Comienza el torneo para Cruz Azul. El verdadero. El que desde hace 21 años sus aficionados sufren. El liderato general podría revertírsele a La Máquina si no alzan este campeonato. En la misma proporción el liderato, como el fracaso. Ni la conquista de la Copa MX ocultarán las burlas al equipo, en caso de quedarse por la pelea en cualquier instancia: Cuartos de Final, Semifinales o la propia Final. No hay mañana. Es ahora. Lo merece la institución, el equipo, su historia. Los celestes ya no pueden permitirse más bochornos porque este conjunto le da permiso a las pasión cruzazulina de verse retratada con la novena.
Es verdad que sus contendientes son complicados. Conjuntos como Santos, Tigres o América alzan la mano. Sin embargo, al equipo lo veo obsesionado con la idea de ir por el 'doblete' que daría una inmensa alegría a sus seguidores, ávidos de celebraciones que no han tenido en Liga desde hace 21 años. En Cruz Azul se ha conjuntado todo, la llegada de un directivo ejemplar e inteligente como Ricardo Pelaéz, así como los refuerzos: Pablo Aguilar (Tijuana), Iván Marcone (Lanús), Elías Hernández (León) y Roberto Alvarado (Necaxa). La consolidación de Martín Cauteruccio, quien antes no le metía gol ni al arcoiris y ahora se ha mostrado como un romperredes implacable.
En Cruz Azul ya no importa el "cómo" sino el "qué". Hoy es un equipo pragmático. Ha resuelto con eficiencia los partidos difíciles. Pedro Caixinha, un entrenador serio, inteligente y metodológico le ha dado al equipo una solvencia importante en defensa y ataque, un equilibrio que por lo menos le ha permitido hacer que en seis meses la palabra "cruzazulear", comience a ser sólo un mal recuerdo del pasado que definía a la escuadra como la eterna promesa convertida en realidad.
Las cosas están dadas para que en el regreso al Estadio Azteca, que nunca debió haber abandonado, vea un título de uno de sus 'hijos pródigos'. Sin duda, al escenario más importante en su historia ha sido una clave para ver el momento que atraviesan. La gente encontró la identidad perdida del Estadio Azul, un inmueble que si bien fue su casa en 22 años, estaba muy alejado de ser la casa de la Máquina. El Coloso que comparte con el América ahora es inexpugnable y una difícil aduana para cualquier equipo de la Liga.
Billy Álvarez, presidente y dueño del equipo -sé que es de la coopeativa, pero no lo parece-- por fin entendió que debe dejar manejar a los que realmente saben. No poner en manos de su hijo Robin un equipo de abolengo e importancia en la historia del futbol mexicano. Hacer olvidar la 'leyenda urbana' llamada Carlos Hurtado, quien si bien ya no tenía relación en los últimos años del equipo, destrozó con su vieja historia la estructura de una institución que necesita de victorias para sacudirse de un pasado que arrastra con pesadas cadenas, imposibles de darle libertad a las ideas y a la modernidad.
Cruz Azul está en un momento histórico. No debe desaprovecharlo. Es verdad que tampoco se va la vida si es eliminado, porque ha cimentado las bases para el futuro. Sin embargo, el no coronarse permitirá que el balance 'positivo' del Apertura 2018 quede meramente en lo institucional, porque la gente no quiere más ilusiones sino realidades. La empresa es fuerte e importante, este equipo pinta para llevarse el título. Deseo que las 'cruzazuleadas' sean sólo efecto de un mal chiste y no una verdad consumada en un equipo de futbol.