Entraremos, irremediablemente, en una época de grandes cambios y también de grandes retos. En una grave crisis económica, y tras decisiones en el escritorio que no parecen ayudar a sostener su nivel competitivo, el futbol mexicano entra en modo de "supervivencia". Primero, bajarán todos los dineros de la industria, desde los presupuestos, los sueldos y hasta los derechos de televisión. Habrá una deflación, pero la pregunta es: ¿Qué tanto impactará en el nivel de juego? El futbol "se desinfla"... ¿El balón, también?
SAN DIEGO, California.- El "globo" se desinfla. ¿Puede el balón seguir a la misma presión?
Sin ascenso, sin descenso, con un torneo cancelado, con una imprevista mudanza de franquicia y con un club histórico y popular metido en medio de una escándalo de proporciones dantescas, el futbol mexicano se prepara para los "nuevos tiempos", donde, como otras muchas empresas intentará sobrevivir a una profunda depresión económica. El futbol mexicano entra en modo "supervivencia".
Enfrentamos una crisis, quizá la peor de la historia y esperamos, por ende, una deflación. Bajarán los presupuestos, los salarios de los futbolistas, de los entrenadores, de los directivos y los ingresos por conceptos taquilla, ventas de insumos -ambos ni siquiera estarán presentes en los primeros planes de regreso-. Descenderán, también, los de los derechos de televisión y patrocinadores. El futbol se desinfla, la pregunta, insisto, es si el balón podrá mantenerse bajo la misma presión.
Dos entrenadores exitosos han perdido su trabajo en medio de la pandemia. En ambos casos, según se sabe, las cuestiones económicas y los planes austeros del equipo generaron su alejamiento. El argentino Pablo Guede, que había tenido un gran trabajo en Morelia en las últimos dos temporadas, no llegó a un arreglo económico con el club que se mudaba a Mazatlán. Y el veterano legendario entrenador Víctor Manuel Vucetich decidió hacerse a un lado del camino de los Gallos Blancos del Querétaro.
El futbol mexicano vive en un estado de incertidumbre. Los planes indican que se podría reiniciar la actividad con el nuevo torneo a partir de mediados de julio, pero nadie tiene certeza de ello en tanto el país -de acuerdo con las autoridades- atraviesa por el periodo más grave de contagios por el Covid-19. Aunado a ello, todas las decisiones que los dirigentes han tenido que tomar, en apariencia, urgidos por la debacle económica de la industria.
Estamos dejando de lado un tema que es grave y que también será parte de estos "nuevos tiempos". Uno de los equipos más tradicionales, populares, uno de los llamados "cuatro grandes", el Cruz Azul está afrontado una crisis interna muy preocupante. Imposible separar por completo la "tormenta" particular de la cooperativa y cementera y su club de futbol. No se trata de un equipo cualquiera. Es el Cruz Azul y de que habrá repercusiones, las habrá.
El impacto en la parte deportiva es el más preocupante. Si los clubes no pueden invertir tanto, perderán talento. Y los cambios en el sistema de competencia -la abolición del descenso- tampoco ayudan con el pronóstico competitivo. La Liga MX, que muchos defienden como una de las 10 mejores del mundo -no entiendo todavía bajo qué bases- está ante un gran dilema.
La capacidad de adaptación a las nuevas condiciones del juego será fundamental para todos. Los jugadores, que son la materia prima de la industria, deben entender que el dinero no llegará en la misma proporción. Los entrenadores tendrán que acostumbrarse a trabajar con otro tipo de presupuestos. Y los clubes aceptarán una baja en la percepción por derechos de televisión y por publicidad y tendrán que esperar, pacientemente, para recuperar sus ingresos por taquilla y venta de insumos que también sufrirán ante la recesión económica.
El futbol se desinfla. ¿El balón? No lo sabemos.