<
>

Malditas rodillas

BRISTOL -- Rafa intenta regresar a las canchas pero sin asegurar que llega al tope de su juego. Parece mentira que toda esa fortaleza, mentalidad y garra que lo llevó a lo más alto del ranking mundial, le haya jugado en contra y hasta lo ha llevado al punto de poner en juego su carrera. ¿Pero nos sorprende esto? No.

Nadal fue víctima de su obsesión por desplazar a Roger Federer como número uno del mundo y sin medida y a todo riesgo, se lanzó como un toro salvaje a demostrar que no había ningún otro obstáculo entre él y el suizo, que él mismo. Por años y tras su testarudez, Rafa sumó y sumó torneos, la mayoría en el polvo sagrado que lo elevó al infinito saturando un itinerario en el calendario que ya estaba atiborrado, pero su terquedad le dio la razón y se dio un gustazo, un gusto que ahora se convierte en pesadilla.

El tío Tony no mintió por allá por el 2007 cuando aseguró que Rafa estaba tocado y que su carrera sería corta. Tampoco mintió nuestra fuente cuando nos dijo que Rafa no podía ni levantarse de la cama en las mañanas, por el fuerte dolor que padece después de cada partido.

Nadal, quizás conociendo su cuerpo, lo exigió al máximo en el momento que él quiso, y todas sus metas se han cumplido a cabalidad, pero ahora le toca la tarea más difícil, aun más peliagudo que vencer a Roger en Wimbledon como lo hizo, más arduo como cuando nos maravilló cuadruplicando la corona en Roland Garros, o más inédito como cuando desplazó a la perfección Suiza como monarca del tenis, o como nos hipnotizó al vestirse de oro olímpico. Rafa ahora regresa a las canchas para vencer a su peor enemigo en el tour, a un aliado que se le volteó y lo traicionó, su sostén y su apoyo por mucho tiempo: sus rodillas.

Rafa vuelve con mucha ilusión de jugar el deporte que tanto le ha dado, pero todo se inclina a una crónica anunciada. En el tenis, las rodillas avisan y a Rafa se lo anunciaron hace tiempo y lo sufrido parece irreparable. Rafa nos dará un espectáculo hasta que las articulaciones le vuelvan a avisar que todo tiene un límite y él hace rato que lo desbordó.

Ojalá y el manacorí gane esta faena en el medio del ruedo en la plaza de su destino y sin muleta ni espada, frente a frente al toro de lidia que busca el indulto por su bravío y que lo enviste sin piedad desde el primer tercio. Nada de raro tendría que Rafa salga una vez más por la puerta grande, en hombros y cortando rabo y orejas.