El cliente siempre tiene la razón. Es algo con lo que tienen que lidiar diariamente los empleados de empresas que ofrecen bienes y servicios, sin importar si se es el encargado del área de frutas y vegetales en un super mercado, mesera en un restaurante o agente de beisbolistas. El cliente siempre tiene la razón, incluso cuando sus decisiones no son las más acertadas.
"Mucha gente piensa que los representantes de los atletas son los jefes de los jugadores, pero la realidad es que es todo lo contrario.
Los agentes son empleados de los jugadores y, como cualquier cliente, siempre tienen la razón y siempre, siempre, tienen la última palabra", dijo un veterano agente de jugadores de Grandes Ligas que prefirió el anonimato.
Después de "ablandar" a los peloteros agentes libres con la vara del desdén durante la temporada muerta anterior y la primera mitad de la más reciente, los dueños de equipos de las ligas mayores pasaron a la siguiente fase de lo que parece un plan maestro para intentar transformar, a su favor, el modelo de negocio que ha estado vigente desde que la agencia libre se estableció firmemente en el béisbol hace cerca de tres décadas.
Primero ignoraron a casi todos los agentes libres, sin importar que se llamaran JD Martínez o Jake Arrieta, y luego comenzaron a sacar de la industria a los más veteranos (tipos como José Bautista, Bartolo Colón y José Reyes aún esperan por una llamada y otros como Adam Jones y Gio González firmaron tarde y por poco dinero) y a firmar a los más jóvenes y prometedores con largos contratos que retrasarán su entrada al mercado de agentes libres y, por consecuencia, afectarán el valor neto de sus carreras.
Desde el final de los entrenamientos primaverales y la primera semana completa de la serie regular, los equipos de las ligas mayores han invertido cerca de $1,500 millones de dólares en extensiones de contratos de 15 peloteros.
La lista incluye a varios jugadores súper estelares que estaban a uno o dos años de entrar a la agencia libre, como el jardinero Mike Trout ($426,5 millones por 12 años con Los Angeles Angels), el inicialista Paul Goldschmidt (5 años/$130 millones con St. Louis Cardinals), el torpedero arubano Xander Bogaerts (6 años/$120M con Boston) y los lanzadores Chris Sale (5 años/$145M con Boston Red Sox
a>), Jacob deGrom (6 años/$120.5M con New York Mets) y Justin Verlander (2 años/$66 millones con Houston Astros), pero el gran grueso del grupo está formado por jóvenes con poco camino recorrido.
De acuerdo al eficiente departamento de estadísticas de ESPN (ESPN Stats & InformationESPN), los clubes invirtieron más de $4,000 millones de dólares desde el final de la temporada pasada y menos de la mitad fueron a los bolsillos de agentes libres. Bryce Harper ($330 millones por 13 años con Philadelphia Phillies) y Manny Machado ($300 millones por 10 años con San Diego Padres) fueron los reyes de la agencia libre.
Pero retener estrellas, como Nolan Arenado ($260 millones por 8 años con Colorado Rockies), es la nueva tendencia, una que básicamente está eliminando o reduciendo el poder de negociación de casi la totalidad d la clase de agentes libres de la próxima década.
Eloy Jiménez, un prometedor jardinero dominicano de los Chicago White Sox, firmó un contrato de $48 millones de dólares por seis temporadas-- con potencial de convertirse en un pacto global de $75 millones en ocho años-- antes de agotar su primer turno en las Grandes Ligas.
El contrato de Jiménez, de 22 años, es el más grande de la historia para un pelotero sin experiencia en las ligas mayores, sin incluir a varios estelares cubanos y japoneses que dieron el salto a la pelota norteamericana después de haber forjado una gran reputación.
Un par de horas antes de participar en su juego #110 en MLB, el sensacional y talentoso jardinero venezolano Ronald Acuña pactó con los Atlanta Braves por ocho temporadas y $100 millones de dólares. El contrato del chico de 21 años incluye dos opciones para las temporadas 2027-2028 que elevarían el valor a $124 millones por una década.
Incluyendo los años de opciones y otras consideraciones, Acuña y Jiménez podrían recibir alrededor de $200 millones de dólares entre la primera quincena de abril del 2019 y la última del 2028. Nada mal para dos chicos que integran el Top 10 de jugadores más jovenes en la actual temporada de Grandes Ligas y que comenzaron el año con poca o ninguna experiencia a este nivel.
La estrategia es sencilla: Los equipos están corriendo el riesgo calculado de invertir en lo que se supone serán los mejores años de los proyectados mejores peloteros de la próxima década, con el incentivo extra de ahorrarse un dineral por hacerlo ahora y no más tarde. Los jugadores y sus representante pueden ver la intención detrás de las ofertas, pero el instinto de conservación generalmente vence al espíritu aventurero del ser humano, especialmente si la persona viene de orígenes humildes y tiene muchos dependientes.
"Como agentes, recomendamos esperar y no firmar ahora", dijo el agente de Acuña, Alex Salazar, de Gatemore Sports & Entertainment. "Nosotros queríamos llegar a la agencia libre. Un jugador con las condiciones de Ronald podía firmar por $300 millones en la agencia libre", agregó.
"Para nadie es un secreto que está dejando mucho dinero en la mesa, pero al final del juego, él es quien tenía la decisión y esa fue su decisión. Para nosotros era mejor irnos año por año y cuando fuera agente libre, como Bryce Harper y Manny Machado", dijo Salazar.
Incluso después que el estelar jardinero de Boston, Mookie Betts, confirmara que había rechazado una extensión de $200 millones de dólares y que no temía esperar por la agencia libre en dos años ¿cómo criticar a Jiménez y Acuña por no tomar el mismo camino? Después de todo, cien millones de dólares sigue siendo una suma extraordinaria, en República Dominicana, Venezuela, Estados Unidos o cualquier parte del mundo.
Hasta Bogaerts, quien es cliente de Scott Boras, el paladín de la agencia libre, prefirió el dinero seguro que ofreció Boston a intentar descubrir como sería tratado en la agencia las próximas navidades.
El asunto es que la decisión de cuando aceptar una oferta no está en manos de los agentes, sino de sus clientes. Y el cliente siempre tiene la razón.
"Tenemos un proceso de información bastante extenso que brindamos a nuestros clientes sobre sus opciones y elecciones, los potenciales del mercado y su rendimiento", dijo Boras el año pasado cuando le preguntaron sobre las futuras agencias libres de sus clientes Bogaerts y su compañero Jacki Bradley.
"Así que es algo donde con cada propuesta, ciertamente dejamos que el atleta lo evalúe y siempre nos mantenemos en comunicación con los equipos sobre sus intenciones. Y ese proceso a veces da el fruto de un acuerdo, y a menudo no lo hace. Debido a que el sistema tiene un historial, la mayoría de los jugadores que firman contratos antes de la agencia libre tienen un componente de valor que es, a menudo después de una consideración por parte del jugador, no del valor que recibiría por esperar ", agregó Boras.
Lo que Boras quiso decir es que la decisión de cuando aceptar una oferta no está en manos de los agentes, sino de sus clientes. Y el cliente siempre tiene la razón.