Durante el año pasado, cuando Hanley Ramírez se preparaba para los entrenamientos primaverales y lo que sería su primera experiencia como bateador designado, David Ortiz le impartió varios consejos de forma amistosa.
"¿Quieres de verdad saber qué me dijo?", expresó Ramírez, con una sonrisa iluminando su rostro. "Honestamente, lo que me dijo fue: 'Habrá días en los que te volverás loco. Porque todo lo que puedes hacer es batear y, cuando las cosas no van bien, pues, ¿qué puedes hacer?' Solo sales y tratas de no pensar en ello hasta tu próximo turno".
Pues bien, siendo Ortiz como es, probablemente puso varias palabrotas de grueso calibre con el único fin de enfatizar lo que quería decir. Sin embargo, el mensaje a Ramírez no pudo ser más claro: Ser bateador designado es difícil. Mucho más difícil, de hecho, de lo que la mayoría piensa.
Por ello, fue oportuno el momento escogido por Ortiz para visitar el campamento de los Medias Rojas de Boston la semana pasada, días después de la llegada de J.D. Martínez, acabando de firmar su contrato por $100 millones, como nuevo toletero encargado de estar en el corazón defensivo. Martínez, quien fuera jardinero durante su carrera de siete años con los Astros de Houston, Tigres de Detroit y Diamondbacks de Arizona, se espera sea en mayor medida bateador designado con los Medias Rojas, y entiende bien que deberá hacer ciertos ajustes.
Martínez, de 30 años, tiene promedio ofensivo de por vida con OPS de .857 y 152 cuadrangulares en 2.828 turnos al bate. En 38 partidos como designado (pequeña muestra, seguramente), ha conectado 35 imparables en 140 turnos (.250) con OPS de .756 y seis cuadrangulares.
Si hay un pelotero que puede hacer la transición a un rol solamente ofensivo, debería ser Martínez, cuya preparación como bateador es una de las más meticulosas del béisbol. Graba diariamente en video su práctica de bateo, para enviársela a su coach de bateo personal Robert Van Scoyoc a fin de asegurarse que su swing esté funcionando correctamente. Incluso mantiene un registro en un cuaderno durante los partidos, con sus observaciones sobre los estilos y planes de ataque de varios lanzadores.
Y eso es solo una parte de la rutina diaria de Martínez.
"Es muy diligente con lo que hace cada día", afirma Van Scoyoc, quien ayudó a Martínez a cambiar su swing tras la temporada 2013, lo cual transformó su carrera de forma dramática. "Hay una lucha constante en todas las cosas que necesita hacer. Me cuesta identificar otro pelotero que hace cosas así de manera diaria".
Martínez es sin duda estudioso. Sin embargo, está a punto de enfrentar su mayor reto mental. Si antes podía quitar su mente de un mal turno ofensivo al tomar su guante y trotar hacia las praderas, ahora deberá buscar otros métodos para ocupar su tiempo entre cada turno, formas que no involucren el obsesionarse con las múltiples inseguridades que suelen apilarse en un deporte en el cual los mejores entre los mejores fallan casi en el 70 por ciento de sus oportunidades.
Por lo menos Martínez ahora contará con mayor tiempo para hacer lo que parece disfrutar más: perfeccionar su swing en la jaula de bateo, analizar videos de turnos previos y estudiar tendencias de los pitchers.
"Solía hacer eso cuando jugaba al jardín derecho también. Eso nunca me detuvo", expresó Martínez en su primera rueda de prensa como miembro de los Medias Rojas. "Siempre estoy hambriento de nueva información y cosas así. Diría que el reto de ser bateador designado consiste en aprender la rutina y mantenerse suelto, calentar y estar listo para (el próximo turno al bate). Pero sin duda esto podría ser algo positivo".
Al menos Martínez cuenta con buenos modelos a seguir. De hecho, tiene a dos de los mejores.
Durante tres temporadas y media en Detroit, mientras maduraba para ser uno de los mejores sluggers de la Liga Americana, bateó detrás de Víctor Martínez, cuyos hábitos de estudio son similares a los de J.D. Desde 2011, Víctor Martínez está en segundo puesto entre todos los bateadores designados en porcentaje de embasado (.357) e impulsadas (486), además de ubicarse en el tercer lugar en cuadrangulares (106) y porcentaje de slugging (.453).
"Era muy bueno el poder verle", expresó J.D. Martínez a los periodistas la semana pasada. "Me dio un modelo a seguir. Creo que será un poco diferente con respecto a Víctor porque éste es un poco mayor que yo. Soy más joven. Entonces, creo que deberé intentar más el mantenerme suelto y hacer otras cosas".
Además, cuenta con el ejemplo de Ortiz, quien a principios de su carrera fuera inicialista para luego convertirse en el decano de los bateadores designados en sus 14 campañas con Boston. Tras su retiro luego de la zafra 2016, Big Papi tiene los récords de todos los tiempos en las categorías de hits (2.191), carreras anotadas (1.254), jonrones (485) y empujadas (1.569) para un bateador designado. Ahora, con Ortiz presente de manera ocasional con el equipo patirrojo como asistente especial del Fenway Sports Group, Martínez tendrá acceso a Ortiz como recurso asesor.
Las primeras lecciones se impartieron el jueves pasado, alrededor de una jaula de bateo en el complejo primaveral de los Medias Rojas.
"Estuve sentado allí durante la práctica de bateo, toda la práctica, y pensé: 'Me voy a sentar a su lado y sólo le escucharé", dice Martínez. "Porque uno nunca sabe. Podría hablar durante 40 minutos y podría decir una sola cosa que uno siempre recordará. Fue muy agradable".
Hasta ahora, Martínez conocía a Ortiz solo por haber jugado en su contra. Sin embargo, lograron forjar nexos la semana pasada, al comparar sus similares trayectorias de carrera. Ortiz no se convirtió en un slugger temido por todos sino hasta haber sido cesanteado por los Mellizos de Minnesota luego de la temporada 2002. Entonces contaba con 27 años, uno más que Martínez cuando los Astros lo liberaron al final del entrenamiento primaveral de 2014.
"Su carrera ha sido básicamente similar a la mía", dice Ortiz. "Uno pasa de ser uno más a llegar a convertirse en súper estrella si uno nunca olvida su origen, y yo creo en esa clase de peloteros. Y sé que ellos vienen acá, no dan nada por sentado y aportan sus mejores esfuerzos. Por eso, me gusta contar con J.D. aquí".
El sentimiento es mutuo. Martínez comparó la presencia de Ortiz dentro del campamento de Boston a jugar al lado de la estrella de los Tigres Miguel Cabrera. Martínez describe a Cabrera como una persona tan conocedora del bateo, que podría evitar la práctica y aun así, ligaba tres imparables en un partido.
"Le digo: 'Miggy, ¿no vas a tomar práctica de bateo hoy?' Y me respondía, 'No, hermano. Estoy relajado'", indicó Martínez a los periodistas. "Está sentado frente a su armario con un bate en la mano y dice: 'Estoy tomando práctica de bateo'. Es todo el tema de la visualización mental. Nunca olvidaré las cosas que Miggy solía hacer".
"Víctor no era así. Víctor, por su parte, tenía que batear cada día. Víctor era muy estudioso. Uno aprende cosas distintas. En mi caso, debo entender qué me va a funcionar (como bateador designado). Aún no sé qué será".
El coeficiente intelectual de Martínez en lo que a bateo respecta es sumamente alto, sus hábitos de trabajo tan diligentes, que es muy probable que lo entienda en poco tiempo. Por si acaso, Ortiz estará allí para recordarle que su búsqueda no será sencilla.