Traten de ser imparciales y contesten esta pregunta: Si Saúl 'Canelo' Álvarez hubiera llegado a la pelea del 15 de septiembre en Las Vegas como campeón mediano y Gennady Golovkin como el retador, y durante la contienda los números de Compubox favorecieran al mexicano en una apretadísima contienda, ¿el kazajo se alzaría con la victoria?
No tengo la menor duda que NO; bajo ningún concepto Golovkin ganaría.
Los números no mienten.
Ni siquiera se hubiera llegado a la decisión mayoritaria, tal y como sucedió en el combate en que el mexicano (115-113, 115-113 y 114-114) se erigió como campeón mundial de las 160 libras.
Dispensen autocitarme, pero el año pasado escribí: "El nocaut es la única opción de victoria del kazajo. Si no te apellidas Mayweather, es imposible en Las Vegas ganarle en las tarjetas al mexicano (...)".
Lo mantengo y ojalá que los próximos rivales del cobrizo pugilista acaben de comprenderlo.
Sin embargo, esta vez no me sabe tan amarga la decisión. (Aunque sigo creyendo que para destronar al campeón hay que hacerlo de manera inobjetable y eso no sucedió en el T-Mobile Arena en la segunda edición del combate).
Fue una pelea extremadamente pareja. Donde un empate se justificaba más que en el primer pleito.
Canelo cumplió su palabra. No fue el correlón de la primera vez. Ajustó y se convirtió en el agresor. Hizo honor a la tradición guerrera de los púgiles mexicanos. Salió a ganar y encontró a un GGG, un año más viejo, pero que le neutralizó lo necesario para conservar el estatus de campeón mundial.
Pero así no lo quisieron los jueces.
Acusarles de robo esta vez me parece desmedido. Reitero, fue un combate de altísimo nivel y muy parejo. Aunque tampoco aplaudo una decisión que perdjudicó al kazajo.
GGG pudiera exigir una tercera contienda, pero ya Canelo está hablando de pelear en diciembre, lo cual descartaría la revancha inmediata. Para Golovkin el tiempo es un enemigo funesto. Él será más viejo y Canelo seguirá siendo 8 años más joven.
Polémica aparte, Canelo salió fortalecido de la T-Mobile Arena. Guste o no, demostró que es un peleador de élite. Se llevó los cinturones mundiales medianos a casa, aplacó la ira de sus críticos y puso una piedra sobre el escándalo de dopaje por clembuterol.
Y sobre todo, demostró que ahora sí él es el presente y el futuro del boxeo.