LOS ÁNGELES -- La sabiduría guio a Tigres. “Dos alesnas no se pican”. Y Cemex sentó al tormentoso y atormentado Nahuel Guzmán a darle la bienvenida al tormentoso y atormentado Miguel Herrera.
“Somos ganadores”, dijo El Piojo al saludar, para justificar los enfrentamientos verbales previos que ha tenido con el arquero de Tigres. A su favor, encaja el título del libro de Miguel Ángel Oliván: “Sólo los peces muertos siguen la corriente”. Ni él ni Nahuel, son de esos.
Según versiones regiomontanas, el elegido para tender la alfombra roja a Herrera, había sido André Pierre Gignac, pero, se disculpó.
Pero, más allá de si quiso o no el francés, la ascendencia de Nahuel sobre la fanaticada de Tigres es más poderosa por su temperamento desenfadado, festivo, irreverente, bravucón y beligerante.
Miguel Herrera promete éxitos, pero aún guarda compostura. Aún no promete títulos. Sabe que, en el futbol, el técnico es esclavo de sus temeridades y promesas.
Sin embargo, debe estar al tanto de que Mauricio Culebro tiene un proyecto muy poderoso, que resumió ante Cemex, como construir una era más exitosa que la de Ricardo Ferretti, que incluye campeonatos, espectáculo, trascendencia y formación de jugadores.
Miguel Herrera encuentra a Tigres con una similitud de cómo dejó al América: un plantel de jugadores hastiados del mensaje desde la banca y que no encontraba ya el combustible necesario para hacer explosión en la cancha.
Pero, Miguel Herrera encuentra en Tigres una situación totalmente opuesta a como dejó al América. Ahora dispondrá de un plantel mucho más rico en calidad, en experiencia y en el hábito de ganar.
Desde la segunda semana de marzo, cuando se advertía en este espacio que la llegada de Mauricio Culebro era para librarse del Tuca y sustituirlo con El Piojo, la dinámica de Tigres ha sido fortalecer un proyecto que incluye, además, contar con un nuevo estadio para que, finalmente, el equipo dé un salto al siguiente nivel.
¿Qué aportará Miguel Herrera a Tigres? Sus experiencias, positivas unas y dolorosas otras, que, sin duda, lo han bruñido, a sangre y pólvora.
El Piojo que llega a Tigres debe ser la versión más enriquecida de Miguel Herrera. Llega de fracasar con el equipo de mayor impacto en México, como lo es el América. Y desde entonces ha caído dos veces en desgracia: fue echado del equipo de manera irrespetuosa y, encima, el entrenador que lo ha relevado, Santiago Solari, no desmereció en su primera aventura en México.
Arrojado de la plataforma mediática más importante, como lo es El Nido, ahora, sin embargo, cargado de revanchas y de nuevos desafíos, tiene El Piojo la magnífica oportunidad de empujar a un club, poderoso competitivamente, a la atmósfera en la que se convierta un referente de los fines de semana.
Es un tipo inteligente, astuto, que logra ganarse la solidaridad del futbolista, que maneja el vestidor y organiza grupos con eficiencia, que ha desarrollado habilidad estratégica antes y durante los juegos, y que seguramente con el arsenal de Tigres podría regresar a sus inicios de un futbol devoto del ataque y la espectacularidad.
Además, le mete al jugador, debajo de la piel, la devoción por el equipo, por la institución, por el escudo. Y eso lo perdió Tigres el último año al dejar de lado esa combatividad que le ayudaba a salir de entrampados que los mismos felinos provocaban.
Miguel Herrera sabe sacar jugo perfectamente a su personalidad. Deberá ponerle freno. Su contrato tiene varios incisos sobre ese tema. Cemex entiende –y lo acepta-- que sea un técnico escandaloso, pero no quiere a un tipo que genere escándalos, que no es lo mismo. El escandaloso perturba, el que genera escándalos, destruye.
Sin duda, por otro lado, al torneo mexicano le sienta bien esta contratación. Mire Usted, más allá de que los clásicos regiomontanos, regionales y todo ahora tengan dos tipos dicharacheros, populacheros, de raza, en pugna, como Herrera y Javier Aguirre, puede empezar por encender chispas y terminar en incendios inofensivos, limitados sólo a la cancha.
Queda claro, para el segundo año del Vasco Aguirre, con un Monterrey remozado y fortalecido, no había un mejor contrapeso disponible para Tigres que Miguel Herrera. Ahora, se les va a prestar más atención al enriquecerse ese antagonismo directo.
Incluso, el Torneo Guard1anes 2021 nos depara un banquete cargado de morbo, de expectativas y de expectación. Saque cuentas.
1.- Los Tigres de Miguel Herrera buscando salir de Liliput.
2.- Los reestructurados Rayados de Javier Aguirre.
3.- La segunda temporada de Solari.
4.- Las Chivas supuestamente redimidas de Ricardo Peláez.
5.- Y por supuesto la consistencia del Cruz Azul.
Y Miguel Herrera llega cargado de siniestros. Ya se sabe que disfruta de charlar y que a veces lo convierte en un monólogo como parte de su propia desesperación por comunicar. En la charla con Nahuel Guzmán le prende fuego a dos que dice respetar.
1.- Ricardo Ferretti. Explica Herrera que le gusta un futbol vertical, directo, vertiginoso, ofensivo y no andar circulando estérilmente la pelota, precisamente el sello del Tuca con Tigres.
2.- Guillermo Ochoa. Hace énfasis Herrera en que (ahora sí) tendrá un portero que sabe jugar con los pies y que puede iniciar jugadas desde el fondo, como les gusta a ambos interlocutores, El Piojo y Nahuel.
Y eso que apenas fue una charla diplomática, de arrumacos, conciliadora, tranquila, generosa, de bienvenida cordial, ésta en la que departieron dos tipos muy ladinos, pero, eso sí, muy competitivos, como Miguel Herrera y Nahuel Guzmán.
Claro, esa aparente camaradería prevalecerá hasta la primera, inevitable, segura, indispensable “nahueleada” que aporte el argentino en detrimento de Tigres.
Cabe subrayarlo: hacía falta Miguel Herrera en este circo del futbol mexicano. Es su versión más madura, como técnico y, aparentemente, como ser humano. Fracasar con América fue grave, pero fracasar con Tigres podría ser ya condenatorio.