Si los Washington Nationals logran coronarse contra la mayoría de los pronósticos en esta Serie Mundial ante los superfavoritos Houston Astros, el dominicano Juan Soto podrá finalmente celebrar con champán, cerveza, ron Barceló o mamajuana.
Para cuando eso pase, sea en el mínimo de cuatro juegos o el máximo de siete, Soto ya habrá cumplido los 21 años, edad legal para beber alcohol en Estados Unidos.
Por ahora, con 20 años y 363 días de edad, acudió a su cita con la historia y respondió como un consagrado.
El jardinero izquierdo de los Nationals se convirtió apenas en el tercer pelotero menor de 21 años en aparecer como cuarto bate de la alineación en un partido de clásico de octubre, uniendo su nombre nada menos que al legendario Ty Cobb y al futuro miembro del Salón de la Fama, Miguel Cabrera.
Como si no se conformara con eso, fue el cuarto pelotero más joven en conectar un cuadrangular en una Serie Mundial y el de menor edad desde que Cabrera le botó la pelota a Roger Clemens en el 2003.
¿Los otros dos? Andruw Jones, en 1996, con 19 años, y un tal Mickey Mantle, con 20, en 1952.
Soto no sólo bateó un cuadrangular solitario que sirvió para empatar el juego 2-2 en el cuarto inning, sino que añadió un doblete remolcador de dos carreras que a la postre resultaron las decisivas del encuentro.
También sumó un sencillo y solamente le faltó el triple para completar el ciclo, algo que nadie ha hecho jamás en la historia de las Series Mundiales.
Sobre el jonrón que le bateó a Gerrit Cole, un apunte que ilustra la capacidad del jovencito para hacer ajustes de turno en turno, como si se tratara de un experimentado veterano.
En su primera visita al plato, Cole lo ponchó con tres rectas en la parte alta de la zona de strikes, con velocidades entre 96 y 98 millas por hora.
En su segunda oportunidad, con un envío similar, le depositó la pelota sobre las cercas entre el left-center, para silenciar el Minute Maid Park.
Por cierto, su biangular remolcador de dos en el quinto frente a Cole fue también hacia la banda izquierda, otra muestra más de su extraordinaria capacidad para usar todo el terreno para su beneficio en estos tiempos de formaciones especiales y sabermetría.
FIN DE UNA RACHA
¡Qué mal momento encontró Gerrit Cole para poner fin a su racha de decisiones victoriosas consecutivas!
Fueron 19 triunfos en fila en 24 aperturas sin conocer la derrota desde el 22 de mayo, cuando fue castigado por los Chicago White Sox con seis limpias y siete cohetes en cinco entradas.
Ya en su salida anterior frente a los New York Yankees en la Serie de Campeonato de la Liga Americana mostró señales de que la seguidilla podía acabar de un momento a otro, al regalar cinco bases por bolas, algo que no había hecho en todo el año, además de ponchar “sólo” a siete bateadores, luego de una cadena de 11 partidos con diez o más abanicados.
Aun así, se las agenció para tirar siete entradas en blanco y agenciarse el éxito, aunque se dejó ver las costuras y exhibió, si se le puede llamar así, signos de flaqueza.
Y es que así es el béisbol, un deporte que se basa como ningún otro en la teoría de las probabilidades.
Sencillamente le tocaba, aunque a los seguidores de los Astros les duela el hecho de que haya sido justo en la Serie Mundial, a las puertas de la suprema gloria.