Para todos los propósitos prácticos, los cimientos de la operación que involucró a Mookie Betts se sentaron el mismo día en el cual Gerrit Cole accedió a firmar por $324 millones para convertirse en el as de la rotación de los New York Yankees; y la construcción se aceleró cuando los Boston Red Sox despidieron al manager Alex Cora. Una vez que los acérrimos rivales de Boston se hicieron con el as del pitcheo que necesitaban y una vez que los Red Sox perdieron al miembro más importante de su staff, la situación de los Red Sox cobró claridad: este será un año de cambios de nómina, la encrucijada a atravesar en camino al siguiente gran logro.
Sin la presencia de Cora, sin la presencia de Betts, Boston aún sería capaz de competir por un cupo en los playoffs de la temporada 2020 y si todo le saliera bien a los Red Sox y todo le saliera mal a los Yankees y a los Tampa Bay Rays, es posible que los Red Sox pudieran alzarse con el banderín en la División Este de la Liga Americana. Este último escenario requeriría, para comenzar, que muchas, muchísimas lesiones se produjeran en Nueva York y Tampa Bay y que Rafael Devers lograra una actuación digna del Más Valioso.
Pero es mucho más probable que este sea recordado como el año en el cual los Red Sox hicieron un reinicio y dieron un viraje para convertirse una vez más en un club relevante de forma constante, tal como hicieron los Yankees en 2016, cuando negociaron a Andrew Miller y Aroldis Chapman, extrajeron a Gleyber Torres de los Cubs y permitieron que Aaron Judge debutase en Grandes Ligas.
Betts y el lanzador zurdo David Price, héroes de la gesta de 2018, se han ido y no serán las últimas piezas en partir. Inevitablemente, los Red Sox canjearán al jardinero central Jackie Bradley Jr., quizás en medio de una carrera por el banderín. Algunos equipos se mostraron sorprendidos cuando los Red Sox le ofrecieron un contrato durante el otoño pasado. Boston continuará buscando formas de concretar un canje por el diestro Nathan Eovaldi, esfuerzo que cobraría auge si Eovaldi pitchea bien a principios de 2020 y logra restablecer parte de su valor. Brandon Workman, de 31 años, quien comenzó a lanzar su curva una y otra vez y logró sorprender al convertirse en uno de los mejores relevistas del béisbol mayor debería ser cambiado para vender a alto precio en un volátil mercado de brazos de bullpen.
Durante las cuatro temporadas anteriores, J.D. Martínez ligó para .312 con 146 jonrones y OPS de .985 en 535 partidos. A pesar de ello, tiene 32 años y se le deben $62 millones a pagar durante los próximos tres años y a menos que se llegue a una decisión con respecto a la idea del bateador designado universal antes del vencimiento del vigente contrato colectivo entre peloteros y equipos, previsto para diciembre de 2021, los Red Sox se verán sumamente limitados con respecto a los posibles destinos para Martínez. Muchos equipos de la Liga Nacional muestran reservas con respecto a su habilidad defensiva.
Xander Bogaerts y Chris Sale están comprometidos por las cuatro temporadas siguientes y presumiblemente, los Red Sox intentarán concretar una extensión con el antesalista Devers, quien fue líder en dobletes en el Joven Circuito y fue segundo en la categoría de imparables en la campaña anterior y bien podría ser el próximo campeón bate para la organización de Boston. El outfielder Alex Verdugo sería pieza diaria en la alineación sustituyendo a Betts (a un costo mucho menor) y el pitcher diestro Brusdar Graterol aporta mayor calidad a un sistema de granjas que presenta evidente mejoría.
A pesar de ello, aún hay un largo camino para Boston antes de volver a un papel de serio contendor frente a los Yankees, con su colección de estrellas maduras y adquisiciones cuantiosas, y los Rays, que cuentan con una fuerte rotación y la habilidad sobresaliente de desarrollar grandeligas productivos a bajo costo. Los Blue Jays podrían encontrarse por encima de los Red Sox mientras estos emprenden su proceso de renovación, tomando en cuenta que Vladimir Guerrero Jr., Bo Bichette y Cavan Biggio ya han sido ascendidos al equipo grande.
Los Red Sox necesitarán mucho más que talento para retar consistentemente a los Yankees. Betts cuenta con un talento trascendental que fue capaz de elevar el nivel de Boston y es un trabajador, un jugador constantemente inquieto por su actuación y su swing, obsesivo por mejorar a diario. Los Angels cuentan con una figura con características similares, como lo es Mike Trout; por su parte, los Dodgers tienen a Clayton Kershaw y los Indians a Francisco Lindor. Tener una presencia de este tipo gracias al mejor jugador del equipo no será algo fácil de repetir.
Ejecutivos y miembros de gerencias rivales creen que la salida de Cora también constituye una pérdida tangible para Boston debido a su capacidad de generar vínculos con los peloteros y así extraer lo mejor de ellos. Cora convinció a Betts de cazar rectas y ser más agresivo en los conteos, alentó a Martínez para ser el líder de los mítines de los bateadores de mayor importancia, exigió trabajo a Devers y ayudó a que Bogaerts tomara las cosas con más calma.
La remodelación que ha iniciado Boston será tan extensa que el momento para negociar a Betts ha sido el más apropiado, evitando así lo que habría sido una decisión realmente complicada si los Red Sox se hubiesen aferrado a él en medio de la carrera por el comodín en pleno mes de julio. No obstante, aún hay saldo a pagar en el estado de cuenta de la tarjeta de crédito a consecuencia de esa mentalidad de "ganar hoy" que ayudó a crear ese contendor de la Serie Mundial en 2017 y 2018 y podría pasar un buen tiempo antes de que Boston se aproxime a lo que una vez fue.