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Raúl Jiménez, entre dos aristocracias del futbol

LOS ÁNGELES -- El narrador de los partidos del Wolverhampton enciende e incendia su voz, matiza enérgicamente la glorificación del gol. Y ha bautizado a Raúl Jiménez, con más pasión que imaginación, con más arrebato que creatividad: “mexican sensation (la sensación mexicana)”. Y cada que éste anota, aquél lo enfatiza.

Pero, la relación explosivamente armoniosa entre Raúl Jiménez y su Jauría Salvaje amenaza con romperse. Ninguno quiere, pero ambos saben que irremediablemente deben separarse.

Son tan felices juntos, que en el futbol es una felicidad prohibida. La medianoche de la Cenicienta inglesa ha llegado, y esta vez es su príncipe quien se marcha, con todo y la zapatilla de cristal. Es una relación tan perfecta que sólo la urgente y perfecta ambición va a separarlos.

Juventus es la nada despreciable manzana de la discordia. Y Jiménez y su club están dispuestos a morderla. 60 millones de euros para el Wolverhampton, y Jiménez pasaría de 1.2 millones de dólares al año a cerca de 8 mdd por temporada. Discordante, pero con mucha pulpa esa manzana.

Por otro lado, azuzando desde la misma Premier, aparece y apetece el Manchester United. Es tan o más opulento que La Vecchia Signora y toda su aristocracia. Wolverhampton es inteligente: guarda silencio. Quien llegue con la mejor dote, desposará al mexicano, quien no da señales de vida.

No es un secreto: la Liga Premier es espectacularmente más competitiva y competida que la Serie A. La alcurnia de ambos está fuera de toda duda. Son parte de la nobleza del futbol. Un destino de aristocracia para un jugador nacido en Tepeji del Río, cuya población cabe prácticamente completa en El Teatro de los Sueños de Manchester.

Mientras la inevitable codicia asoma sus narices al balcón, con prudencia, ante el coqueteo de Manchester y Juventus, Raúl Jiménez está tranquilo: los dos colosos están urgidos de sus goles y los dos colosos sostienen puertas abiertas a una historia monumental.

¿Cuál desafío es mayor? Parecer serlo la Juventus. Un club que apostó su reino por Cristiano Ronaldo para volver a ganar la Champions y sigue sin dar la Vuelta Olímpica en Europa, agenda su futuro en función de urgencias. “El que juega por necesidad, pierde por obligación”, parece el maleficio.

Legionario del esfuerzo, el trabajo y la superación, Raúl Jiménez tendría una gran ventaja y un gran aliciente: sería adoptado por Cristiano Ronaldo. Además, la forma en que se ha confeccionado el Wolverhampton, y la adaptación de Raúl, es la antesala de lo que espera de él la Juventus.

¿Qué hay en el reino del Manchester United? Una similar urgencia, aunque la obligación comienza desde el torneo doméstico, en el que ha sido borrado por Liverpool, y principalmente por el vecino, el Manchester City, en la hegemonía de una ciudad.

Raúl Jiménez ha hecho de la Premier su hábitat perfecto. Sus números, sin la escolta de trofeos claro, rivalizan ya con los de Javier Hernández, pero no es ese un bocado que le apetezca. El Lobo Mayor no cae en la mezquindad de confrontar número ajenos, sino que prefiere entronizar los suyos.

Distraerse en competir con la historia de Chicharito en el Manchester United sería un retroceso, una carga innecesaria. Los fantasmas del morbo son más incómodos que los defensas de carne y hueso.

Hay un entendimiento tácito entre la Jauría Salvaje y su Lobo Mayor: Wolverhampton no puede pagarle a Raúl Jiménez lo que pueden pagarle Juventus y Manchester United. Y el jugador sabe que el club no puede prescindir de la fortuna que ofrecen por él. En este divorcio consensuado, los abogados estorban.

Hablando de bestias, en El Lobo Estepario, Herman Hesse describe a su personaje como alguien a quien “también lo tentó el suicidio cuando era todavía un niño”, y aplica al caso del lobo Raúl Jiménez, quien pudo haber fichado por Cruz Azul en lugar del América. En La Noria no quisieron ayudarlo con gastos de transporte y decidió probarse en El Nido de Coapa.

Hoy, el delantero mexicano ha llegado a un escenario poderoso ante su futuro en Europa, comparable con un pasaje de otro lobo, ese mismo Lobo Estepario de Hesse. “Quiero más. No estoy contento con ser feliz, no he sido creado para ello, no es mi destino”. En la ruta a Turín