Los reflectores invocaban hacia el numero “10” de la “Verdeamarella” cuando Bélgica había logrado, con los letales contragolpes, una pesada ventaja de 2 goles a 0. Y entonces, “el mundo” puso los ojos sobre Neymar y le cuestionó: ¿Estás listo? ¿Aceptas el reto? ¿Eres quien dices ser? Y Neymar lo intentó, pero no apareció, justo mientras el pentacampeón agonizaba sobre el césped de Kazán. Era la noche de Neymar. El futbol, Brasil y el destino se lo reclamaban. Él, decidió esconderse…
MOSCÚ, Rusia.- En la noche de Kazán, el mundo estaba listo para proclamar a la nueva gran figura del futbol. Y Neymar, a su manera, lo intentó. Es un hecho: no pudo. Decidió esconderse.
Cuando estuvo en el suelo, entre el arbitro y el “VAR” le dijeron que no, Cuando estuvo de pie, su trascendencia no alcanzó. Y mientras la agonía brasileña se hacía patente, Neymar se alejaba del protagonismo que tanto le reclaman sus seguidores y sus detectores. Parecía el momento, el día, la jornada en que la que daría un paso hacia el frente y quizá dejaría, en un escenario fastuoso, a miembros de su misma especie y nivel como Messi y como Cristiano Ronaldo. Neymar tuvo esa oportunidad. La dejó escapar mientras los minutos se consumían frenéticamente a las orillas del Volga.
El Mundial buscaba encumbrar a nuevo protagonista y Neymar reunía las características. La realidad es que mostró su futbol y sus incuestionables habilidades a cuentagotas. Al final, Brasil había dejado la atmósfera para que apareciera su numero “10”. Lo esperó pacientemente. En la fase de grupos, en tanto Neymar terminaba de carburar, Coutinho tomaba la estafeta de Brasil. Con él, al frente, fue suficiente para pasar en el primer lugar de un grupo que incluía Suiza, Serbia y a Costa Rica. Luego, en los octavos de final, contra México, Neymar seguía avocado a sus exageraciones, a pasar más tiempo en el suelo que de pie. Entonces, apareció Willian, y le dio la profundidad que Brasil necesitaba para pasar sobre México. Es obvio que las dificultades crecerían con el pasar de las noches en tierras rusas. La gran prueba llegó esta noche. Neymar ha reprobado.
No es que todas las carencias brasileñas puedan achacársele directamente a él. También sería injusto no reconocer el valor de los belgas que, con Hazard, De Bruyne y Lukaku, poseen la fortaleza para impactar y vencer a cualquiera, pero era la ocasión que tanto había esperado Brasil y el mundo del futbol para medir la verdadera trascendencia de un futbolista dotado de las cualidades más exigentes del juego. ¿Podría cargar Neymar con Brasil en esos momentos? ¿Neymar le dará la “vuelta” al partido? ¿Neymar es el único que puede poner a Brasil de cara al viento otra vez? Las respuestas se perdieron en el silbatazo final del serbio Mazic. Neymar no pudo.
Perdió Brasil y perdió Neymar. Brasil que se jugaba un regreso a una élite competitiva luego de aquel 1-7 en el Mineirâo, ante Alemania, hace 4 años y Neymar que podría haber aprovechado las ausencias, en estas instancias, de Messi y de CR7, para ponerse al mismo nivel que ellos.
Era la noche de Neymar. Se escondió.