LOS ÁNGELES -- Gerardo Torrado absuelve a los cinco seleccionados mexicanos que se encerraron cinco horas en una discoteca neoyorquina en plena convocatoria del Tri.
“Cumplieron con sus horarios”, explica el director deportivo del Tri. Se ampara en el reglamento interno que no prohíbe que los jugadores convocados, en sus horas libres, acudan a sitios en los que se consuma alcohol, y se expongan al trasiego natural del tipo de convivencia sui generis que les aguarda.
Gerardo Torrado no se aterra ante estos hechos. Los vivió durante sus casi 15 años como seleccionado nacional. Ojo: le apodaban 'El Borrego', pero no porque fuera un borrego recurrente que se agregara a las manadas fiesteras.
A los 20 años, por ejemplo, en la Copa América de Paraguay, con la selección hospedada en la vecina ciudad de Foz de Iguazú, se encontró con las peregrinaciones nocturnas de algunos de sus compañeros a un par de sitios con bailarinas de fantasías tubulares, y dispuestas a ejecutar cabriolas lascivas en la intimidad de sus pequeños cubículos.
Torrado se asombraba cómo el cuerpo técnico parecía no darse cuenta de esas evasiones masivas de jugadores en plena competencia, y de como algunos jugadores actuaban como carretillas humanas de sus compañeros.
O, por ejemplo, cuando en 2001, en la Copa América de Colombia, después de eliminar a Chile y avanzar a Semifinales en Pereira, algunos de sus compañeros fueron echados de sus habitaciones, porque los directivos de aquella delegación mexicana, premiaron el descomunal esfuerzo contratando a un séquito de ninfas para que, es de suponerse, que con terapéuticos masajes, reconstituyeran a los gladiadores tricolores.
O, por ejemplo, Gerardo Torrado, ya madurito, debió darse cuenta como en la Copa América de 2007, en la concentración en Puerto La Cruz, en Venezuela, sus compañeros se distribuían las salidas, especialmente con el apoyo de una taxista colombiana, a diferentes sitios donde se desarrollaban fiestas públicas o privadas.
Eran conocidas por todos, incluso el buen Torrado, las excursiones de Nery Castillo y Cuauhtémoc Blanco, al espectacular centro nocturno en una colina cercana al hotel del Tricolor. Eso sí, Hugo Sánchez, técnico entonces de México, aguardaba la llegada de sus polluelos, en la terraza del hostal, antes de irse a dormir.
O en plena Copa del Mundo, en Gotingen, a pesar de contar con habitaciones confortables y muy cómodas, algunos seleccionados se escapaban a un hotel de menor categoría, justo a un lado de la estación de trenes, apenas a unos metros del restaurante preferido de Ricardo LaVolpe.
O tal vez Torrado recuerde aquella tour tricolor por el Terma Centaurus en Río de Janeiro, en plena Copa Confederaciones 2013, con Giovani dos Santos, Javier Aquino, Javier Hernández, Aldo de Nigris, Andrés Guardado, y Francisco Javier Rodríguez, como peregrinos en busca de alivio espiritual físico a sus penas.
Estos son hechos aislados, que ocurrieron durante competencias oficiales. Hay otros botones de muestra, incluyendo en Copas Oro, juegos amistosos, y otras Copas América o Confederaciones o Mundiales, pero basten estos para exponer que Gerardo Torrado, sin ser partícipe, ha sido testigo o ha estado al tanto de esas excursiones nocturnas de otras selecciones nacionales.
Ayuda poco que Gerardo Torrado solape o alcahuetee a Miguel Layún, Guillermo Ochoa, Marco Fabián, Javier Hernández y Carlos Salcedo, en esa extraño periplo por un sensacional sitio, que a la hora del almuerzo, tiene más vida activa, lúdica, bullanguera, que un carnaval.
Manda un mensaje equivocado, porque ahora, cualquier indisciplina, desavenencia de otros jugadores, obligan a Gerardo Torrado, director deportivo del Tri, a tener que medir a todos con la misma vara.
Encima, Torrado premia en lugar de reprimir a sus futbolistas. Les agradece, reconoce y encomia, que llegaron a tiempo a la cena de la concentración, sin importar exactamente que estuvieran haciendo antes.
Néstor de la Torre, entrampado alguna vez por la sociedad perniciosa de Justino Compeán y Decio de María, y abusando de Rafa Márquez, explicó el reglamento de las concentraciones del Tri.
Néstor indicaba que el jugador, desde su llegada al Tri y hasta el último día, tenía prohibido frecuentar lugares que pusieran en riesgo moral y físicamente al futbolista y selección nacional, porque era responsabilidad de la FMF garantizar la seguridad durante su estadía.
Recordemos que Néstor de la Torre fue entrampado por esa perversa sociedad entre Justino Compeán y Decio de María, abusando de Rafa Márquez, para provocar su renuncia de la Comisión de Selecciones Nacionales, tras sancionar a los parranderos en aquella concentración de Monterrey.
Además, dónde queda la autoridad y el ejercicio de disciplina de Tata Martino, quien exige un control extremo de estas situaciones, si Gerardo Torrado, de manera oficial, representando incluso al técnico argentino de acuerdo al organigrama de la FMF, no sólo da la anuencia a estas fugas, sino los felicita porque, a pesar de su sufrida jornada, llegan a tiempo.
Parte de la explicación es ésa en realidad: a Torrado no le aterra lo que hoy ve en el Tri, porque como jugador llegó a ver cosas peores.