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Cuando la ficción se rinde ante la realidad del futbol

LOS ÁNGELES -- Más allá de la pureza con que generalmente –sí, generalmente--, se juega en la cancha, fuera de ella, y más allá de los muros de los estadios, hay escenarios del futbol que rebasan hasta la ciencia ficción.

Habitualmente, el futbol engendraba historias de Cenicientas en la fastuosidad inocente de la cinematografía. Héroes genuinos o inexistentes, que cobijados por el empalago del romanticismo, terminaban, incluso, como lecciones de vida.

Hoy, el futbol es desnudado. Sus chacales, sus hienas, quedan expuestos. Y la realidad supera a la ficción. Y ocurre brutalmente. Y Usted, sí, como aficionado, termina siendo parte de ellos.

En esta pandemia, se han popularizado series vinculadas al futbol, que pasa a ser el eje central de los crímenes. Tanto se victimiza el futbol en estas telenovelas, que termina por confundírsele con el victimario.

Al final, en escenarios confusos, tras ver estas series, se puede declarar inocente al futbol con sospechas de culpabilidad, o se le puede declarar culpable con la compasión de inocencia.

Series como Apache (Carlos Tévez), Puer7a (Puerta Siete), El Presidente y los Perros de Berlín, se apegan a tramas y dramas tan reales, que ponen a tartamudear a la ficción ante la implacable epifanía de la realidad del deporte más popular del mundo.

Desfilan así, desde el escenario agreste en que un mocoso escapa a la trampa mortal de la vida diaria, como el caso de Carlos Tévez, hasta la perversidad extrema en las intrigas genuinas y geniales, urdidas por la corrupción, los sobornos, las drogas, el narcotráfico, los chantajes, la intimidación, el racismo, la violencia, hasta los partidos amañados, como ocurre en las otras tres series.

Así como Puer7a irrumpe en el universo dantesco de las Barras Bravas en Argentina, y de cómo los “buenos” son apenas menos malos que los malos, la serie El Presidente se permite hasta el lujo de ponerle humor al cisma que provocó el sismo del #FIFAGate, mientras que los Perros de Berlín, manejando un preocupante perfil de racismo, también expone la fragilidad de los futbolistas ante sus propios directivos, compañeros y promotores.

Con diferentes rumbos, pero como historias paralelas al futbol –a veces injustamente--, las cuatro series enlistan la presencia perniciosa de cada uno de los Jinetes del Apocalipsis –y sus engendros, claro--, que amenazan con la extinción de la credibilidad de este deporte.

Si bien Club de Cuervos desnudaba en sociedad todos esos parásitos que viven y avivan la parte lúgubre del futbol –ni víctima, ni victimario--, como una autopsia de lo que ocurre en México, las tres series sudamericanas ratifican los mundos oscuros de su geografía futbolística, que desde sus entrañas nacen, crecen, se reproducen y difícilmente mueren.

Así, el repaso va desde la forma en que las Barras Bravas tienen de rehenes a jugadores, entrenadores, federativos, promotores, apostadores, comunicadores, hasta la sigilosa manipulación por racismo, sin olvidar la forma descarada y casi cómica, de prostituirse ante las urgencias de ricos y poderosos.

A veces son tan sólidas estas series, que pueden llegar a ser didácticas para espíritus viles y sinvergüenzas que pretendan aventurarse bisoñamente en aguas custodiadas por tiburones cebados. Algo así como “Todo lo que Usted deseaba saber de los cánceres del futbol y no se atrevía a preguntar”. Corrupción para principiantes.

Insisto: las cuatro series revelan mucho, pero aún callan más, como ratificación también de que la realidad en el futbol supera la ficción. Julio Verne estaría pasmado.

Dejé para el final, uno de los protagonistas infaltables en ese cosmos putrefacto del futbol: la traición. Está ahí. Como principal detonante, por encima de cualquiera de los siete pecados capitales. De hecho, la traición es la matrona de todos los pecados capitales. Lo dice el proverbio chino: “Es fácil ocultar la lanza, mas no el puñal oculto”.

Si no ha visto estas cuatro series, atrévase. Al final, nunca se desencantará del futbol, porque, generalmente, sigue siendo casi, siempre casi, totalmente puro, lo que ocurre dentro de la cancha.