El mercado de agentes libres en Grandes Ligas sigue lento, y a dos semanas de que abran los campos de entrenamientos primaverales, unos 200 jugadores siguen sin trabajo.
Entre ellos está el bate más cotizado disponible en la agencia libre, el del cubanoamericano J.D. Martínez, quien hasta ahora la mejor oferta que ha recibido es la que le hicieron los Medias Rojas de Boston, por 100 millones de dólares en cinco temporadas.
El poderoso Scott Boras, agente de Martínez, quiere más, mucho más, pues según reportes, busca para su cliente un pacto superior a los 200 millones y entre siete y diez temporadas, algo que, tal como se está moviendo el mercado, parece imposible de conseguir.
El pelotero nacido en Miami demostró en el 2017 ser una máquina de batear jonrones e impulsar carreras, las dos categorías fundamentales de la ofensiva, aunque las nuevas métricas traten de minimizarlas.
En 119 juegos de la pasada campaña, Martínez despachó 45 bambinazos y remolcó 104 carreras, tras perderse mes y medio al inicio de la temporada por una lesión.
Sólo Giancarlo Stanton (59) y Aaron Judge (52) botaron más pelotas que él, pero...
Con 30 años cumplidos, la aspiración a un contrato de diez temporadas suena utópico, pues los equipos parecen finalmente haber aprendido la lección.
Esos pactos tan largos a jugadores que ya superaron la treintena terminan convirtiéndose en pesadas cruces en sus últimos años, cuando no hay proporción entre salarios y rendimiento.
Además, por segunda campaña seguida, Martínez ha tenido limitaciones por problemas de salud. Mientras en el 2017 jugó 119 partidos, un año antes participó en 120 encuentros.
Son 83 los juegos que se ha perdido en dos años, el equivalente a poco más de media temporada.
Sin embargo, a pesar de esos contras, la oferta de Boston es demasiado baja para uno de los dueños de mayor poder en bruto de todo el béisbol.
Sobre todo, después de que Lorenzo Cain, un bateador bastante inferior, acaba de recibir un acuerdo con los Cerveceros de Milwaukee por 80 millones y cinco años.
Pero a pesar de la necesidad de un bate de su calibre, los Medias Rojas no parecen inclinados a mejorar la oferta.
Es ahora que los Indios de Cleveland deberían aprovechar a ir tras sus servicios.
Es allí donde Martínez parecería encajar a las mil maravillas, pues aunque su defensa está por debajo del promedio, los Indios tienen unos jardines llenos de dudas.
Michael Brantley ha jugado apenas 111 partidos en dos años, 11 en el 2016 y 90 en el 2017, y no se sabe cuándo estará listo para jugar en el 2018, tras someterse en diciembre pasado a una cirugía en el tobillo derecho.
Jason Kipnis, aunque no lo hizo mal, es un segunda base convertido en patrullero central, con apenas 11 juegos en esa posición, mientras el equipo perdió en la agencia libre a Jay Bruce y a Austin Jackson, quienes fueron a los Mets de Nueva York y los Gigantes de San Francisco, respectivamente.
A eso súmenle que la ofensiva de la tribu se debilitó cuando el dominicano Carlos Santana hizo sus maletas rumbo a los Filis de Filadelfia y que en dos campañas más su compatriota Edwin Encarnación, de 34 años, terminaría su actual contrato.
Por eso suena conveniente asegurar a Martínez para colocarlo en el medio de una alineación que tendrá por delante al quisqueyano José Ramírez y al puertorriqueño Francisco Lindor, dos hombres de alto promedio de embasamiento que podrían anotar muchas carreras remolcadas por el cubanoamericano.
Pero para ello, la gerencia necesita abrir a billetera con más amplitud que Boston, aunque sin caer en peligrosos excesos, para que no duela pagar en los años finales del contrato, cuando el jugador entre inevitablemente en la curva descendente de su rendimiento.