Tan disparatada ha sido la manera de dirigir de Dave Roberts, que no sería extraño que fuera despedido a pesar de llevar a los Dodgers de Los Ángeles a la Serie Mundial por segundo año consecutivo.
Lo de Roberts ha sido un cúmulo de despropósitos, con absoluta falta de criterio lógico, un cambiar por cambiar, aunque en el séptimo inning se quede sin jugadores en la banca.
No se puede tapar el sol con un dedo y los errores del manager de los Dodgers no han escapado al ojo de los medios y los fanáticos e incluso en Los Ángeles ya hubo quien quemó una camiseta del estratega en repudio a su absurdo proceder en el manejo del equipo.
Pudiera pensarse que el hecho de llegar al clásico de octubre sería aval suficiente para conservar el puesto, a pesar de todo.
Pero existen antecedentes de dirigentes cesanteados incluso después de ganar la corona de la Serie Mundial.
Casualmente, uno de ellos fue Bill Carrigan, el hombre que dirigió a los Medias Rojas de Boston en 1916, cuando el equipo le ganó la serie a los Brooklyn Robins, que luego se convertirían en los Dodgers.
Diez años después, los Cardenales de San Luis despidieron a Roger Hornsby a pesar de imponerse a los Yankees de Nueva York en el clásico otoñal de 1926.
Chuck Dressen, de los Dodgers, perdió el trabajo después de la Serie Mundial de 1953 y en 1960, los Yankees echaron al legendario Casey Stengel, después que Bill Mazeroski, de los Piratas de Pittsburgh, dejara al campo a los neoyorquinos con aquel histórico cuadrangular en el final del noveno del séptimo juego.
A Stengel lo sustituyó Ralph Houk, quien ganó las coronas de 1961 y 1962, pero al perder la de 1963 ante los Dodgers se quedó sin trabajo.
El colmo de esta situación ocurrió un año más tarde, pues tanto Johnny Keane, manager de los Cardenales, como Yogi Berra, mentor de los Yankees, fueron despedidos al final de la Serie Mundial que dominaron los pájaros rojos.
Tampoco se salvó Danny Murtaugh en 1971, a pesar de ganar la serie con los Piratas ante los Orioles de Baltimore, ni Dick Williams, campeón con los Atléticos de Oakland en 1973.
La gerencia de los Gigantes de San Francisco atribuyeron a la mala dirección de Dusty Baker la pérdida de la corona ante Angelinos de Los Angeles y lo echaron después del séptimo juego, mientras que Tony LaRussa se retiró por voluntad propia tras coronarse en el 2011.
En defensa de Roberts podría alegarse la presión que viene de la oficina, con imposiciones de alineaciones en muchos casos para empezar los juegos, algo que se está haciendo cada vez más común en muchos equipos.
Pero esa atenuante se vuelve en su contra. Un manager debe mostrar carácter y hacer valer su autoridad en un acto tan trascendental como decidir quiénes son los peloteros que conformarán en line up y no bajar la cabeza por tal de conservar el empleo.