LOS ÁNGELES -- Advertía Tennessee Williams: “Mata a mis demonios y mis ángeles morirán también”.
Es el momento para que Luis Fernando Tena irrumpa ante esa encrucijada. Chivas dio la mejor exhibición del torneo y una de las mejores de la era de El Flaco. Matar o morir sin matar o morir.
Encima, insólito, por decisión propia, sigue jugando con diez cuando juega el '10'. La Chofis López califica al revés: '01', en su rendimiento en la cancha. ¿Los motivos de Tena? Muy suyos. Mientras los otros diez se saquen un diez, y acepten jugar con diez a costa de ese '10'...
Cierto, la victoria y el rendimiento fueron ante un León maltratado (goleado por Vela y el LAFC), cansado, con carencias, pero que ha sido líder, y el más grato, en general, y que tiene el oficio de gremial de varios torneos.
¿Cómo resolver los eventuales regresos de Chicote Calderón y Uriel Antuna? A la antigüita: la camiseta sólo entalla a quien la merece. Del ostracismo del castigo, no pueden ser emancipados por el oropel de su contratación fastuosa.
El horizonte para Chivas tiene ese encanto fascinante de ser dulcemente peligroso. Especialmente porque el Rebaño parece proclive a ser el “levanta muertos” del torneo.
Enfrenta a Atlas, un equipo náufrago que, encima, ha olvidado hace tiempo, por carecer de sangre en sus filas, lo que era un apasionante Clásico Tapatío.
Después viene Monterrey. Ejemplo claro de desplomarse de lo sublime a lo ridículo, pero que parece capaz de querer salvar el torneo, su salario y su contrato, a costa del, insito, el equipo del morbo del 2020.
Pero Chivas goza de tranquilidad. Una tregua oportuna, pero riesgosa, si los jugadores, tan pocos de cuna rojiblanca, no se amamantan de la trascendencia de enfrentar al Atlas, sin que importe, necesariamente, la calamidad que son los rojinegros.
Sin duda, la terapia intensiva vivida ante el León, rehabilita moralmente a muchos jugadores, especialmente a Miguel Ponce, quien de ser crucificado por su tribuna, ahora recupera la calma.
A esos escenarios, imprescindible agregar que J.J. Macías se reinstala con la gracia plena del gol, en el rol para el cual fue contratado, a la espera, claro, de que aprenda a manejar ese estrés que le genera la responsabilidad de ser el bastión de Chivas.
Elogiar a Fernando Beltrán ya es una ociosidad, mientras que Conejito Brizuela sigue reforzando su reclamo de que debe ser tomado en cuenta como titular, además de encender veladoras por la salud del Chapito Sánchez.
Si Tena hace ensayos eventuales con Angulo, Chicote y hasta Vega para hacer labores muy eventuales de La Chofis, es evidente que Brizuela está más cerca de responder a ese rol.
Al final, y eso lo entiende perfectamente Tena, su equipo se ha fortalecido entre la secuencia de dramas y conflictos, en cancha y extra cancha. Sobrevivir con resiliencia para un grupo tan joven, puede significarle un poderoso arsenal al madurarlos al vapor.
Parecería, a la distancia, que entre Ricardo Peláez y Luis Fernando Tena, han conseguido llevar a este grupo, mayoritariamente inexperto, protegido, a sufrir de manera implacable las repercusiones de las experiencias desagradables de Víctor Guzmán, Chicote Calderón y Uriel Antuna.
Por eso, insisto, para rematar su tarea, es tiempo de que Luis Fernando Tena se atreva a desafiar la encrucijada con la que reflexiona Tennessee Williams, es decir, aniquilar a sus demonios, sin perder a sus ángeles.