VIENA -- El segundo tiempo del partido de semifinales entre Rusia y España fue una verdadera proeza por parte del seleccionado español. Hicieron pases increíbles, usaron todo el campo de juego, dominaron los laterales, tuvieron grandes corridas y buenos tiros... Fueron 45 minutos perfectos bajo la lluvia, los relámpagos y los truenos en el estadio Happel de Viena.
Me alegro mucho por ellos y me atrevo a anticipar que si el domingo los españoles juegan los 90 minutos como jugaron estos 45, el equipo tiene una buena chance de vencer a los alemanes.
Aunque me encantaría que esto suceda y estaré apoyando al equipo español, tengo mis serias dudas de que puedan derrotar a los alemanes en este contexto y en este escenario. No porque los jugadores españoles sean peores que los alemanes, lejos de eso, sino porque podría decirse que Alemania tiene el mejor equipo del torneo, tal vez de todos los tiempos, y no se quiebran bajo presión -todo lo contrario-, mejoran.
Pero España finalmente tiene la oportunidad de reivindicarse, tras décadas y décadas de decepciones y fracasos, incluso como anfitriones de la Copa del Mundo en 1982, cuando el equipo terminó con una de las peores marcas registradas por los seleccionados locales en el torneo mundial.
Más allá de ganar el Campeonato Europeo en 1964, cuando este torneo carecía de importancia ya que se había inaugurado en 1960 (con el triunfo de la ex Unión Soviética), el seleccionado español no ha ganado ningún título importante en competencias internacionales en ninguna categoría.
Ganar un Mundial es único e incomparable, pero a nivel de selecciones, ser campeón de la Eurocopa ocupa la segunda posición. Si este domingo España consigue el título completaría el segundo lugar dentro la lista de grandes logros y exorcizaría los fantasmas de fracaso y las decepciones constantes. El equipo español tiene mucho en juego.
Espero que los muchachos de Luis Aragonés estén a la altura de este desafío.