LOS ÁNGELES -- Procesión llorosa con el alma encadenada al flagelo del hubiera. Cortejo rojiblanco del genocidio imaginario en Chivas. Carnaval de plañideras.
"Si hubiera seguido Matías (Almeyda)... ora pro nobis". "Si se hubiera quedado Rodolfo Pizarro... ora pro nobis". "Si hubieran retenido a Rodolfo Cota... ora pro nobis". "Si hubieran asegurado a Oswaldo Alanís... ora pro nobis".
Hoy, la romería del fatalismo, perpleja, paralizada, no encuentra el camino del arrepentimiento, frente a los números de José Saturnino Cardozo: 12 de los últimos 15 puntos posibles.
Y los idos, los añorados, los objetos del desencanto... ¿qué ha sido de ellos? Deambulan...
1.-- Matías Almeyda repartiendo currículums a diestra y siniestra, sin que logre pepenar un contrato, tras las calumnias del Pelagatos 2.0 (AKA, según Ricardo Peláez, José Luis Higuera), para exterminarlo en la lista de candidatos al Tri.
2.- Escandalizado, incrédulo, Monterrey se pregunta cuándo va a llegar Rodolfo Pizarro a Rayados. Los casi 20 millones de dólares invertidos, producen menos que nopales en Alaska.
3.-- Rodolfo Cota se embadurna de errores y se traga un gol una jornada sí y otra también, lejos de la consistencia en Chivas.
4.- Tras perderse el Mundial, la fantasía europea de Oswaldo Alanís se reduce. Creyó que estaría en la pasarela de Miss Universo, y termina en la Feria de las Flores de Tinguindín.
Y mientras tanto, Chivas y Cardozo están a un escalón de la zona de Liguilla. Golea a Rayados el fin de semana, pero aún en las capillitas ardientes del aficionado de Chivas, hay más ofrendas por los idos, que por los vivos.
Habrá quien diga que Almeyda dejó la mesa puesta para Cardozo. Pero ciertamente le hurtaron tres patas, antes de la mudanza.
Tras un calamitoso inicio, al menos, hoy, el Guadalajara olisquea la Liguilla, lejos, por ejemplo, del cierre de torneo de Almeyda, con cuatro derrotas en el Clausura 2018.
Cierto: Cardozo no ha ganado nada aún. Hoy, la Liguilla es una posibilidad, pero queda medio torneo para tratar de consumar el boleto.
¿Tiene equipo para ser protagonista de la Liguilla? Difícilmente, pero, se ha visto, de repente, sin pisar cancha, la nación rojiblanca reverbera milagros.
¿Los novatos? No son hechura de Almeyda, son continuación de un trabajo en la organización del Rebaño. Este fin de semana, Cardozo acercó a la madurez a Beltrán y a Cervantes e irá trabajando con los Macías y los Godínez, etc.
Lo que no puede hacer Cardozo es rejuvenecer las osamentas de futbolistas de articulaciones momificadas, ni tampoco desatarantar a cabecitas bobaliconas, como ha pasado con los porteros y con los diferentes zagueros.
Errores de la zona defensiva de Chivas han propiciado tres derrotas, nueve puntos, que marcan una diferencia enorme en un torneo de medianía competitiva, como el de la Liga MX, donde cualquiera puede meterse, en cualquier momento, a la Liguilla.
Pero, hoy reaparece el mejor Conejo Brizuela y hasta La Chofis sorprende. Zaldívar evoluciona, y sólo puede arruinar el trabajo de Cardozo, el capricho centavero de la directiva por poner a Pulido, que ya lo hemos dicho, es un freno de mano en el vértigo del Rebaño.
A lo mejor tengo mala memoria, pero, Cardozo ¿ha fustigado o puesto de chivos expiatorios a sus jugadores por ser mexicanos? No, Cardozo no lo ha hecho.
A estas alturas, Matías Almeyda ya había declarado en Argentina: "Es que es difícil trabajar sólo con mexicanos".
Y después, reiteraría: "Al jugador mexicano tengo que explicarles hasta tres veces, trabajar el triple, para que entiendan lo que quiero".
Bueno, mientras el mártir San Matías hacía ostentación de cómo hacía milagros, Cardozo asegura que "a veces me quedo hasta las ocho de la noche, si es necesario, para convivir con el ser humano. Si lo conozco mejor, puedo respetar mejor su potencial".
Pero, y la cabalgata doliente, cegada de nostalgia por Almeyda, Pizarro, Cota y Alanís, ¿cuándo piensa volver del autoexilio para agradecer a Cardozo y sus jugadores un mejor torneo que el derrotismo con el que auguraban una corona de espinas por tiempo indefinido?
No se trata de rendir pleitesía, porque, insisto, Cardozo aún no ha conseguido nada, pero, al menos, esa solidaridad poderosa que representa la alianza rojiblanca en los distintos estadios, no debería pronunciarse con mayor ímpetu.
O será que algunos y algunas no pueden sacarse de encima esa mirada lánguida, mustia, como la del bulldog caricaturizado, Motita o Droopy, con sus ojos tristones, y el tonito bonaerense con sus expresiones como "nos orinó un dinosaurio, pero de los nuevos de los viejos", o que les ensarte ilusiones con "ya despertó el gigante".
Lamentablemente, tal vez, para esa facción atribulada de la afición de Chivas, Cardozo es más el tipo que fue como jugador, recio, seco, directo, letal, y que siempre tuvo una predilección especial por ser el verdugo del Guadalajara.
Según los romanos, el nombre de Saturnino procede del dios pagano Saturno, y significa "aquél que siembra".
Tal vez y sólo tal vez, el técnico paraguayo quiera pagar sus deudas, pagar penitencia como entrenador, del daño que le hizo como jugador.
Aquél José Saturnino Cardozo que sembró desolación, hoy, contrito, quiere cosechar reivindicación y la absolución rojiblanca.