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Barça: ¿Aprender a vivir sin Messi o pervivir con el argentino?

LOS ÁNGELES – Desde este lunes, Barcelona empieza a decidir su destino. Es el momento de elegir entre la eutanasia y la resurrección. Y se trata de vivir, o mejor, se trata estrictamente de saber vivir a futuro, y no sólo de sobrevivir o pervivir en los presentes inmediatos.

El Barcelona ya no puede aplazarlo. Lo hizo demasiado tiempo. Se fueron Puyol, Xavi e Iniesta, y vivió bajo el embrujo de la inercia de un jugador; bajo el capricho de las circunstancias, y bajo la magia de un futbolista prodigioso. Pero, a Messi, si bien no se le acaba la magia, se le han agotado los milagros.

Este lunes, Barcelona elige su destino. Parece una locura estructurar su mañana sin pensar en Messi. Lio fue la punta poderosamente sólida de una pirámide invertida. A partir de este lunes sólo debe ser la piedra angular de una pirámide.

En este doloroso, necesario, urgente, prudente, estrujante acto de reingeniería al que está obligado, más que nunca, en el Barcelona deben ser inteligentes, audaces y realistas. Es decir: sabían que Messi no es eterno, pero vivían –todos--, en la negación absoluta de creer que sí lo era. El Bayern le envió el memorándum por octuplicado.

La #MessiDependencia era un acto de cobardía de los dirigentes del Barcelona. Como rémoras, como parásitos, pulularon a expensas de que el argentino sacaría de ese universo inagotable de fantasías, una jugada, o dos, o tres, que rescataía al equipo catalán. Harry Potter cambió la varita mágica por el rosario.

Y alimentada, falazmente, esa #MessiDependencia, aburguesó el vestidor, la cancha, las gónadas de los futbolistas. Y no ha sido sólo en el Barcelona, sino en la misma selección argentina. Pero, en estos tiempos, Messi no puede ser –ni futbolísticamente, ni en liderazgo–, ni Pelé ni Maradona ni Garrincha.

Vegetando a la sombra de Messi, se olvidaron del equipo. Le arrimaron jugadores que obligaron a servirle, antes que ayudarle; jugadores que llegaron de pilmamas más que de espartanos. ¿Arthur, Coutinho, Griezmann, Dembelé? Debieron ser protagonistas y eligieron, o los relegaron, a actores de reparto.

Nadie puede, nadie quiere, imaginarse el Barcelona sin Messi, y menos aún Messi y menos aún el Barcelona. Pero esclavizarse de pánico ante ese despiadado e inevitable futuro, cada vez más cercano, poco ayuda a rescatar al equipo del pantano corrosivo en que está, en ese estado comatoso en que lo colocó ese 2-8 ante el Bayern Múnich.

Ya se habla de Ronald Koeman como el nuevo arquitecto del Barcelona. Luego de intermitentes escarceos, coqueteos, desaires, reencuentros, insisten en el holandés, convencidos de que pertenece al culto fascinante de Johan Cruyff. Ojo: los apóstoles evangelizan, pero no son el Evangelio.

Claramente, Barcelona deberá replantear su forma de elegir jugadores. Prohibidas deben quedar ya las adquisiciones extravagantes y de relumbrón. Josep María Bartomeu ha comprado espacios en portadas con resonantes contratos, pero sin impacto futbolístico en la cancha. 500 millones de euros para comprar un sarcófago de infamia.

Todas las reconstrucciones son penosas. Más aún, requieren tiempo. Tal vez la llegada de Koeman puede recuperar una forma de juego que se extraña en el Barcelona desde la partida de Pep Guardiola, porque aún con Iniesta y Xavi, éste último, en tiempos de Luis Enrique, se quejó amargamente: “Ahora toca jugar a despejar al punterazo”.

Las metamorfosis son dolorosas y pacientes. Por eso, la decisión de hoy será determinante. No importa tanto la Liga hoy, como importan la consistencia y continuidad en las ligas futuras. Barcelona se ha obsesionado con frutos inmediatos y ha postergado, de manera peligrosa, la realidad de sus exigencias: el provenir. Es un equipo que no debe ganar hoy sino en todos los mañanas posibles.

Por eso, insisto, este proceso de reingeniería debe hurgar en todas las estrategias posibles para enfrentar lo que viene con Messi, pero ya, de inmediato, estar preparados para cuando Messi no esté. Seguir esperando que de La Masía surjan Xavis, Iniestas, Puyols, Busquets y Messis, sin trabajar en ella, es como esperar conquistar a Jennifer López, sin siquiera seguirla seguirla en su cuenta de Twitter.

Este lunes, pues, Barcelona debe decidir sabia y valientemente. La encrucijada es esa: ¿aprender a vivir sin Messi o a pervivir con Messi? Lo único que ya no puede hacer, diría José Alfredo, es sacar juventud de su pasado.