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Klopp ve con respeto a los hijos del 'Don Nadie' del futbol

LOS ÁNGELES -- Jürgen Klopp fue generoso. “No sé nada de Monterrey”, y después se deshizo en elogios hacia el mexicano Raúl Jiménez, declarándolo embajador plenipotenciario de los “Don Nadie” del futbol, en la Liga Premier.

Klopp no tiene crisis existencial alguna. Liverpool, por hábito, por doctrina, debe interesarse en el Monterrey, pero no debe preocuparse por Monterrey.

Lo mejor que puede pasar a Rayados es que Klopp tenga un asesor negligente y éste le entregue reporte y videos del Monterrey de Diego Alonso, aquel al que irresponsablemente le dieron un Ferrari, a pesar de accidentarse hasta con el carrito de supermercado.

Pero, seguramente, Klopp no tiene ese tipo de auxiliares. Seguramente su cuerpo de asesores revisará minuciosamente el video de Rayados ante Al Sadd.

Después, ese grupo hará una edición de momentos del juego. Y después hará otras ediciones por posiciones y regiones de la cancha. Cuando tenga su treintena de videos de corta duración, Klopp tendrá en la mesa diagnóstico, detalles, y, tal vez, la pre-autopsia de su adversario en Semifinales.

Y claro, Klopp volteará a ver los registros de cada jugador, y se ocupará de nuevo de ellos el miércoles, horas antes del juego.

El técnico alemán tiene razón. En su órbita, el futbol mexicano es un satélite impostor. No se arroba, ni se sonroja por desconocer a los desconocidos. Pero, no querrá trompicarse como el Al Sadd, quien mejoró dramáticamente respecto a sus juegos de presentación en el Mundial de Clubes y perdió 2-3 con Rayados.

Entendible el desdén. Por ejemplo, la MLS se transmite en más de 100 países, porque prefiere abaratar sus derechos a vivir en el anonimato. El futbol mexicano, en el mundo –excepto su propio continente--, vive en el anonimato por encarecer sus derechos de transmisión como si fuera Liga de primer mundo. La MLS es TPPV (te pago por verme) y la Liga MX es DPM (despilfarra por verme).

¿Y Rayados? Tiene que seguir siendo ese maldito gitano de benditos momentos. Con esa alma de bandolero. Porque Antonio Mohamed tiene la maquinaria correcta: cumple, con soponcios y asma, en esas extremas prioridades defensivas que le gustan al Turco.

Sin embargo, su transición, en volumen y precisión, suele ser tan ponzoñosamente ladina y malosa como un equipo suicida de la NBA. Y los jugadores recuperaron ese disfruto casi callejero para jugar.

Y ante Al Sadd quedó claro que Mohamed y la directiva les ofrecieron un puñado de gloria. ¿De dónde sacó Vangioni esa bazuka? ¿De dónde sacaron esa maldita frialdad Jonathan y Charly Rodríguez para desencajar el búnker semicatalán? ¿Cuántas como esa ha desperdiciado funestamente Funes Mori?

Habíamos comentado en el Blog previo que ahora, sin los grilletes mentales, hormonales y futbolísticos de Diego Alonso, Rayados sólo debía jugar a lo que se le viniera en gana y como se le viniera en gana, pero bajo la cartografía de Mohamed.

Ahora, lo mejor de Monterrey no fue vencer a Al Sadd, que fue superior la mayor parte del juego. Y mucho menos puede congraciársele el terminar –diría Hugo Sánchez—con las amígdalas como corbatín.

Pero, Rayados nunca tuvo miedo. Los goles fueron producto de atrevimiento, y de la disciplina hacia los desesperados cánones defensivos del Turco. Se tragó con aserrín y clavos el nerviosismo del debut.

Y claro, enfrentar al Liverpool es como otro debut. Ahora es ante el mejor equipo del mundo, que se distingue además por una despiadada fascinación por la cacería de su presa, grande o chica.

¿Tiene hasta ahora algún mérito Diego Alonso, el conductor de carritos chocones, en el paso invicto de Rayados con Mohamed en Liga y Mundial de Clubes? Aunque Usted no lo crea, sí, claro desde mi punto de vista.

Los equipos de Mohamed son poco obstinados en el trabajo físico, en el rigor disciplinario, en el orden táctico y en la solidaridad grupal. Alonso, es un devoto de eso. Trabaja sobre ello, porque con los análisis y desarrollos tácticos, sufre.

El Turco encontró que le habían dejado un equipo bien cimentado, pero mal dirigido. Y además, un grupo de jugadores arrepentidos y deseosos de revancha.

Alonso hizo la mejor pretemporada posible para que Mohamed le pusiera su firma, su mérito y su crédito.