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Salida lógica y anunciada

Mientras River busca DT, o sea un aliviador de tensiones, maquillador de problemas económicos, elevador de la imagen dirigencial e ilusionista capaz de que la gente sólo se encandile con la cima de la tabla de posiciones y no pueda mirar otra cosa, todavía se pueden sacar conclusiones de la salida de Daniel Passarella, intentando no caminar sobre los escombros del edificio demolido.

Más allá de ciertos mensajes periodísticos posteriores a la renuncia, el Kaiser se fue, ante todo, por el fracaso en su gestión deportiva. Es cierto, cumplió con su palabra, pero, subrayemos, tras no haber cumplido con el objetivo futbolístico. Y aquí el orden de los factores altera la valoración de lo ocurrido.

Lamentablemente, pese a su prestigio y antecedentes, estuvo, al igual que los administradores, muy lejos de lo que exige River. En su breve conferencia final mostró satisfacción por logros humanos (recuperación de Ortega). Y está muy bien que haya profundizado y solucionado un tema que nunca le fue ajeno y que la directiva no enfocó como correspondía. Sin embargo, para sostenerse en el cargo, bajo este régimen comercial impiadoso, que los mismos protagonistas alimentan y del cual sacan enormes beneficios, no alcanza con actos loables. Ni en la Argentina ni en el resto del mundo.

Basta con fijarse los cambios de directores tecnicos en el primer mundo del Real Madrid, Barcelona, Bayern Munich, Juventus etc, etc... En Europa, en un club grande, con la obligacion permanente de festejar y facturar (lo mismo que River en Latinoamérica) ningún coach permanece tras dos temporadas en blanco.

Las actualidades de Manchester United y Arsenal no son referencias válidas, ya que a ellos mismos les será imposible repetir procesos tan largos como los de Ferguson y Wenger.

Primero porque se hicieron ganadores y el crecimiento les aumentó las presiones. Debido al gran colchón que resguarda al escocés y al francés, resultan aún atípicos en el tema refuerzos (poseen un poder e injerencia mucho mayor que en la Argentina, además de manejar presupuestos abrumadoramente superiores) porque siguen pensando en el mediano y largo plazo. Saben que pueden desarrollar talentos que luego van a disfrutar en el pico de rendimiento y madurez.

En cambio, por este sector del planeta los equipos victoriosos no duran demasiado. El éxito es sinónimo de exportación y desarme. Ni Boca ni River están exentos. El trabajo a largo plazo puede ser para el director de las inferiores. Por eso hablar de contratos prolongados, en ciertos lugares de América, parece más sospechoso que serio.