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Para Bryce Harper esta temporada se trata de hablar menos y hacer más

Bryce Harper estaba listo para las cámaras.

Parado frente a su vestidor pocas horas antes del partido inaugural en casa de los Nacionales de Washington, rodeado por una marea de lentes y micrófonos, se asemejaba muchísimo a un hombre que entendía bien que estaría rodeado por una marea de lentes y micrófonos. A pesar de la hora tan temprana, su cabello estaba perfectamente peinado. Su rostro, aún bronceado luego de dos meses en el sol de la Florida, estaba relajado. Su pullover de satín azul (con las palabras "TEMOR A DIOS" tejidas en su espalda) brillaba en las luces que lo bañaban.

Esa escena fue un contraste total con lo vivido la mañana anterior, cuando Harper recorría el clubhouse de visitantes en Atlanta, aún medio dormido. Si bien su rostro mantenía el color bronce, su cabello estaba mucho más que despeinado. En vez del pullover de satín, vestía un monótono suéter de capota de los Nacionales de color gris. Al recorrer la habitación en dirección hacia su puesto, cantaba el coro del tema de Green Day "Wake Me Up When September Ends" ("Despiértenme cuando termine el mes de septiembre"). Quizás era un guiño que reconocía la diferencia entre un partido a principios de abril antes de emprender un viaje y un encuentro de playoffs en octubre escenificado en horario estelar.

Estos días, cuando se trata de lidiar con los medios, Harper, quien se encuentra en el año final de un contrato lo cual, debido a la mera naturaleza de su inminente vencimiento, lo convertirá en una de las personas seguidas más de cerca en el mundo del béisbol durante los próximos seis meses, habla de forma prudente. Habla cuando se espera que lo haga, cuando lo necesita. Así lo hizo durante los entrenamientos primaverales, cuando estuvo sentado en medio de una sala llena de periodistas y comenzó su discurso anual del "Estado de Bryce" al leer frases de aperturas preparadas cuidadosamente, concluyendo al decir que "saldría por esa puerta" si alguien se atrevía a formular una pregunta con respecto a su futuro más allá de la presente temporada. O tal como ocurrió el jueves pasado, cuando Washington acrecentó sus esfuerzos publicitarios al anunciar una extensión contractual al Gerente General Mike Rizzo horas apenas del primer duelo en el Nationals Park.

"Me gusta venir a casa", expresó Harper de forma tranquila al ser preguntado con respecto al debut de su equipo en la capital de Estados Unidos. "Disfruto jugando en el Nationals Park. Es mi casa. Es una parte de este equipo, forma parte de esta organización".

Habló durante cuatro minutos y dijo cero cosas controversiales. Se han acabado esos días en los cuales Harper desataba una tormenta al decir "¿Dónde está mi anillo?", como lo hizo al principio del Spring Training en 2015, poco después que los Nacionales agregaran al as Max Scherzer a una rotación ya repleta de talento. Han pasado los días en los cuales vestía una gorra de camionero con la frase "Hagamos al béisbol divertido otra vez", tal como lo hizo el ex Jugador Más Valioso al dirigirse a los medios tras el primer partido de la campaña 2016, en una clara alusión al eslogan de campaña electoral del hoy presidente de Estados Unidos Donald Trump.

Esta nueva fase de Harper no significa que él no tenga cosas con las que quisiera desahogarse, o que él no es precisamente uno de los atletas más conscientes en cuanto a mercadeo que existen en la actualidad, o que en algún momento no deje que su "agitador interno" suelte una de las suyas, al mejor estilo de "me iré por esa puerta". El caso es que, por estos días, el jardinero de 25 años (y además, hombre casado quien ya está en su séptima temporada en Grandes Ligas) estará más dispuesto a hacer saber su mensaje a través de redes sociales o de una vestimenta bien seleccionada y menos a hacerlo con frases y sonidos. Está dispuesto a dejar que su bate hable por él. Y no se confundan, su bate habla muy fuertemente.

A poco más de una semana de iniciarse el último año de su contrato, Harper se ha convertido en un símbolo ambulante de aquellos que hablan poco y cargan un gran madero. El sábado, en duelo ante los Mets, el primer seleccionado del draft 2010 la sacó del estadio contra el relevista Hansen Robles, un disparo por la barda opuesta de 405 pies que representó su quinto cuadrangular de la joven temporada, cifra líder en las Mayores. A pesar de ciertas dificultades recientes (bateando de 9-1 con cinco ponches en sus últimos tres compromisos), Harper ostentaba, antes de la jornada del domingo, un OPS de 1.043 que comanda la Liga Nacional. Ha duplicado su cifra de boletos con respecto a los ponches y, sin importar las precauciones sobre los pequeños muestreos, se encuentra encaminado a negociar 200 boletos. Incluso, sus outs han sido productivos, empatando el liderato del Viejo Circuito en elevados de sacrificio.

Empezar una temporada de forma encendida no es nada nuevo para Harper, quien, durante su joven carrera, ha elevado el "arranque a toda velocidad" de un pelotero a niveles de forma de arte. Según las cifras de Baseball-Reference.com, tiene OPS de por vida de 1.087 durante los meses de marzo y abril. Eso lo coloca en el tercer puesto de todos los tiempos entre aquellos que han jugado al menos 100 encuentros en sus carreras antes del mes de mayo. ¿Quiénes son los dos señores ubicados sobre él en dicha estadística? Dos tipos llamados Babe Ruth y Ted Williams.

La diferencia entre Harper y los dos miembros del Salón de la Fama mencionados arriba es que Ruth y Williams estaban siendo ellos mismos. Ruth terminó su carrera con un OPS de 1.164, el mejor en la historia de las Grandes Ligas. Williams, por su parte, ostenta OPS de por vida de 1.116, ubicándose así en el segundo puesto. En otras palabras, el OPS de Ruth de 1.089 entre marzo y abril fue realmente mediocre, considerando su producción. Se puede decir lo mismo de Williams y su OPS de 1.088. Harper, por otro lado, tiene OPS de .905 durante sus más de seis temporadas en las Mayores. Si bien no es una cifra para nada despreciable, se trata de un declive de 200 puntos con respecto a su marca en marzo y abril.

Entonces, ¿de qué se trata? ¿Qué hace que Harper se encuentre en una forma digna de mitad de temporada en una época del año en la cual se supone que los pitchers están en mejores condiciones que los bateadores y los campos de béisbol tienen la tendencia de asemejarse a pistas de hockey sobre hielo?

"Sólo intento tener buenos turnos", dijo Harper, casi susurrando, al preguntársele antes de iniciar su encuentro inaugural en Washington con respecto al por qué de su producción tan buena al arrancar la zafra. "Sólo veo muchos lanzamientos, trato de conseguir envíos que pasan sobre el plato y que puedo manejar. Trato de hacer lo mejor que pueda".

Es cierto que eso no suena muy distinto a lo que Harper o cualquier otro pelotero grandeliga se esfuerza en hacer regularmente, independientemente si se trata del Juego 1 o del Juego 162 o de cualquier otro partido entre ambos, es porque no lo es. Lo que sí es distinto, al menos, en el caso de Harper, es que éste se encuentra sano.

En 2015, la primera temporada en la cual Harper pudo lograr mantenerse en plenitud de condiciones de inicio a fin, terminó registrando OPS de 1.109 (convirtiéndose así en el Jugador Más Valioso designado de forma unánime a menor edad en la historia del béisbol). Siguió esa actuación sumando OPS de 1.121 en abril de 2016 (además alzándose con los honores al Jugador del Mes). Sin embargo, luego tuvo que lidiar con un misterioso y prolongado slump en el cual, aparentemente, las lesiones jugaron un rol fundamental. Durante la pasada zafra, antes de sufrir una espantosa lesión en su rodilla en agosto, tuvo OPS de 1.034 y parecía ser una buena opción para repetir como Más Valioso.

Para resumir: los números de Harper cuando está sano son muy similares a aquellos que suma cuando el calendario indica que estamos en los meses de marzo o abril. Todo esto nos indica que el secreto para sus encendidos arranques de temporada (incluyendo el actual, en el cual debe cargar en hombros el inmenso peso de representar el fin de su contrato) no es secreto en absoluto. Y él lo sabe bien.

"Si me mantengo sano", dijo Harper durante el Spring Training, "puedo ser uno de los mejores jugadores de este deporte".