos cuando los equipos ya celebraron sus caravanas invernales y despacharon los camiones con la utilería de entrenamientos a Arizona y Florida.
Y finalmente tenemos el tema de los Marlins y los Piratas, dos equipos de mercados pequeños que este invierno han salido de sus principales jugadores (Miami cambió a Giancarlo Stanton, Marcell Ozuna, Dee Gordon y Christian Yelich y Pittsburgh a Gerrit Cole y Andrew McCutchen) en el reinicio de sus eternas reconstrucciones, algo que no tiene nada de nuevo ni de malo, excepto por un pequeño detalle.
Grandes Ligas, una empresa de un país capitalista, tiene un sistema de repartición de beneficios que funciona como una especie de modelo socialista en decadencia: Los equipos que más dinero generan deben repartir partes de sus beneficios con los que tienen menos entradas, incluso si eso significa recompensar la mediocridad e incentivar "el cáncer de la falta de competitividad".
Pero hasta ese sistema fallido tiene sus reglas. De acuerdo al pacto laboral colectivo, los equipos que reciben dinero del sistema de repartición de beneficios deben usar los fondos exclusivamente en tratar de mejorar el desempeño en el terreno.
En resumen, ese dinero no es para cancelar deudas personales o corporativas, sino para invertirlo en jugadores.
Solamente por el sistema de repartición de beneficios y los derechos de TV nacional, los Marlins recibieron $110 millones de dólares el año pasado. Agreguen a eso que este año todos los clubes recibirán un pago de $50 millones por la venta del 33% de BAMTech, empresa de retransmisiones afiliada a la MLB, a Disney por mil millones de dólares.
Eso quiere decir que los Marlins, y (más o menos, los Piratas), recibirán cerca de $160 millones de dólares de parte de Grandes Ligas. La oficina del comisionado dijo en el fin de semana que no prepocupa al gobierno de las ligas mayores el cumplimiento por parte de los Piratas y los Marlins de las disposiciones básicas del acuerdo con respecto al uso de los ingresos recaudados.
¿Entonces cómo es que un equipo que recibirá $160 millones de dólares antes que se haga el primer lanzamiento de la temporada está cambiando a todas sus estrellas y no ha firmado un solo agente libre? ¿Cómo se llama recibir $160 millones y armar una nómina de $90-100 millones? Eso signficaría comenzar la temporada con más de $60 millones de ganancias, sin contar con el dinero de la televisión regional y los boletos que venderá, principalmente, por los clubes visitantes que sí tienen nóminas caras.
Incluso alguien muy malo en matemáticas como yo podría llegar a la conclusión de que no competir es el mejor negocio actualmente en las Grandes Ligas. Por no competir, a los clubes se les paga mucho dinero y se les excusa el armar rosters descoloridos y por debajo del costo promedio de su industria.
En fin, "Algo huele mal en Dinamarca".