La verdadera derrota de México ante Estados Unidos no ocurrió en la cancha ni en los tiempos extras. Pasó antes del silbatazo inicial, cuando se daban lectura a las alineaciones y Estados Unidos confirmaba sus intenciones de acudir a una fórmula conocida para tratar de competir en el máximo escenario del futbol: Coloca más y mejores jugadores en las “grandes ligas” y clubes europeos, y tendrás mayores posibilidades de acercarte, como selección, a las potencias de este juego. El incomodo vecino del norte, que, futbolísticamente, siempre parecía vivir a la zaga de México, ha generado un plan que debe “detonar” en el 2026. ¿Y México? ¿Qué hace el futbol mexicano?
SAN DIEGO, California.- Fue antes del silbatazo inicial. Ya desde ahí, México iba perdiendo…
La principal advertencia del domingo ocurrió algunos minutos antes del juego que México perdió ante Estados Unidos en la final de la Copa de las Naciones de la Concacaf. La alineación del, generalmente, abatido y sometido vecino futbolístico del norte, apuntaba hacia horizontes donde justamente al futbol mexicano la cuesta trabajo competir.
La exportación. El sistema, el terreno, el camino para llevar más y mejores futbolistas a las mejores ligas y a los mejores clubes del mundo.
Estados Unidos ha “saltado” a la cancha de Denver con promedio de edad que, de forma impresionante, no supera los 23 años y una alineación donde 10 de 11 futbolistas actúan en territorio europeo y no solamente ello, sino que esos futbolistas son parte de clubes del máximo nivel futbolístico posible. Los hay del Chelsea, del Manchester City, de la Juventus, del Barcelona y del Borussia Dortmund. ¿Qué han hecho los estadounidenses? Generar “futbolistas de probeta”, nacidos en Estados Unidos, semi-desarrollados en sus escuelas, academias, clubes y enviados muy jóvenes a clubes europeos.
¿Qué hace el futbol mexicano? Sí, también exporta, pero una exportación que tiene otro ritmo, otro precio y también, salvo excepciones, otra calidad. Desde los días de “Chicharito” Hernández, ningún mexicano ha podido involucrar su nombre con el de algún club de “clase=A” europeo. Si acaso, Raúl Jiménez, quien juega en una liga como la Premier que esta cotizada, pero lo hace a través de un equipo como el Wolverhampton que no tiene una categoría competitiva importante en Europa. En México, el proceso de exportación cuesta más trabajo. Los planes para JJ Macías, para Sebastián Córdova, para Luis Romo y para Orbelin Pineda están ahí, prácticamente atorados, mientras cunden ejemplos como el de Rodolfo Pizarro, quien, teniendo las condiciones para jugar en el nivel máximo del futbol, fue parte de una operación interna millonaria que lo llevó de Chivas a Monterrey y, luego a Miami, a la MLS, con la promesa de que desde ahí “brincaría” al futbol europeo. ¿Qué pasa hoy? Que Pizarro viene de vuelta para jugar en Guadalajara o en Rayados y que sus intenciones y las del futbol mexicano de verle en los campos europeos parecen haberse agotado.
No existe el clima, ni las condiciones ni las voluntades para acelerar el proceso y llevar más futbolistas mexicanos a Europa, porque ello, al final de la historia, puede terminar marcando la diferencia entre dos selecciones que harán el Mundial en casa, el del 2026, y que aspiran a meterse entre las grandes potencias del juego. Sería una pena que, después de tener una cierta ventaja importante lograda y amparada en éxitos en la cancha y una supremacía en la calidad de los futbolistas, basados en la pasión que este deporte significa en un país y no en el otro, el futbol mexicano tenga que ver como su aspiración, su anhelo, su sueño, se haga realidad a través de la selección de los Estados Unidos.
La fórmula es sencilla y compleja al mismo tiempo: Coloca más y mejores jugadores en las “grandes ligas” y clubes europeos, y tendrás mayores posibilidades de acercarte, como selección, a las potencias de este juego. La noticia en Denver ocurrió antes del silbatazo inicial. Y ya desde ahí, México iba perdiendo…
@Faitelson_ESPN