LOS ÁNGELES -- Gerardo Martino reveló a sus 40 de la lista previa. No está en ella Javier Hernández. Y el palenque se alebresta. “¡Seis goles en tres partidos!”, reclama esa vocecita sensiblera de la obviedad.
Chicharito explota en el LA Galaxy. Sí, en la MLS, una liga en la que el gol se abarata, cortesía de defensas más cerca de ser maniquís que de ser zagueros espartanos.
Hay más gallardía, a veces, en el futbol femenil de Estados Unidos que en la MLS, donde sus jugadores ofrendan generosamente los glúteos al sacrificio del balonazo, antes que el rostro o innoblemente las partes nobles.
Pero, hay que hacer los goles, y Chicharito los está haciendo. Una habilidad que en 2019 y 2020 había perdido por sobrepeso físico, pero sobretodo, sobrepeso mental. Llevaba un lastre extra, monumental, en el abdomen y en las entendederas.
Para que me entienda, el gol que marca al LAFC el domingo pasado, cuando llega un balón de sorpresa, controla, perfila, gira, pica, se acomoda y coloca en el resquicio entre la portería y el arquero, esa acción, en 2019 y 2020, la hubiera fallado.
Chicharito no se encuentra en una lista de 40 nombres para jugar con el Tri en la Concacaf
Es más, en esa época, se habría tropezado, se le habrían enredado las piernas, se habría ido de bruces, estaría en cirugía maxilofacial, y estaría estallando en redes sociales, como la caída más pantagruélica y morbosamente chusca desde la época de Charlie Chaplin.
Pero Chicharito hizo todo de manera perfecta. E hizo el gol de la victoria. En puntos, le ha dado siete de 12 posibles a su equipo. Sí, siete de 12.
Sin embargo, Javier Hernández no aparece en la lista previa a la Liga de las Naciones. En ese menú, Martino coloca a tres jugadores que la lógica inhabilita para participar en ella: Rodolfo Pizarro y Alan Pulido, lesionados mentalmente, y Raul Jimenez, aún dentro de un largo, sutil y quisquilloso periodo de recuperación tras el choque de cabezas con David Luiz.
No hay entrenador de selección nacional que no caiga en su propia emboscada: “Llamaré a los que se encuentren en su mejor momento”. Bueno, Gerardo Martino, escucha, en este momento Javier Hernández está en mejor momento que Pizarro, Pulido y Jiménez, entendiendo que el primero ocupa otro sitio en la cancha, aún por descubrirse, porque sólo falta probarlo de portero, a ver si ahí.
Pero, el Tata sabe a lo que está expuesto, y a estas alturas de su vida, tras los fracasototototes con Argentina y Barcelona, poco le importa alborotar el tianguis de la opinadera entre mercachifles del tercer mundo del futbol.
En una charla con Javier Aguirre, a través de un enlace del hijo del Vasco, Mikel, (sí, el del video de Payaso de Rodeo, que le valió una sanción al técnico de Rayados), Gerardo Martino habla de los riesgos de prometer... y empobrecerse a promesas.
“Sucede que nosotros (los entrenadores) quedamos presos de nuestras palabras. Cuando empieza un proceso de selección decimos ‘van a estar los que estén mejor’, y eso no es real. Nos pasó con Chucky, que en un momento no jugaba con el Napoli, pero porque no juega con el Napoli ¿va a quedar fuera de la selección? Entrenaba entonces con Insigne, con Callejón, con Llorente. En una competencia feroz como la que tiene en Napoli, es posible que no juegue”, indicó en esa charla con Javier y Mikel Aguirre.
Nuestro experto cree pueden existir factores fuera de lo deportivo para no convocarlo, ya que no deberían existir pretexto en este momento.
El técnico de la Selección Mexicana tarda en entender dónde está parado. El Tata aprendió pronto. En esa charla, en 2020, hace énfasis punzante, ladina y persistentemente, que para el buen paso del Tri necesita el apoyo de todos, pero muy especialmente, y lo reitera varias veces, “de la televisión”. Sabe pues, desde donde despacha el dueño del futbol mexicano.
Así, Martino no se equivoca al no convocar a Javier Hernández. No ubicarlo en la lista de los 40 para la Liga de las Naciones, no significa que lo margine en definitiva en la ruta hasta Catar 2022.
Gerardo Martino necesita constatar que este Chicharito no es, nuevamente, una golondrina sin verano. No quiere ser engatusado nuevamente.
Y es el momento, para el entrenador, de que Javier Hernández pague las penitencias que tiene pendientes con el Tri y con el propio Martino. El limbo es un reclusorio implacable y necesario para los arrepentidos. Ahí permanecerá el goleador del Galaxy, y debe ser capaz, si es que ha madurado tanto, de entenderlo.
Recuerde que en pleno Mundial de Rusia, recién eliminado México, aquí le revelamos la rebelión de las Divas Rubias del Tri, y cómo, en un momento inoportuno, Javier lideró un movimiento para sacudir el yugo televisivo sobre los seleccionados mexicanos. Muchos que entonces lo desmintieron, hoy van rindiendo pleitesía ante toda la información que entonces se ofreció puntualmente.
Gerardo Martino fue informado del conflicto latente que representaba Javier Hernández para la estabilidad del Tri. Sabiamente, el argentino se dio la oportunidad de comprobar de qué sustancia está hecho el ser humano detrás de Chicharito.
Vino entonces la desventurada aventura del brunch en Nueva York, que terminó con un par de damiselas, de colmillos largos y faldas cortas, hospedadas en el mismo hotel de la Selección Mexicana en San Antonio. Martino se sintió engañado. La barba que otros se habían cortado, él se había negado a ponerla a remojar.
Hace bien el Tata. El Javier Hernández de hoy, de estos tres explosivos partidos en la MLS, el redimido, el contrito, el arrepentido, el compungido, el suplicante, debe confirmar que esta vez va en serio, que quiere expiar todas sus culpas en la red, pero, sobre todo, en beneficio de otros y no de las estrafalarias vehemencias de su ego.
Insisto, Gerardo Martino se equivoca en esta lista de 40 contemplados, pero no con Javier Hernández. Porque tiene el derecho de emplazar una duda: “¿Y si Javier Hernández nos está tirando nuevamente un embuste a todos?”.
La Liga de las Naciones es importante. Sin embargo, cuando Martino necesitará la mejor versión de Chicharito será en las eliminatorias para la Copa del Mundo, y tal vez para la Copa Oro.
Por lo pronto, en una muestra de mesura, Martino tampoco convocó a Rogelio Funes Mori. Pero también en un gesto de incongruencia siguió dejando fuera a Santiago Ormeño, quien puede encontrar en Perú un venturoso horizonte.