<
>

El triunfo más grande

Ponerle carátula a ciertos logros deportivos es, a veces, un vicio periodístico, una necesidad mediática. Rotular un éxito, teniendo en cuenta la magnitud de lo conseguido, se convierte, otra veces, en obligación.

Con el triunfo en el Stade de France, todavía caliente, ya hay coincidencia (o unanimidad) en que resultó el más grande de la historia de Los Pumas.

Hay varias causas que sustentan la categorización:

1) Fue en un MUNDIAL, en la fecha inaugural, con las expectativas francesas y universales al máximo
2) Se le ganó al organizador, país de peso en el concierto internacional, el cual nunca había perdido en la fase inicial.
3) Se superó al tercero del ranking IRB, candidatazo por localía y por rugby.
4) Se dio un gran paso (todavía falta un largo tramo) hacia el grupo de los ocho, instancia alcanzada solamente en 1999.

Además, yendo a una escala más general, este debut será, como mínimo, top cinco en la lista de sucesos unitarios del deporte argentino. Nos referimos a una nómina imaginaria, que no contiene Campeonatos Mundiales, Olimpicos o Grand Slams, y que está reducida a hechos impactantes sin la consecuencia directa de un trofeo, como, por ejemplo, las victorias del seleccionado de básquetbol sobre Dream Teams o los golpes recientes de Guillermo Cañas sobre Roger Federer (especialmente el primero, porque le rompió un invicto que ponía en peligro el récord de Guillermo Vilas).

Los Pumas brindaron una doble muestra de madurez. En la cancha, mostrando la autoridad de un protagonista del nivel superior, colocándose a la altura de la exigencia, manejando mejor los momentos de un encuentro muy equilibrado y achicándole al favorito los márgenes de movimiento. Y luego, una vez escrito el capítulo glorioso, tomando lo ocurrido con tanta felicidad como cautela, enviando un mensaje claro: "se dio un buen paso, pero no nos conformamos con una gran victoria, vinimos en búsqueda de un gran torneo." Es la mejor postura, la de un plantel con aspiraciones, conocedor que el libro gordo del deporte rebalsa de batacazos que luego no tuvieron continuidad en los resultados posteriores dentro del mismo certamen.

Es cierto, aun no se cumplió el objetivo esencial de la clasificación, y hasta podríamos aceptar que, en las matemáticas de la zona, la situación no varió demasiado en el sentido que el acceso a cuartos, quizá, como lo señalaban los cálculos previos, se decida recién en la última fecha contra Irlanda. Si bien la gran ganancia, por ahora, estará en lo anímico, este comienzo inolvidable hará diferente la espera. Y, según lo que ocurra entre franceses e irlandeses el 21 de setiembre, la Argentina puede quedar clasificada el día de la primavera, o enterarse que solamente obteniendo un punto bonus contra el equipo del trébol, se meterá en la siguiente rueda.

Lo habíamos planteado en el contacto anterior. El sorteo impedía garantizar que el mejor equipo de la historia Puma tendría la mejor ubicación de todos los tiempos. Ahora ya sabemos que, en el peor de los casos, se llevará en el equipaje el mejor triunfo de la historia. Y ese rótulo, por lo exhibido en la apertura y por lo que resta de la competencia, corre peligro de cambiar de partido...