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Backstage en zona mixta

PHOENIX -- En el mundo NBA, encontrar algún oasis librado de cámaras es difícil. Ahora bien, que ese oasis incluya el U.S. Airways Center de Phoenix y a Dwight Howard, Nate Robinson, J. R. Smith y Rudy Fernández, sería algo calificado de imposible.

Rudy Fernández

Fernández

Lo cierto es que este sábado vivimos un backstage del Slam Dunk Contest en la zona mixta, simulacro que tomó lugar antes de que diera inicio la competencia. El momento fue digno de un playground. Risas, bailes, intentos de piruetas. Indicios de lo que sería luego la definición con algunos puntos concretados y otros en deuda. Así estuvieron por más de 15 minutos los participantes del torneo de dunks en un escenario en el que nosotros éramos los únicos periodistas presentes.

"¿Intentarás la de Djalminha?", le pregunté a la pasada a Rudy Fernández.

"No creo, no está saliendo. ¿Has visto lo que hace ese hombre?", me contestó mientras lanzaba al aro y señalaba con un pequeño gesto a Dwight Howard.

Howard para ese entonces se reía, cantaba y mientras tanto hacía una volcada alucinante. Todos sabemos a esta altura del All-Star Weekend los dunks que hicieron las estrellas de NBA. Pero puedo contar con lujo de detalle las que entrenaron y que luego no pudieron llevar a cabo.

Sospecho que Rudy tenía pensado algo con los pies si pasaba de primera ronda. No sé si se hubiera animado a intentar, como dijo, la "bicicleta" del futbolista brasileño Djalminha. Pero cada dos piques que hacía con las manos, intentaba darle toques al balón con los pies.

Mientras tanto, Howard probaba algo justamente con Nate Robinson: hacer rebotar la pelota al borde del tablero para luego cerrarla con el brazo entero dentro del aro, un símil de lo que hizo Vince Carter unos años atrás. Howard lo hizo durante el Slam Dunk Contest, pero faltó el pequeño y crucial detalle del brazo.

J.R. Smith, que entró a último momento al torneo por la baja de Rudy Gay, los miraba y alternaba algún dunk con un par de tiros de tres puntos, quizás para calentar un poco el cuerpo. Pero se notaba que estaba más alejado del espíritu de los otros tres competidores, como si no estuviese seguro, como si algo --vaya a saber uno qué-- no lo mantenía convencido de estar allí.

Afuera, el que miraba atento era Leandrinho Barbosa, quien de vez en cuando soltaba algún grito corto de felicitación o reprobación. Se sumó luego a la zona mixta Jameer Nelson para saludar (recordemos que tiene un problema en su hombro por lesión que lo dejó fuera del All-Star Weekend).

Nate Robinson siguió intentando algunas cosas llamativas, como por ejemplo un windmill jugado con dunk de una mano en el cierre. No dio ninguna pista de sus dos volcadas más destacadas, la que bajaba a los tobillos para subir de golpe y el salto por encima de Howard en la volcada más espectacular de la noche.

Rudy, mientras tanto, seguía buscando su pirueta ganadora. Pero era una búsqueda interna: picaba la pelota, miraba hacia abajo, analizaba opciones que sólo el conocía. Decía no tener confianza, pero en el fondo le sobraba expectativa. Me hubiese gustado ver qué proponía el español para una instancia final. Supongo que todo quedará en deseo.

Justo antes de empezar el Slam Dunk Contest, Howard sonreía en el backstage de las volcadas y le hacía bromas a sus compañeros. Entrando la noche, mantenía la frescura que le vimos en la mañana durante la presentación de la nueva indumentaria Techfit de Adidas para la NBA.

Se notaba antes de empezar la buena química entre Robinson y Howard. Uno pequeño, otro gigante. Se sabía esta final, la NBA la necesitaba. Ganó Robinson, pero ¿qué hubiese pasado si Superman lograba hacer los dunks espectaculares que mostró en la zona mixta? Quizás la historia hubiese sido distinta.

Lo verdaderamente importante es lo que se hace cuando se encienden las luces. Nate Robinson lo hizo mejor. De la entrada en calor allá en la zona mixta nadie se acordará.

Nadie, excepto nosotros.