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'Pérate, son mexicanos, están programados al revés'

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¿Deben contemplar en el Tri jugar el Octagonal Final de Concacacaf a puerta cerrada? (4:47)

A propósito de las multas derivadas del grito discriminatorio, Beto Murrieta y Dionisio Estrada reflexionan sobre las posibles salidas para evitar repercuciones mayores. (4:47)

LOS ÁNGELES -- Si #ElGrito, sí, ése, el de “¡eeeeeh, pu...!”, hubiera implicado alguna vez la segregación de Argentina para una Copa del Mundo, y Diego Armando Maradona hubiera pedido silencio, los aficionados le habrían obedecido y vitoreado.

Si hubiera ocurrido lo mismo con Brasil, y Pelé hubiera exigido silencio, la “torcida” brasileña habría callado y ofrecido reverencia a O’Rei.

Si en estos tiempos, Portugal estuviera bajo esa amenaza, y Cristiano Ronaldo increpara a su gente para guardar silencio, seguramente le obedecerían y brindarían a su salud... con agua.

En México, ¿ha habido o habría una figura capaz de extinguir #ElGrito con sólo levantar la mano? Tal vez, y sólo tal vez, aquel Hugo Sánchez de las grandes proezas en España. Hoy, cualquier integrante del Tri, saldría lapidado, hasta con la dentadura postiza de la abuela.

Octavio Rivas (QDEP), psicólogo de la Selección Mexicana y de Pumas, alguna vez dio un diagnóstico brutal en ESPN: “’Pérate, son mexicanos, están programados al revés”. Hablaba puntualmente del jugador de futbol, pero implicaba una audaz generalización.

Por otro lado, Octavio Paz, en el Laberinto de la Soledad, sintetiza el motor emocional del mexicano, y se puede, entonces, entender, más allá de las descastadas y desgastadas castas étnicas, sociales, educativas y económicas, la rebeldía, en este caso, en un escenario ínfimo en trascendencia, pero poderoso emocionalmente, como un estadio de futbol.

“Para el mexicano, la vida es una posibilidad de chingar o de ser chingado. Es decir, de humillar, castigar y ofender. O a la inversa”, describe Paz.

En otro apartado de su fascinante obra, en el Capítulo IV, Los Hijos de la Malinche, Paz afirma: “El mexicano no quiere ser ni indio, ni español. Tampoco quiere descender de ellos. Los niega. Y no se afirma en tanto que mestizo, sino como abstracción: es un hombre. Se vuelve hijo de la Nada. Él empieza en sí mismo”.

Decepcionado de y por sus gobernantes, la sublevación ante los imperativos, se vuelve una ociosa y hasta lúdica afición del mexicano, y que encuentra en las tribunas de su pasión favorita, el futbol, la magnífica oportunidad de la catarsis.

Encima, porque la derrota siempre llega, especialmente en el dintel del Quinto Partido, el aficionado encuentra la revancha, el desahogo, especialmente, al entender –¡otra vez!–, que sus guerreros en calzoncillos, terminaron con la bandera hecha jirones.

Para la afición mexicana, #ElGrito, se ha convertido en ese gol al minuto 95, el gol que en su ficción febril, empata o gana el partido, pero sólo en el territorio tristón del consuelo. Con y sin futbol, para la afición mexicana, “la vida es una posibilidad de chingar o de ser chingado”, certifica Octavio Paz.

Ya se sabe, la FIFA mantiene una aversión absoluta contra #ElGrito. Para ella, es un “insulto homofóbico”, aunque para el aficionado, y erróneamente para la FMF, en tiempos de Justino Compeán y Decio de María, fuera un éxtasis folklórico del mexicano.

Dos partidos de veto de estadio y una multa, representan la primera sanción enérgica de este tipo contra el futbol mexicano. Faltan aún las sanciones por #ElGrito omnipresente en la Liga de las Naciones y en el amistoso contra Islandia.

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1:27
¿Peligra México en la Copa del Mundo por el grito homfóbico?

Las sanciones de FIFA y la posibilidad de quedar fuera del Mundial generan el debate de la mesa de Fútbol Picante.

Yon de Luisa, tarde, como siempre, cuando el niño ya se le ahogó en el pozo, salta con un rostro impávido, pero con la histeria por dentro, a batir en el rostro de los aficionados mexicanos, la advertencia, hecha amenaza, de que México puede quedarse sin dos mundiales, el de Catar 2022, y la sede compartida del 2026.

Y mientras tiritan en la FMF, aguardando el veredicto por los nuevos desmanes, se vienen dos partidos amistosos para el Tri: Panama en Nashville y Nigeria en Los Ángeles. Sí, boletaje agotado. Y sí, Usted adivinó: #ElGrito tiene gafete VIP, para estos dos juegos, y enseguidita nomás, para la Copa Oro.

A #ElGrito sólo se le mata de una manera pacífica. Sólo hay una bala de plata o una estaca en el corazón, para exterminarlo: la victoria. Mientras en la cancha el Tri juegue bien y gane, el alarido pernicioso permanecerá sofocado, enmudecido. No es posible gritar con furia y rabia, cuando hay una dulce mueca de felicidad. Sólo la frustración es madre soltera de #ElGrito.

Claro, ya se sabe, no hay equipo perfecto. Acaso sólo el Brasil de 1970 con Pelé y su samba, y el Argentina de 1986 con Maradona, y ambos, recuérdese, llegaron con rastrojos de dudas a ambas citas. Curioso: la catedral donde se consagraron esos monstruos, el Estadio Azteca, puede ser también el lúgubre mausoleo de su propio equipo: el Tri.

En la tierra fértil de un equipo casi siempre en desgracia en la alta competencia, el insulto, el canto peyorativo, es el útero del bálsamo que alivia las mil y una noches posteriores al fracaso. Recuerde Usted que incluso, #ElGrito, en la represión extrema de la frustración se ha desparramado sobre el mismísimo arquero de México.

Visto está, lamentablemente, que #ElGrito es la mayor amenaza al poder. En la FMF y en la Oficina Oval de Televisa, no hay temor por el destierro del Tri de las competencias, sino por los millones de dólares que desaparecerían de sus finanzas.

Sí, #ElGrito puede llevar a la bancarrota financiera y deportiva al futbol mexicano. La excomunión futbolera de México en Catar 2022, y la confiscación del Mundial 2026, implicarían el aniquilamiento del futbol mexicano. Y a ese Lázaro, no hay quien lo resucite.

Amparado en un vicio delicioso de la holgazanería en México, el hábito de procrastinar, la FMF comenzará a tomar medidas drásticas, finalmente, a partir del juego ante Panamá, pidiendo ayuda sin restricciones a SUM, que se ha convertido en la concubina en desgracia, en este adulterio de la afición con #ElGrito.

En Nashville, y después en Los Ángeles, ante Nigeria, pararán el juego al primer aullido. Al segundo, se irán los equipos a los vestidores. Al tercero, se suspenderá el partido, así sea al minuto cinco o al minuto 53 o al minuto 95, sea cual sea el marcador.

Y lo cierto es que México, no tiene, no ha tenido, y difícilmente tendrá, un Pelé capaz de acallar al Maracaná. O un Maradona capaz de silenciar La Bombonera. O un Cristiano Ronaldo, al Estadio de el Dragón.

Tiene, solamente, la eventual capacidad de reflexión de su propia afición, esa descrita de manera implacable e impecable, por Octavio Rivas: “’Pérate, son mexicanos, están programados al revés”.

Sí, esa afición, compuesta por itinerantes clasificados por Octavio Paz, como aventureros convencidos que “la vida es una posibilidad de chingar o de ser chingado. Es decir, de humillar, castigar y ofender. O a la inversa”.