Yandy Díaz fue el último invitado a la fiesta de octubre y se robó el show en el inicio de la Postemporada en la Liga Americana.
Díaz disparó jonrones en sus dos primeros turnos al bat y, además, añadió un sencillo en cuatro turnos para convertirse en el héroe inesperado de los Tampa Bay Rays, que vencieron 5-1 a los Oakland Athletics en el Juego de Comodines del joven circuito.
“Sólo traté de hacerle swing a buenos pitcheos y salieron los batazos. Hoy (miércoles) soy el hombre más feliz del mundo”, dijo el cubano de 28 años, quien está en su primera campaña con la organización floridana, tras pasar sus dos primeros años con los Cleveland Indians.
Hasta último momento, la gerencia de los Rays debatió si incluir a Yandy en el roster de 25 peloteros para Playoffs tras ser activado apenas el domingo, en el partido final de la temporada regular. El cubano se perdió los 58 juegos previos por una fractura en una pierna.
Al final, no sólo fue incluido sino que el manager Kevin Cash lo colocó como primer bat en la alineación. Frente al zurdo Sean Manaea, abridor de los Athletics, Díaz le desapareció la pelota por la banda contraria en cuenta de 3-1 para darle temprana ventaja a su equipo.
En el tercero, nuevamente ante Manaea y esta vez en conteo de 2-2, el cubano sacó la pelota casi por el mismo punto para convertirse en el cuarto pelotero y segundo en la historia de Tampa Bay (Evan Longoria) en disparar dos cuadrangulares en su debut en Postemporada.
Los Rays apelaron a la producción de largometraje, pues, además de los dos vuelacercas de Díaz, también la sacaron del parque el venezolano Avisail Garcia con uno a bordo en el segundo inning y Tommy Pham en el quinto, con la casa limpia, para redondear las cinco carreras del equipo.
Nuevamente, el Moneyball alcanzó sólo para llegar a la Postemporada y despedirse temprano. Por segundo año consecutivo, el dirigente Bob Melvin se equivocó en la selección de su abridor o el error vino desde la oficina de Billy Beane. Da lo mismo.
En 2018, Melvin usó al hoy cerrador Liam Hendicks como “opener” y esta vez se decantó por el zurdo Manaea por encima del diestro Mike Fiers, su caballo de batalla a lo largo de toda la contienda.
Para un juego de vida o muerte, uno en el que no hay mañana para el perdedor, uno tiene que jugársela, sí o sí, con su mejor hombre, como hizo Cash con el veterano Charlie Morton o como un día antes sucedió con Max Scherzer y los Washington Nationals.
Si sale mal, puede pasar. Scherzer no se presentó dominante ante los Milwaukee Brewers en el Juego de Comodines de la Liga Nacional, pero nadie osa criticarle al manager Dave Martínez el haber apelado a su mejor lanzador.
Morton se presentó con problemas de descontrol en el primer inning, en el que hizo 36 lanzamientos, pero, aún así se las arregló para mantenerse cinco episodios con una sola carrera sucia permitida antes de dejar el partido en manos del bullpen.
Nadie duda de la capacidad de Manaea (4-0, 1.21 de efectividad en cinco aperturas), pero, para un partido de estas características, la experiencia cuenta mucho y el zurdo jamás había lanzado bajo la presión de una Postemporada, mucho menos en un juego de eliminación, de todo o nada.
Fiers (15-4, 3.90) ya había estado en 2015 con los Houston Astros y conocía de alguna manera el ambiente de tensión que se respira en los juegos de octubre.
Los dioses del beisbol no perdonan semejantes errores de juicio contra lo que dicta la lógica y el sentido común.