LOS ÁNGELES -- Dicen, quienes conocen en detalle las cláusulas leoninas, entre el Real Madrid y Florentino Pérez, que la separación es imposible porque hay de por medio 600 millones de euros.
Más allá de ese exorbitante capital que tiene incautada la silla presidencial de La Casa Blanca en beneficio absoluto de Florentino, lo cierto es que no aparece ningún otro miembro de la tribu de oligarcas madridistas, capaz de combatirle por ese puesto.
Este lunes, Florentino debió masticar su propio hígado para reubicar a Zinedine Zidane al frente del Real Madrid.
Y no hablemos del costo moral y emocional, ni del costo financiero que representará la llegada de Zidane, sino las exigencias impuestas para tratar de reconstruir un equipo en ruinas deportivas, morales y financieras, tras los millones de euros que dejó escapar en Champions.
Zidane comenzará de cero. La Liga ya fue al sastre en busca de una túnica azulgrana y no hay nada que rescatar, acaso, un desenlace digno en el torneo y mantenerse entre los escaños de la Champions.
Ciertamente, no cabe el conformismo. El francés sabe que hoy empieza a construir su proyecto, más propio que nunca, por ello más riesgoso que nunca. Real Madrid deberá llevar su sello y por ello negoció una autonomía absoluta ante el capataz del Madrid.
Claro, los clubes de Europa se frotan las manos. Y los representantes de los jugadores también. Los vampiros afilan los colmillos ante la yugular expuesta por la urgencia del madridismo. Hemoglobina gourmet.
Zidane ha dejado claro a Florentino que necesita un defensa central, un medio ofensivo y un hombre gol. No abundan, especialmente ante las exigencias que se le vienen encima a la Casa Blanca a partir de la segunda mitad de este año.
Y Zidane necesitará muñeca firme, de cirujano y de líder, para evitar que entre quienes no pretenda retener del actual grupo surja un incómodo amotinamiento, a sabiendas que su futuro será, seguramente en clubes de inferior categoría.
Circulan nombres. Unos con cierta lógica. Otros con demencia. Desde Mbappé hasta Griezmann, incluyendo a Hazard, Militao y Mané, por la aparente ascendencia que tiene Zizou sobre ellos.
Además, su solo nombre y los antecedentes exitosos, ya allanan los caminos. 285 días después de su salida, el misticismo aumenta en torno a Zidane.
Al final, queda claro para todos, Zizou se fue como y cuando quiso irse y regresa como y cuando deseaba regresar. Ido por la puerta grande, retorna por una puerta aún más ensanchada por las circunstancias y una afición que espera casi un milagro.
Y claro, la UEFA estará atenta, acechando, contando hasta los centavitos que pudieran fugarse, en la fiscalización implacable que hace sobre los clubes, aunque, claro, es evidente que suele cerrar los ojos cuando los grandes se exceden.
El regreso de Zidane, por supuesto, baja en este momento de la picota mediática a Florentino Pérez. Es una medida desesperada pero aparentemente acertada para salvar su devaluado pellejo, que ya era colocado en carteles con recompensa.
Y hasta en el Barcelona deben haber recibido con placer el retorno de Zizou. La dignidad de la competencia exige el desafío monumental de confrontar a un poderoso gladiador, no a una indefensa y pueril piñata.
